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El torbellino de la ciencia ficción

A lo largo de toda su existencia, la ciencia ficción ha estado sometida a toda clase de tendencias y caprichos. Lógicamente, no escapó tampoco al culto de los platillos volantes, de los OVNI, un culto que sigue hoy más floreciente que nunca y que, de modo muy ostensible, tuvo su nacimiento en las revistas de ciencia ficción. Entre sus primeros defensores hay que señalar a Raymond A. Palmer.

Palmer, nacido en 1910, aficionado y devoto de la ciencia ficción desde su juventud, había sido editor de Amazing Stories de 1938 a 1949 y, gracias a su instinto de lo sensacional, había elevado la circulación de su revista hasta convertirla en la más importante del ramo. Pero lo hizo a costa de alcahuetear los más extremados cultos marginales y de halagar al lector susceptible, para gran irritación de los puristas. El punto máximo (o la más profunda caída) en el sensacionalismo de Amazing lo constituyó el misterio Shaver que suscitó en Palmer una verdadera obsesión por los enigmas, y le llevó a desviarse de la ciencia ficción. En 1948, creó Fate, precursora de todas las revistas sobre ocultismo y que todavía se publica actualmente (aunque no ya relacionada con Palmer). Dentro del campo de la ciencia ficción, Palmer lanzó Other Worlds, contratando como redactor jefe a la joven Beatrice Mahaffey. En sus mejores momentos, Other Worlds fue una excelente revista, pero las constantes interferencias de Palmer, en su afán de sensacionalismo, se oponían a la publicación de cualquier literatura potencialmente buena.

En 1952, Palmer colaboró con Kenneth Arnold en la redacción del primer volumen definitivo sobre los OVNI, The Coming of the Saucers (La llegada de los platillos). Para promocionarlo, incluyó en Other Worlds mucho material sobre los OVNI, por ejemplo un relato semificticio, publicado en 1951 en forma de folletín, I Flew in a Flying Saucer (Yo viajé en un platillo volante), atribuido a un tal capitán A.V.G., y varios artículos en el número de enero de 1952. También aparecieron artículos acerca de los OVNI en Fate y, después de 1954, en Mystic, la nueva revista de ocultismo de Palmer.

En 1955, Other Worlds perdía dinero en graves proporciones. Palmer decidió aventurarse en contra de la tendencia general y, mientras que el resto de las publicaciones se apresuraban a pasar del tamaño normal al formato de bolsillo, el número de noviembre de 1955 de Other Worlds volvía al primitivo. Palmer se justificaba así:

«Si Other Worlds resulta un mal negocio, se debe sin duda a que Palmer es lo que ustedes afirman que es. Y él no se sentirá demasiado orgulloso de sí mismo en el momento de arrojar la toalla y dejar el ring a hombres mejores. No nos queda más dinero que perder. Lo hemos perdido todo».

Por algún tiempo, Other Worlds se defendió bastante bien. Su literatura jamás concordaba con los inflamados superlativos que Palmer lanzaba al lector en su propaganda introductoria, pero contenía aventuras bastante sólidas y a menudo admirablemente ilustradas por Virgil Finlay, Lawrence e incluso Hannes Bok. Una de las novelas que a Palmer le hubiera gustado ofrecer al público era Tarzan on Mars (Tarzán en Marte), de Stuart J. Byrne. Sin embargo, los herederos de Burroughs pusieron objeciones a la obra y no se autorizó su publicación. Aun ahora, la novela continúa inédita.

En 1956, Other Worlds quedó bajo la dirección de una sola persona, una vez que Bea Mahaffey abandonó el redil. En la edición de mayo de 1957, Palmer se adjudicó los honores de publicar las mejores historias y la revista más amena en el campo de la ciencia ficción. Afirmaba que Other Worlds había alcanzado su objetivo y que en aquel momento entraba en una nueva fase. Lo que en realidad pretendía decir era que Other Worlds estaba cubriendo gastos y que deseaba seguir experimentando, aunque sin perder la oportunidad de volver a la modalidad confirmada, en caso de que las cosas salieran mal. Hay que confiar en Palmer a la hora de las innovaciones. Una vez más, triunfó con Other Worlds. Utilizó un truco al que otras revistas habían recurrido ya durante el mismo período, pero añadiéndole el sello Palmer.

Hasta entonces, Other Worlds había sido bimensual. A partir de entonces, pasó a ser mensual, aunque con una variante. Ostensiblemente puesta a la venta como la misma revista, su número de junio de 1957 llevaba el título FLYING SAUCERS from Others Worlds, y el correspondiente a julio, el de Flying Saucers from OTHER WORLDS. De ese modo, Palmer podría determinar el campo más lucrativo. Publicando dos revistas como una sola, consiguió astutamente que se le siguiese aplicando la licencia postal de segunda clase, cosa vital para él puesto que le evitaba costosos cargos adicionales en el correo.

Ambas revistas presentaban una clara diferencia. Other Worlds conservaba la parte literaria y las secciones especiales, mientras que Flying Saucers abandonaba por completo la novelística. Las consecuencias se hicieron evidentes al momento, y prácticamente ya habían sido anticipadas por Palmer. Los fanáticos de los OVNI clamaron de inmediato en favor de los inimitables números de Flying Saucers, en tanto que los incondicionales de la ciencia ficción, con infinidad de otras revistas a su disposición, decidieron que Palmer había expuesto sus intenciones con toda claridad y le dejaron a solas con ellas. Como si Palmer deseara darle la estocada final, el número de julio de 1957 de Other Worlds ostentaba un índice mediocre, que incluía la reedición de Quest of Brail, de Richard Shaver, garantizando así la exasperación de los intransigentes aficionados a la ciencia ficción. En consecuencia, Flying Saucers logró buenas ventas, mientras que las de Other Worlds menguaron. Palmer no tardó en tomar una decisión (casi con toda certeza planeada con gran anticipación), y tras un último número literario, publicado en septiembre, la revista pasó a llamarse simplemente Flying Saucers. Con este nombre continuó sin problemas hasta la década de los sesenta.

Para los principales lectores de las revistas de ciencia ficción, este hecho significó el abandono de Palmer, después de casi treinta años. Pero Palmer no estaba acabado. En años posteriores, creó una revista no literaria, Space World, y una publicación ocultista, Search (una segunda versión de Mystic). Asimismo, cumplió su promesa de editar La verdadera historia del Misterio Shaver, que apareció en el número uno de The Hidden World, en la primavera de 1961. Se trataba de una revista de ocultismo, claramente apartada de la novelística. En ella se reeditó el famoso I Remember Lemuria! (¡Recuerdo Lemuria!) y varios artículos de fondo, muy detallados, obra de Palmer y Shaver. En total, hasta el otoño de 1962, aparecieron ocho números trimestrales de The Hidden World. Más recientemente, Palmer inició la publicación de una revista de escasa circulación, Forum, donde se invita a los lectores a discutir a fondo diversos tópicos. Como es natural, éstos se centran en los OVNI y el shaverismo. El último número que he tenido en mis manos, fechado en septiembre de 1973, todavía trata extensamente del fenómeno Shaver. Richard S. Shaver falleció en noviembre de 1975. Mis recientes intentos de ponerme en contacto con Ray Palmer resultaron infructuosos.