Cuando se encontró con su padre, el miedo, el aborrecimiento, el amor, la admiración, tironearon de él. Todos los sentimientos por sobre el vínculo más profundo e indestructible.
Pero a Hiram lo podía enfrentar. Kate era diferente. La necesidad que sentía y que surgía como una oleada imparable, de acariciarla, de poseerla, de devorarla de algún modo, era completamente avasalladora. En compañía de ella quedaba sin habla, tan despojado del control de su mente como de su cuerpo.
De un modo o de otro Kate sabía cómo se sentía él y, en silencio, lo dejaba solo. Bobby sabía que ella iba a estar esperándolo cuando estuviera listo para enfrentarla y reanudar la relación.
Pero, al menos, con Hiram y Kate podía entender por qué se sentía como se sentía, podía investigar una relación causal, podía poner rótulos provisorios a las violentas emociones que lo sacudían. Lo peor de todo eran los cambios de humor que parecía padecer sin causa discernible alguna.
Solía despertar llorando sin motivo. O si no, en medio de un día de placeres mundanos, se descubría lleno de un alborozo indescriptible, como si repentinamente todo tuviera sentido.
Su vida de antes parecía lejana, carente de textura, como un boceto plano y sin colores hecho a lápiz. Ahora estaba inmerso en un nuevo mundo de color y textura y de luz y sensaciones, en el que las cosas más simples como el brotar de una hoja al comenzar la primavera, el destello de la luz matutina sobre el agua, la curva suave de la mejilla de Kate, podían estar envueltas por una belleza que jamás había sabido que existiera.
Y Bobby, el frágil yo que navegaba por la superficie de este oscuro océano interior, iba a tener que aprender a vivir con la nueva, compleja y desconcertante persona en la que se había transformado de pronto.
Ése fue el motivo por el que fue a buscarlo a su hermano.
Obtenía un gran bienestar de la presencia impasible y paciente de David: esa figura parecida a la de un oso, con su espeso cabello rubio, encorvada sobre sus pantallas flexibles, sumergida en su trabajo, satisfecha con su lógica y su coherencia interna, garrapateando notas con sorprendente delicadeza. La personalidad de David era tan maciza y sólida como su cuerpo; al lado de él, Bobby se sentía evanescente, una voluta de humo y, no obstante, sutilmente calmo.
Una tarde de un frío inoportuno estaban sentados, con sendas tazas de café sostenidas por las manos ahuecadas para calentarse con el calor de la bebida, aguardando los resultados de otro ciclo de ensayos de rutina: un nuevo agujero de gusano había tironeado de la espuma cuántica, extendiéndose más lejos que cualquier otro antes de él.
—Puedo entender a un teórico que desea estudiar los límites de la tecnología de los agujeros de gusano —dijo Bobby—. Llevar los conocimientos tan lejos como se pueda. Pero ya hemos logrado el gran descubrimiento. Con seguridad lo que es importante ahora es la aplicación.
—Por supuesto —dijo David con tono apacible—. De hecho, la aplicación lo es todo. Hiram tiene la meta de hacer que la generación de agujeros de gusanos pase de ser un acto de magia de la física de alta energía, que sólo se pueden permitir los Estados y las corporaciones, a algo mucho más pequeño, de fácil fabricación y con un volumen físico reducido al nivel de miniatura.
—Como las computadoras —resumió Bobby.
—Exactamente. No fue sino hasta que la miniaturización y el desarrollo de la PC que las computadoras estuvieron en condiciones de saturar el mundo, hallando nuevas aplicaciones, creando nuevos mercados… transformando nuestra vida, en suma. Hiram sabe que no mantendremos el monopolio para siempre, tarde o temprano alguien más va a presentar un diseño independiente de cámara Gusano. Quizás, hasta uno mejor. Y la miniaturización y la reducción de costos es algo que indudablemente va a venir a continuación.
—Y el futuro de Nuestro Mundo —dijo Bobby— es, sin duda, ser el líder del mercado, de todos esos generadores pequeños de agujeros de gusano.
—Ésa es la estrategia de Hiram —dijo David—. Tiene la visión de que la cámara Gusano habrá de reemplazar todos los demás instrumentos de recolección de datos: cámaras, micrófonos, sensores científicos, hasta sondas médicas. Si bien no puedo decir que estoy esperando con ansia el advenimiento de la endoscopia por agujero de gusano…
“Pero tal como te dije, estudié un poco de administración de empresas, Bobby: las cámaras Gusano producidas en masa serán un bien de consumo y podremos competir nada más que en el precio. Pero estoy convencido de que con la delantera técnica que llevamos, Hiram puede abrir infinitas oportunidades para sí a través de la diferenciación; presentando aplicaciones que nadie más en el mercado pueda ofrecer. Y eso es lo que estoy interesado en explorar. —Sonrió ampliamente. —Es en eso que le digo a Hiram que se está invirtiendo su dinero aquí.
Bobby estudió a su hermano, tratando de concentrarse en él, en Hiram, en la cámara Gusano, tratando de entender.
—Tan sólo quieres saber, ¿no? Eso es lo máximo para ti.
David asintió con la cabeza.
—Eso supongo. La mayor parte de la ciencia no es más que trabajo de gruñones: trabajo tenaz y reiterativo, realización interminable de ensayos y comprobaciones. Y debido a que se deben eliminar las hipótesis falsas, en ese momento el trabajo es, en realidad, más destructivo que constructivo. Pero, en ocasiones, sólo unas pocas veces, en el caso de una vida afortunada, es probable que exista un momento de trascendencia.
—¿Trascendencia?
—No toda la gente lo expresaría así, pero así es como yo lo siento.
—¿Y no importa que dentro de quinientos años nadie leyera tus trabajos de investigación?
—Preferiría que eso no fuera cierto. Quizá no lo sea. Pero la revelación en sí es lo importante, Bobby. Siempre fue así.
En la pantalla flexible que tenían a sus espaldas se produjo una ráfaga cromática de píxels en forma de estrella, acompañada por un tono suave parecido a un leve tintineo.
David suspiró.
—Pero hoy no, parece.
Bobby atisbo por encima del hombro de su hermano que en uno de los extremos de la pantalla se veía una rápida sucesión de números.
—¿Otra inestabilidad? Es como en los primeros tiempos de los agujeros de gusano.
David pulsó un teclado, disponiendo la realización de otro ensayo.
—Pues esta vez somos algo más ambiciosos. Nuestras cámaras Gusano ya pueden alcanzar cada rincón de la Tierra, cruzando distancias de miles de kilómetros. Lo que ahora estoy intentando es extraer y estabilizar agujeros de gusano, que se extiendan intervalos significativos en el espacio-tiempo de Minkowski; de hecho, decenas de minutos luz.
Bobby alzó la mano, pidiendo un respiro.
—Ya conseguiste que me perdiera. Un minuto luz es la distancia que recorre la luz en un minuto, ¿no es así?
—Sí. Por ejemplo, el planeta Saturno se encuentra a unos mil millones y medio de kilómetros de nosotros. Eso significa alrededor de ochenta minutos luz.
—¿Y queremos ver Saturno?
—Por supuesto que queremos. ¿No sería maravilloso tener una cámara Gusano que explorara el espacio profundo? No más sondas defectuosas, no más misiones de años de duración. Pero la dificultad radica en que los agujeros de gusano que abarcan intervalos tan grandes son extremadamente raros en la efervescencia probabilística de la espuma cuántica. Y estabilizarlos plantea un desafío, en un orden de magnitud más complicado que antes… Pero no imposible.