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La novela más renombrada entre las publicadas en Satellite fue sin duda The Languages of Pao (Las lenguas de Pao), de Jack Vance, incluida en los números de diciembre de 1957. Esta intrincada narración sobre el planeta Pao y la forma en que sus diversos idiomas gobernaban las varias culturas añadió una nueva dimensión a la obra de Vance y le señaló como escritor digno de tenerse en cuenta.

Satellite no ofrecía secciones de cartas o colaboración de los lectores, pero instituyó una de crítica literaria, a cargo de Sam Moskowitz, que se metamorfoseó en una serie de artículos sobre los progenitores de la ciencia ficción y constituiría la base de su libro Explorers of the Infinite (Exploradores del infinito) (1963). Además, Margulies recuperó para el campo de la ciencia ficción a los artistas Leo Morey y Frank R. Paul.

Satellite fue bien recibida en general. Publicaba buena literatura de autores competentes, con un contenido bien equilibrado. En 1953, no habría bastado con eso para mantener la revista a flote, pero en 1957 suponía una excelente baza.

Pisando los talones a Satellite y SF Adventures, nació SuperScience Fiction con un director y un editor nuevos en el campo. El director, W. W. Scott, era un hombre muy experimentado en el terreno de la revista de aventuras de formato normal, aunque no en el de la ciencia ficción, por lo que se limitó a modelar su revista basándose en las ya existentes. Pero no sabiendo diferenciar entre buena o mala ciencia ficción (dejando aparte que estuviera o no bien escrita), pronto adoptó la solución más fácil y recurrió a la fábrica de ficción, en especial a Robert Silverberg, para llenar sus números.

El primero, fechado en diciembre de 1956, llevaba una impresionante portada de Kelly Freas, representando la determinación del hombre de conquistar las estrellas. Con ella se pretendía subrayar lo que sería el tema preferido de Super-Science Fiction: el modo en que la ciencia del futuro afectaría al individuo. En realidad, ya en el primer número, el proyecto quedaba reducido al intento por parte de los autores de crear personajes en el contexto de sus, por otra parte, típicas aventuras espaciales. Catch 'Em All Alive! (¡Atrapadlos vivos a todos!), de Robert Silverberg, relataba simplemente la captura de una multitud de especimenes como muestrario de la fauna extraterrestre. El relato resultaba ameno, pero mal cabía considerarlo como un estudio en profundidad de la humanidad y la ciencia. Desde luego, Silverberg no se proponía tal cosa.

Los lectores, siempre y cuando ignoraran las pretensiones de Scott, encontraron una revista bastante interesante, realmente superior al nivel de Amazing. Y aunque no podía aspirar a ser indispensable, atrajo lectores y se estabilizó en una periodicidad bimensual.

Todavía se creó una revista más antes de finalizar 1956. A diferencia de muchas publicaciones de este periodo, Venture SF no iba dirigida en absoluto al público juvenil. El primer número, fechado en enero de 1957, la presentaba como compañera de la respetable F and SF, la única revista en circulación creciente por aquel entonces, si bien no la dirigía Anthony Boucher, de la F and SF, que se circunscribía a figurar como asesor. La dirección de Venture la ostentaba el director gerente de Mercury Press, Robert P. Mills (nacido en 1920). Mills se había ocupado ya de la mayor parte del trabajo administrativo de F and SF y su ya enajenada compañera Ellery Queen's Mystery Magazine. Ahora, le correspondía el control total de Venture.

Los relatos de Venture se centraron en el sexo y la violencia, a veces hasta un grado nauseabundo. El mejor ejemplo de ello, que formaba parte del primer número, fue The Girí Had Guts (La chica tenía redaños), de Theodore Sturgeon, donde un virus alienígena ataca a los humanos y les obliga a vomitar los intestinos… La narración llevó a un crítico a decir que era la única que le había causado un verdadero malestar físico en toda su vida. La novela de fondo, Virgin Planet (Planeta de vírgenes), de Poul Anderson, giraba en torno a un hombre que aterrizaba en un mundo habitado en exclusiva por mujeres. El número ofreció también un relato humorístico de Charles Beaumont, Oh Father Mine (¡Oh, padre mio!), una retorcida versión del tema del viaje a través del tiempo, en la que un hombre mata a su propio padre antes de haber sido concebido.

El tema sexual continuó siendo el dominante en Venture. Las narraciones estaban bien escritas por buenos autores. En resumen, una excelente revista. Sin embargo, no se vendía demasiado bien. Viéndola ahora, en retrospectiva, se comprende que se adelantaba a su tiempo. Publicada a principio de la década de los sesenta, tal vez habría sido mejor acogida. Pero en 1957, las revistas se apoyaban de manera predominante en los lectores juveniles, y el estilo de Venture no les atraía.

La primavera de 1957 vio el nacimiento de algunas revistas más, aunque ninguna de real importancia. Space SF Magazine que no debe confundirse con la posterior Space SF creada por Del Rey, fue una oportunista publicación de Republic Feature de la calle 55 Oeste, Nueva York, que la presentaba como compañera de Tales of the Frightened, una prolongación de la serie radiofónica neoyorquina del mismo nombre, narrada por Boris Karloff. Pese a que ambas revistas incluían relatos de famosos autores de ciencia ficción, se trataba de productos rechazados por mejores publicaciones, y ninguno poseía un valor perdurable. Dirigidas nominalmente por Lyle Kenyon Engel, sólo vieron un número más cada una, fechado en agosto de 1957, antes de que los editores procedieran a la liquidación de la sociedad, y las publicaciones se esfumaran.

La portada del primer número de Saturn (marzo de 1957) anunciaba ostentosamente: «El eterno Adán», de Julio Verne. Un nuevo hallazgo». Esto le atrajo un número de lectores suficientes para compensar los gastos del primer número, pero la escasa calidad de las ediciones siguientes les desanimaron.

Donald Wollheim, entonces jefe de ediciones de Ace Books, dirigía Saturn. Robert C. Sproul, hijo de Joseph Sproul, director general de Ace News Company, engolosinado con la nueva boga del género, le había pedido que preparara una revista de ciencia ficción. No obstante, cuando las ventas menguaron con gran rapidez después del primer número, Sproul cambió de idea…, pese a que en un determinado momento había sugerido una publicación periódica compañera de la anterior. Planeaba convertir Saturn en una revista entre erótica y policíaca, más en la vena de sus restantes publicaciones. Enfrentado a las restricciones postales que tanto habían preocupado a Stein y Palmer, ensayó su propio truco. Después del número de marzo de 1958, la revista pasó a llamarse Saturn Web Detective Stories y, una vez transcurrido el tiempo suficiente, se eliminó la palabra Saturn. El contenido de la revista se orientó más y más hacia el terror, muy al estilo de las horripilantes revistas baratas de los años treinta. En 1962, se convirtió en Web Terror Stories, y así sobrevivió hasta 1965. De manera ocasional, ofrecía relatos de ciencia ficción de poco valor. Para entonces, Wollheim hacía ya mucho tiempo que se había despedido del proyecto. Si Saturn permanece aún en algunas memorias se debe a que publicó el último relato de Ray Cummings, Requiem for a Small Planet (Réquiem para un pequeño planeta). Desde los primeros tiempos, Cummings fue uno de los nombres más famosos en las revistas baratas de ciencia ficción. Había alcanzado la fama con su cuento microcósmico The Girí in the Golden Atom (La muchacha en el átomo dorado) (All-Story Weekly, 15 de marzo de 1919). Pero a partir de entonces, Cummings no progresó, y en la década de los treinta, se le consideraba como un escritor mercenario, que producía en cadena relatos policíacos y terroríficos. Y aunque regresó al terreno de la ciencia ficción en los años cuarenta, se le juzgó entonces como un anacronismo. Murió el 23 de enero de 1957, a los sesenta y nueve años de edad.