Con el ahun, el problema presentaba un nuevo aspecto, y las posibilidades de exploración eran prácticamente ilimitadas. A los ojos de los Hiss, esto fue la realización de la Antigua promesa.
¡Sería absolutamente imposible hacerte comprender lo que va a seguir sin explicarte antes los fundamentos del origen de esa Promesa. Hace un momento he hablado de aquel culto perseguido y siempre renaciente que había triunfado finalmente. Se había convertido no sólo en la religión oficial, ya que esto sería débil e inexacto, sino en la religión «informadora» de todos los Hiss. Los pocos escépticos, que he encontrado en Ela — Soui-lik es uno de ellos — no son mal vistos, pero su acción no tiene ninguna fuerza y su escepticismo no se refiere más que a los dogmas. En la práctica actúan exactamente igual que los creyentes.
Los Hiss son maniqueos: para ellos el universo ha sido creado por un Dios del Bien, en pugna constante con un Dios del Mal. Pero, no. Estoy desfigurando su pensamiento. En realidad, no se trata del Bien y del Mal tal como nosotros lo entendemos, sino de la Luz y de las Tinieblas. El Dios de la Luz ha creado el Espacio, el Tiempo, los Soles. El otro intenta destruirlos y conducir al mundo al vacío original. Los Hiss, y esto es de capital importancia, y las demás humanidades de carne, son los hijos del Dios de la Luz. El otro, ha creado los Misliks.
No soy un entendido en metafísica y, desde luego, no me considero un místico. No te respondo de haber interpretado exactamente su idea. Con toda probabilidad, es algo más sutil de lo que yo he dicho.
(Clair llevó su mano al bolsillo y sacó de él un librito que me tendió. Sobre unas delgadas hojas apergaminadas, había unos minúsculos signos impresos en azul.)
— Estas son las Profecías de Sian-Thom — me dijo —. Tiene mas de nueve mil años. Voy a traducirte algunos fragmentos.
Hojeó algunas páginas y leyó:
«Y los Hijos de la Luz, en sus respectivas estrellas, tendrán que luchar contra el instinto de destrucción, y en esta lucha se sucederán las derrotas y las victorias, a lo largo de los siglos. Pero el día en que los Hijos de la Luz, cada cual en su estrella, encuentren el camino de la Reunión, llegará la prueba más dura, pues los Hijos del Frío y de la Noche intentarán arrebatarles la Luz». Y siguió:
«Hiss, ¡Hiss! Sois la raza elegida para conducir a los Hijos de la Luz en su lucha contra los Misliks, Hijos del Frío eterno. Pero ningún jefe puede vencer sin guerreros, ni todos los guerreros son aptos para las mismas armas, y ningún jefe puede decir cuál será el arma que le dará la victoria. Hiss, no desprecies la ayuda de los demás Hijos de la Luz!»
Y aún:
«Hiss, no desprecies a los que os parezcan extranjeros en un principio. Pueden ser también ellos hijos de la Luz, quizás ellos tengan (Clair subrayó estas palabras marcando distintamente sus silabas) la sangre roja que los Hijos del Frío eterno no pueden helar.»
Cuando sepas lo que sucedió más tarde, comprenderás lo impresionantes que resultan estas palabras.
Finalmente la Antigua Promesa, que rezaba: «Siguiendo el camino del Tiempo yo, Sian-Thom, el Vidente, he proyectado mi espíritu al Futuro. Hiss, no intentéis averiguar si este futuro está cerca, o tan lejos como el horizonte del desierto de Siancor, que retrocede cuando el viajero avanza. Y yo he visto a la raza elegida de los Hiss recibir a los embajadores de todos los Hijos de la Luz, y como su liga triunfaba de los Hijos de la Noche y del Frío Eterno. Yo os digo, que el mundo os pertenecerá, hasta donde podéis imaginar, incluso más allá de las estrellas, pero no os pertenecerá sólo a vosotros. Pertenecerá también a todos los Seres de Carne, a todos los Hijos de la Luz, que perecen sin perecer y que juntos vencerán a los Seres de las Tinieblas y del Frío y rechazarán a la
Nada, fuera del Mundo, a sus enemigos, los Hijos del Frío y de la Noche, los que no tienen ni miembros ni carne, los que no conocen ni el Bien ni el Mal.»
Eso es todo. Crease o no, una formidable civilización como la ves, la más poderosa del universo, se cimenta sobre esta Antigua Promesa.
Quedamos, pues, que cuando el camino del ahun estuvo abierto, los Hiss se lanzaron a explorar. Todavía no conocían a los Misliks. Uno de sus primeros viajes les llevó a un planeta cuyo nombre, si quieres saberlo es Assenta, del Sol Suin, situado en el límite de la Galaxia. Allí instalaron un observatorio y empezaron a escudriñar las demás galaxias. Pronto descubrieron el extraño hecho de que una de ellas, situada a unos quince millones de años-luz, las estrellas se apagaban a un ritmo rápido, absolutamente contrario a cualquier predicción basada en las leyes físicas. En un siglo y medio llegó a desaparecer toda la Galaxia.
Con lo que ahora explicó Souilik, estoy mezclando ahora lo que aprendí más tarde de Azzlem y otros.
Tres expediciones salieron nuevamente hacia esta Galaxia, utilizando el camino del ahun. Ninguna de ellas volvió. Después otras estrellas empezaron a apagarse, esta vez en una galaxia más cercana, situada a unos siete millones de años-luz. El proceso, que siempre era el mismo, era el siguiente: empezaba con una alteración del espectro consistente en la multiplicación de las rayas metálicas y después, la estrella empezaba a volverse roja, adoptando un tono cada vez más oscuro. Al cabo de unos meses sólo los detectores de rayos infrarrojos llegaban a delatar su presencia. Después ninguna radiación se registraba. Entonces los Hiss, que creían ciegamente en la Profecía y la Promesa, empezaron a ver en estos extraños fenómenos la mano del Otro, el Padre de la Noche y del Frío. Confirmaba su idea el que, para entonces, ya habían descubierto algunas humanidades diferentes de la suya.
Desde luego este proceso de extinción de las estrellas había empezado mucho antes de que existieran Hiss sobre Ela-Ven, ya que los mismos Hiss no se hacen remontar más que a unos dos millones de años a lo sumo. Yo no sé cómo pueden conciliar la anterioridad de existencia de los Misliks sobre ellos mismos con su propia metafísica.
Finalmente los Hiss descubrieron a los Misliks. Una Expedición partió a través del ahun, hacia una galaxia muy próxima, situada a menos de un millón de años de luz. Esta expedición contenía tres ksills bajo el mando de un astrónomo llamado Os-senthur. Emergieron en el Espacio — olvidé decirte que siempre emergen a buena distancia de cualquier cuerpo material — bastante cerca de un sol que se estaba apagando. El objetivo les pareció poco interesante, e iban a abandonarlo cuando Ossenthur observó, en el espectro de la estrella, unas particularidades que lo asemejaban a la galaxia que se apagó de forma tan inexplicable. Decidió aterrizar sobre uno de los planetas de este sol y desembarcaron en un mundo agonizante del que había desaparecido ya todo vestigio de vida. Jamás había habido en él humanidad alguna, sólo algunos animales superiores de los que encontraron cadáveres helados. Su estancia en este mundo duraba ya tres meses, las observaciones se iban acumulando, el sol era cada día más sombrío en el cielo rojo. Finalmente, cuando la temperatura hubo descendido hasta el punto en que el nitrógeno empieza a licuarse, aparecieron los Misliks. Esto sucedía trescientos años antes de mi llegada.
¿De dónde procedían los Misliks? Los Hiss aún no lo saben, su aparición sobre un planeta sigue siendo un misterio. Ahora bien, nunca llegan antes de que el frío sea suficiente para licuar el nitrógeno. |
Los Misliks sorprendieron a dos ksills. El tercero, Ossenthur, se hallaba volando a más de cien kilómetros de altura. El primer ksill tuvo apenas el tiempo suficiente para transmitir que estaba rodeado de cosas brillantes y dotadas de movimiento. Después, todo fue silencio. El segundo fue alcanzado cuando intentaba despegar. Este, pudo transmitir algunas imágenes: sobre el suelo helado pululaban unas formas poliédricas, dotadas de movimiento con destellos metálicos y de un tamaño aproximado al de un hombre. Entonces brutalmente cesó la transmisión al tiempo que el ksill se estrellaba contra la superficie del planeta.