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Fantastic Universe había dañado mucho su buen nombre al concentrarse en los platillos volantes, en 1957. Sin embargo, Hans Santesson obró milagros para mantener viva la revista durante los años de infortunio. Amplió su alcance para cubrir todos los reinos de la fantasía, lo sobrenatural y la ciencia ficción. Fantastic Universe fue la primera en imprimir el relato onginal de Bjorn Nyberg Conan, vuelto a escribir por L. Sprague de Camp, Conan the Victorious (Conan el victorioso), en septiembre de 1957. Santesson alentó a Harry Harrison en su obra, sugiriendo la serie La guerra de los robots, después de adquirir The Velvet Glove (El guante de terciopelo) en 1956.

La mejor oportunidad para renovar su revista se le presentó a Santesson en 1959, cuando pasó a ser editada por Great American Publications. En octubre de 1959, Fantastic Universe experimentó una modernización. Aunque volviendo al formato de revista barata, se imprimía en papel de mejor calidad. Santesson adquirió algunos cuentos de primera clase, por ejemplo The Largue Ant (La gran hormiga), un relato de Howard Fast sobre la evolución, y se aseguró la contribución de Lester del Rey, John Brunner, Lin Carter, Jorge Luis Borges y Poul Anderson. La publicación en forma de folletín de The Mind Thing (El objeto mental), la novela de Fredric Brown sobre un extraterrestre que se adueña de las mentes humanas, se inició en marzo de 1960. Los lectores hubieron de esperar un año, hasta que fue publicado el libro, para averiguar cómo concluía. Aquél fue el último número de Fantastic Universe, otra víctima de los distribuidores, precisamente cuando mayor éxito obtenía. La editorial planeó una revista especial, de un solo número, a fin de publicar en ella los relatos inéditos comprados para Fantastic Universe. La proyectada Summer SF jamás se hizo realidad. No obstante, se publicaron dos números de una revista de horror, Fear!, así como otros cinco de una edición americana de New Worlds, aunque de esto hablaremos más tarde.

Entre las víctimas finales de la plaga, se incluyeron las más apreciadas revistas, Future y Sciencie Fiction Stories, admirablemente editadas por Robert Lowndes durante casi veinte años. Lowndes (nacido en 1916) fue y sigue siéndolo (pese a que ya no trabaja en este campo), uno de los mejores y más competentes editores de revistas. Se interesaba de verdad por la revista en sí, en sus colaboradores y, sobre todo, sus lectores, en tanto que otros adoptaban la actitud de «primero ocuparse de la revista, ya se ocupará ésta del lector». Para Lowndes, el lector era lo primero, o al menos se encontraba al mismo nivel.

Esta preocupación se revela muy claramente al leer su publicación: los editoriales personalizados, las excelentes secciones dedicadas al lector y el aficionado, y el sentimiento general que se desprende de que «esto es obra de todos». Leer una de las revistas de Lowndes causaba la impresión de pertenecer a una familia, y en cierto sentido así era.

Future apareció de manera más irregular, y durante parte de 1954, quedó casi postergada. Salió esporádicamente a lo largo de 1956 y, por último, en 1958 adoptó una periodicidad bimensual, al tiempo que SF Stories pasaba a mensual. Ambas revistas contenían una excelente literatura, con la diferencia de que SF Stories podía ofrecer folletines gracias a la frecuencia de su publicación; entre ellos, The Tower of Zanid (La torre de Zanid (1958) -las heroicas peripecias escritas por L. Sprague de Camp correspondientes a su serie Krishna y que narraban los intentos de un aventurero por recuperar su reino perdido- y el muy infravalorado Caduceus Wild (Caduceo salvaje) (1959), de Ward Moore y Robert Bradford. Situada en un futuro dominado por la medicina, cuando constituye un delito no llevar encima el certificado de buena salud firmado por un médico, la novela relata la rebelión de los mallies, es decir los enfermos.

Pese a que ambas revistas incluían relatos de Silverberg, Garrett y otros escritores pertenecientes a la fábrica de ficción, se trataba de narraciones escogidas con evidente cuidado por Lowndes, y rara vez había algún cuento malo. Muchos escritores deben a Lowndes su primera o primeras ventas durante este período. Por ejemplo, Thomas N. Scortia (nacido en 1926), conocido hoy día como el autor de uno de los libros en que se basó la película El coloso en llamas. Aunque su primera obra se la había comprado Del Rey en 1953 para SF Adventures, la mayoría de sus primeros relatos pasaron a manos de Lowndes. Uno de los mejores, Genius Loci (SF Stories, septiembre de 1957), se desarrolla en un mundo extraño, donde los colonos humanos se ven misteriosamente afectados por una plaga vegetal. Scortia aplicó buena parte de sus conocimientos de química a este fascinante relato.

Lowndes adquirió también varios relatos de escritores, en particular de Kate Wilhelm (cuyo Love and the Stars -Today! reeditamos en este volumen) y Carol Emshwiller. Esta última nacida en 1927, ofreció a Future, en 1955, su This Thing Called Love (Eso que llaman amor), que aportaba al género un toque de originalidad del que estaba muy necesitado. Carol era la esposa de Ed Emshwiller (nacido en 1925), uno de los dibujantes de ciencia ficción de más renombre, que firmaba sus obras con la abreviatura Emsh. Su producción durante la década de 1950 fue sorprendente, y ninguna revista que se preciara dejó de ofrecer al menos una de sus portadas. Poseía un talento especial para el dibujo de figuras, sobre todo femeninas, y la posible falta de originalidad en sus cubiertas quedaba compensada por su belleza. Sus obras se ven raramente en la actualidad, ya que Emsh ha ido introduciéndose en el campo de la producción cinematográfica.

Uno de los últimos autores noveles que destacó gracias a las revistas fue R. A. Lafferty, nacido en 1914. Su primera narración, Day of the Glacier (La era glacial), en torno a una inminente catástrofe provocada por una nueva glaciación, apareció en el número correspondiente a enero de 1960 de SF Stories.

El aficionado devoto de la ciencia ficción consideraba Future como la mejor publicación, en virtud de su contenido ajeno a la novelística. A partir del verano de 1957, Lowndes ofreció una serie de atractivos editoriales, que rememoraban la composición de las primitivas revistas del género. Bajo el título «Yesterday's World of Tomorrow» (Mundo futuro del ayer), la sección se prolongó hasta el número de agosto de 1959, concentrándose en un estudio, relato por relato, de Amazing y sus compañeros, 1927 a 1929. Con la edición de febrero de 1958, Lowndes inició un «Almanaque de la ciencia ficción», detallando mes por mes los hechos históricos en el terreno de la revista. También hubo una sección de colaboraciones del lector, a cargo de Robert Madle, y artículos científicos de Isaac Asimov y Thomas Scortia, aparte de otros muchos detalles de interés, como por ejemplo una alborotadora sección de «Cartas de los lectores».

El triste final se presentó de forma repentina. En abril y mayo de 1960, respectivamente, salieron los últimos números de Future y Science Fiction, víctimas a su vez de los distribuidores. Sin embargo, no supuso la desaparición de SF Stories. James V. Taurasi (nacido en 1917), veterano aficionado, compró el título al editor Louis Silberkleit. En diciembre de 1961, publicó un folleto anunciando la continuación de la revista, y en los inviernos de 1962 y 1963 aparecieron dos números impresos por cuenta propia. Olvidados de inmediato, no se les cuenta entre las revistas de ciencia ficción. Al publicarse el último de ellos, Robert Lowndes había vuelto ya a la palestra.