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Por extraña ironía, fueron los esfuerzos que Wolff realizó en favor de la Operación Amanecer, lo que contribuyó a llevarle al juicio. El mariscal de campo Alexander, el general Lemnitzer y Allen Dulles, consideraron que si se le juzgaba en Nuremberg se tendría en cuenta lo que había conseguido en Italia. Pero como en aquella época había pocas pruebas contra Wolff, no se le llevó a juicio ante los Aliados.

El llamado Uberleitungsvertrag (tratado entre las potencias aliadas y el nuevo Gobierno alemán) establecía que los criminales de guerra que habían sido juzgados y sentenciados por las cortes aliadas, no podían ser juzgados posteriormente por tribunales alemanes. Esta especificación fue incluida originalmente en el tratado, porque los Aliados temían que los tribunales alemanes pudiesen reanudar los juicios y reducir las sentencias. Pero ocurrió de muy distinta manera. Una vez la soberanía alemana quedó restaurada, los Aliados concedieron el perdón a todos los criminales de guerra, menos a tres (Hess, Schirach y Speer). En la actualidad, los demás están libres y no pueden ser juzgados por ningún tribunal alemán.

Durante el juicio de Wolff, el doctor Von Gaevernitz testificó en su favor tratando durante dos horas de impresionar a los jueces con lo que Wolff había realizado. Gaevernitz escribió posteriormente que «todo el ambiente era hostil a Wolff». Este fenómeno puede explicarse porque Wolff es el único de los jerarcas nazis que aún está vivo. Es el único pez gordo que queda, y contra el que la ira de ciertos sectores de población puede descargar.

«También daba la impresión de que era el juicio de una generación alemana joven contra otra de más edad. El fiscal, que es un individuo competente, simpático e inteligente, tiene unos cuarenta años más o menos, y como mucha gente de su edad (o más jóvenes), nunca ha experimentado el terror nazi o de los Estados policíacos totalitarios. Como es lógico, la generación más joven no se siente responsable por los crímenes del Nacional Socialismo, y siente un rencor justificado contra la generación anterior. Esto se debe a que los jóvenes están sufriendo -y probablemente continuarán padeciendo durante muchos años, en el futuro- de las sombras que se han abatido sobre todo lo que es alemán, debido a las faltas y delitos cometidos por sus padres.

»El fiscal, como muchas otras personas, está juzgando los sucesos del reinado nazi desde el punto de vista del ambiente estable y legalmente sano que prevalece en la actualidad en Alemania. No llegan a comprender que en aquellos días una persona difícilmente podía actuar como deseaba sino que se veía forzada a hacerlo del modo que le ordenaban. Era imposible actuar en abierta oposición. Incluso era extremadamente difícil renunciar a cualquier puesto importante para el que le designasen.

»No estoy tratando de disculpar a Wolff. Como uno de los personajes más importantes de la jerarquía nazi, detenta una responsabilidad histórica por los delitos cometidos por el régimen. Pero nunca creó sistemas policíacos, como algunos pretenden. Puede decirse que fue un servidor obediente, que creyó durante largo tiempo en la voz de su amo.

»Wolff comenzó a comprender la verdad en 1943 y no trató de liberarse a sí mismo de la trágica situación, sino que procuró salvar a su país.

»A fines de 1943, Wolff recibió un alto cargo en Italia. Por vez primera se hallaba en condiciones de actuar por su propia cuenta. ¿Qué hizo entonces? Perdonó a los judíos, hizo lo propio con los partisanos, y por fin, sin el conocimiento de Hitler ni de Himmler, estableció contacto con los Aliados en Italia, con tremendo riesgo personal, a fin de poner término a la guerra. El resto ya lo conocemos. Una vez más, quiero decir que si hubiese tenido interés en salvarse a sí mismo, habría encontrado una forma mucho más fácil de hacerlo.»

CAPÍTULO 6. «El telón de acero se aproxima cada vez más»

Entrevistas con el almirante Doenitz, el teniente general Miles Dempsey, el general Blumentritt y el general Wenck; el conde Schwerin von Krosigk, los coroneles Von Dufving, Degrelle, Kempka Kempin y Woehlerman; Frau Deutschmann y otros allegados a Hitler que no desean ser mencionados. También: Diario de Weidling; Berlín 1945, por Haupt; el informe de Woehlerman; Memoirs, de Doenitz; el Diario de Schwerin von Krosigk; el interrogatorio de Hanna Reitsch; La Campagne de Russie, por Degrelle; Goebbels-The Man Next to Hitler, por Semmler; y Dr. Goebbels, por Manvell y Fraenkel. También correspondencia intercambiada con el doctor Naumann.

CAPÍTULO 7. «Comienza una larga capitulación»

Los informes relacionados con Checoslovaquia, en este capítulo y los siguientes, se basan en entrevistas sostenidas con el general Arthur Schmidt, el doctor Petr Zenkl, Frank Meloun, doctor Otokar Machotka, Eugene Fodor y Emil Horyna. También: The Communist Subversion of Czechoslovaquia, por Josef Korbel; Whos's Next?, de John Brown; Anatomy of a Satellite, por Dana Adams Schmidt; Czechoslovakia in European History, por. Harrison Thomson; On My Country, por Josef Josten; Czechoslovakia Enslaved, por Robert Ripka, y un artículo de Joseph Wechsberg aparecido en la revista Collier's, el 11 de agosto de 1945. Lo concerniente a la actuación de Vlasov, en éste y los capítulos subsiguientes, procede de entrevistas con el coronel Konstantin Kromiadi; Misbach Miftachoglu, Eugen Kuzminsky, Valentin Pischvanoff, Constantine A. Krylov, Yury Hakusha, doctor Heinrich Schultz, Gregory Tapeshko, doctor Muzychenko-Pismenny, teniente coronel Vyacheslav P. Artemiev, doctor George Kohlik y Peter Kruzhin. También: correspondencia con Nikolai Gallay; Soviet Opposition to Stalin, de George Fischer; German Rule in Russia, de Alexander Dallin; un interrogatorio hecho al memoria de los rusos que lucharon por la libertad y que perecieron en campaña contra la tiranía de Stalin».

Otro materiaclass="underline" entrevistas con el almirante Doenitz, los coroneles Yurasov y Pash, el comandante Hamlin, el padre Sampson y John Groth. También: correspondencia con el teniente Knowlton, el doctor Von Braun y el doctor L. de Jong, director del Rijksintituut voor Oorlogsdocumentatie, de Amsterdam; Memoirs, de Doenitz; The Memoir of Field-Marshall Montgomery; The Kremlin and World Politics, de Moseley; Three Years with Eisenhower, por Butcher; Crusade in Europe, por Eisenhower; Eisenhower's Six Great Decisions, por.Smith; Eisenhower Was My Boss, de Kay Summersby; Crossbow and Overcast, de Mac-Govern; Miracle Before Berlin, de MacMillan; The Strange Alliance, de Deane; Report of the American Commission for the Protection and Salvage of Artistic and Historic Monuments in War Areas; Survival, de James J. Rorimer; Studio in Europe, de John Groth; un artículo de William A. Knowlton aparecido en el número de agosto de 1945 del Reader's Digest; un artículo de Ernst von Jungenfeld en el número de septiembre de 1961 de Der Deutsche Soldat, y un relato de Seymour Freidin, que apareció el 8 de mayo de 1945 en el Herald Tribune, de Nueva York.

CAPÍTULO 8. «Las banderas de la libertad ondean sobre toda Europa»

Entrevistas con el almirante Doenitz, el conde Schwerin von Krosigk, el feldmarschall Schoerner, los generales Devers, Morgan y Strong; los coroneles Degrelle, Yurasov y Rudel. También; Memoirs, de Doenitz; Himmler, de Frischaner; Himmler, de Manvell y Fraenkel; diario de Schwerin von Krosigk; Eisenhower Was My Boss, de Kay Summerby; Crusade in Europe, de Eisenhower; My There Years with Eisenhower, por Butcher; A Soldier's Story, de Bradley; The Strange Alliance, de Deane; Diplomat Among Warriors, de Robert Murphy; I Was There, por Leahy; La Campagne de Russie, por Degrelle; Stuka Pilot, por Rudel; Russia At War, por Werth; The History of the French First Army, por el mariscal de Lattre de Tassigny; la autobiografía de Eichmann aparecida el 5 de diciembre de 1960 en la revista Life, y un artículo de Edward Kennedy publicado en el número de agosto de 1948, en la revista The Atlantic Monthly.