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Tras dejar su trabajo de editor, Anthony Boucher siguió escribiendo. F and SF de enero de 1959 presentó su excelente enlace ficticio de robots y religión, The Quest for Saint Aquin (La búsqueda de San Aquino). F and SF publicaba asimismo en folletín buena parte de las nuevas novelas de Robert Heinlein, como The Door into Summer (La puerta al verano) (1956) y Have Space Suit -Will Travel (Lleve traje espacial. Va usted a viajar) (1958). También ofreció uno de sus escasos cuentos de aquella época. All You Zombies (Todos vosotros zombies) (marzo de 1959) pasará casi con toda certeza a la historia como el cuento definitivo sobre un hombre que se convierte en su propio padre y su propia madre. Con él se puso de relieve que la ciencia ficción cambiaba con la era espacial, puesto que una narración de esta naturaleza jamás se hubiera publicado unos años antes.

En 1957, por razones personales, Walter Miller, uno de los escritores de ciencia ficción dotado de mayor talento, decidió abandonar el género. F and SF publicó su último relato, un cuento de intriga lunar titulado The Lineman (El vigilante de la línea) (agosto de 1957). Tan sólo unos meses antes, F and SF había publicado también el relato final de la trilogía de Miller, que éste revisaría y convertiría en A Canticle for Leibowittz (Un canto a san Leibowitz) (1960), ganadora de un Hugo y considerada con toda razón como uno de los mayores clásicos de la ciencia ficción.

F and SF, en mayor grado que cualquier otra revista, se atrajo la colaboración de autores no especializados en el género, que aportarían un estilo y un tratamiento nuevos. Howard Fast (nacido en 1914), veterano aficionado a la ciencia ficción, colocó un cuento en Amazing, Wrath of the Purple (La venganza del púrpura) (1932), cuando aún no había cumplido los veinte años. Más tarde, se hizo famoso en literatura general, y probablemente se le conoce mejor por su Spartacus (1951). Regresó a la ciencia ficción en 1959 con una serie de relatos en F and SF, entre ellos el célebre The First Men (Los primeros hombres) (febrero de 1960). En cuanto a Richard McKenna (1913-1964), inició su breve carrera en la ciencia ficción con la sobrecogedora historia de muerte Casey Agonistes (Los agonistas de Casey), incluida en la F and SF de septiembre de 1958. McKenna consiguió un renombre mundial gracias a su novela de guerra The Sand Pebbles (Los guijarros de arena) (1962). No vivió para terminar la novela siguiente, pero dejó alrededor de una docena de valiosos relatos de ciencia ficción.

Aparte de la ficción, F and SF inició en noviembre de 1958 la publicación de una serie regular de artículos, escritos por Isaac Asimov, sobre un sinfín de temas científicos y de otros tipos. Esta fascinante serie ha proseguido hasta la fecha y constituye uno de los puntos fuertes de la revista. Puso a F and SF en línea con los otros dos líderes del mercado, Galaxy, que tuvo una sección regular, «Para su información», a cargo de Willy Ley (1906-1969), a partir del número de marzo de 1952, y Astounding, donde aparecía siempre un detallado articulo científico dirigido al sector culto.

Galaxy era quizá la menos amena de las tres. No tanto por su literatura, que reflejaba el nebuloso estado del género, sino en su conjunto. Con excepción de las portadas, la revista parecía vulgar a causa de su pobre presentación y las anodinas ilustraciones interiores. Se debía, hasta cierto punto, a la mala salud de Horace Gold, que empeoraba de día en día. No por ello han de olvidarse los enormes logros de éste al crear Galaxy y transformarla en una de las grandes. Gold era un feroz y exigente supervisor, que reclamaba con violencia de sus autores lo que deseaba. Y éstos, pese a sus lamentaciones iniciales, se mostraban después agradecidos y le llenaban de alabanzas. Como dijo Frederik Pohclass="underline" «Gold distinguía el centelleo del verdadero oro. Y penosa y persistentemente, exigía de los escritores que eliminaran todo oropel».

Obstaculizado por su mala salud, Gold no pudo dedicar a Galaxy, y después a If, tanto tiempo y energías como habría deseado. Galaxy, mensual desde el principio, pasó a bimensual en febrero de 1959, aunque al mismo tiempo aumentó sus páginas a ciento noventa y dos, convirtiéndose así en la revista más voluminosa. En segundo lugar, venía Astounding, con ciento sesenta, y a continuación Amazing, con ciento cuarenta y cuatro. El resto se limitaba a ciento veintiocho páginas. Lo cual no significa que Galaxy fuera más densa en contenido que las demás, ya que empleaba un tipo de letra mayor y salpicaba generosamente sus textos de ilustraciones. La Galaxy de nuevo tamaño resultaba también la más cara, aumentando su precio a cincuenta centavos. Se trataba tan sólo de una señal de lo que se avecinaba para todas las revistas. Al menos en apariencia, Galaxy daba algo más a cambio del suplemento de dinero. A finales de 1959, tanto Astounding como F and SF se vieron obligadas a subir también su precio a cincuenta centavos, sin nada extra que ofrecer.

La situación, al acabar la década de los cincuenta, se tomó extremadamente dura para las revistas principales. Por aquel tiempo, numerosos escritores de renombre encontraban más lucrativo escribir para la televisión y el cine. Y fuera de dichos mercados, tenían más posibilidades de vender una novela a las colecciones de libros de bolsillo que a las revistas. En cuanto al relato corto, cualquier buen escritor colocaba con facilidad sus obras en las revistas caras. Playboy, Saturday Evening Post, Esquire y similares publicaban ciencia ficción y presentaban con regularidad a escritores como Robert Sheckley, Charles Beaumont, Ray Bradbury, Theodore Sturgeon, Arthur Clarke… y todos los imaginables. Los editores de revistas de ciencia ficción debían encontrar nuevos talentos o confiar en autores que, por escribir en sus ratos libres, no se ganaban el pan vendiendo sus obras.

El periodista Clifford Simak, que mantuvo una soberbia producción literaria, había empezado a escribir en 1931. En los años cuarenta y cincuenta, demostró hallarse en la plenitud de su forma, conservando un estilo y un enfoque totalmente personales. El detalle predominante en su obra, a finales de la década de los cincuenta, era la localización de sus relatos en las poblaciones remotas del Medio oeste estadounidense, donde preferían aterrizar los extraterrestres. Aun cuando jamás se trataba de alienígenas ordinarios, podían adoptar la aparición de mofetas, como en Operation Stinky (Operación hedionda) (Galaxy, abril de 1957), o parecer humanos de pies a cabeza, como en Carbon Copy (Copia con papel carbón) (Galaxy, diciembre de 1957). Pero su pericia en este tipo de cuento la ilustra mejor el encuentro transdimensional de The Big Front Yard (El gran patio delantero) (Astounding, octubre de 1958), galardonado con el Premio Hugo.

Un escritor profesional que no desertó del campo fue Poul Anderson, creador de un constante flujo de ciencia ficción de primera clase a todos los niveles. F and SF publicó su serie Patrulla del tiempo, y Astounding, los relatos protagonizados por Nicolas van Rijn. Su deliciosa A Bicycle Built for Brew (Una bicicleta a base de cerveza) aparecida también en libro con el título The Makeshift Rocket (El cohete improvisado), que trata de una nave espacial propulsada por burbujas de cerveza, fue publicada en folletín por Astounding en 1958. La misma revista había ofrecido poco antes su relato clásico en torno a una elaboración biónica en Júpiter, Call Me Joe (Llamadme Joe) (abril de 1957).