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Ella le sonrió.

—Cuando eras pequeño te gustaba el té.

—¿De veras?

—No bebías otra cosa. Ni siquiera gaseosas. Así que… ¿Querrías?

Iba a rehusarse, pero era probable que ella lo hubiera comprado especialmente. ¡Y ésta es tu madre, pedazo de imbécil!

—Claro que sí —mintió—. Gracias.

Heather fue a la cocina y volvió con una tetera humeante de lo que resultó ser té de jazmín. Se inclinó hacia él para servírselo.

—No me puedes engañar —susurró— …pero gracias por ser indulgente conmigo.

Silencio embarazoso. Bobby sorbió el té.

Señaló la gran pantalla flexible y la parva de papel.

—Eres cineasta, ¿no es así?

Ella suspiró.

—Solía serlo. Documentales. Me considero a mí misma como periodista de investigación. —Sonrió. —Gané premios. Deberías estar orgulloso. No es que a alguien le importe más ese costado de mi vida, en comparación con el hecho de que una vez me acosté con el grandioso Hiram Patterson.

Bobby preguntó.

—¿Todavía trabajas? ¿Aun cuando…

—¿Aun cuando mi vida está deshecha? Estoy tratando de trabajar. ¿Qué otra cosa puedo hacer? No quiero que se me defina en función de Hiram. Y no es que eso resulte fácil. Todo ha cambiado con tanta rapidez.

—¿La cámara Gusano?

—¿Qué otra cosa?… Ya nadie quiere pedazos de película elegidos por un director. Y al género dramático se lo borró por completo del mapa. Todos estamos fascinados por este nuevo poder que tenemos de observarnos los unos a los otros, así que ya no queda trabajo, con la excepción de las novelas documentales, seguir gente real en el transcurso de su vida real… con el consentimiento y la aprobación de esa gente, claro está. Eso es irónico, si se tiene en cuenta mi propia posición, ¿no crees? Mira —hizo aparecer una imagen en la pantalla flexible, una joven en uniforme.

—Anna Petersen. Recién salida de la escuela de la Armada en Annapolis.

Bobby sonrió.

—¿Anna de Annapolis?

—Ya puedes ver por qué se la eligió. Tenemos dotaciones rotativas para hacer el seguimiento de Anna veinticuatro horas por día. Seguiremos su carrera en los primeros destinos que le asigne la Fuerza, durante sus triunfos y desastres, sus amores y pérdidas. Según se rumorea se la ha de enviar con la fuerza de tareas a los puntos candentes de la guerra por el agua que se está librando en el mar de Aral, así que estamos esperando algo de buen material. Por supuesto, la Armada sabe que estamos haciendo el seguimiento de Anna. —Heather miró hacia el aire vacío. —¿No es así, muchachos? De modo que tal vez no sería una sorpresa que ya se le haya dado una misión así; y no cabe la menor duda de que tendremos abundancia de metraje de película de guerra apto para que lo puedan ver las mamitas de los combatientes y que les muestre lo bien que sus hijos lo están pasando.

—Eres cínica.

—Pues espero que no. Pero no es fácil. La cámara Gusano está destrozando mi carrera. Ah sí, por el momento hay demanda por gente que sepa interpretar su información —analistas, editores, comentadores—, pero aun eso va a desaparecer cuando las enormes masas humanas de clase baja que están ahí afuera puedan apuntar sus propias cámaras Gusano a quien mejor les plazca.

—¿Crees que eso va a ocurrir?

La mujer resopló.

—Oh, pero naturalmente que sí. Esto ya nos pasó antes con las computadoras personales. Sólo es cuestión de cuan rápido vaya a ocurrir ahora. Empujadas por la presión de la competencia y por las fuerzas sociales, las cámaras Gusano van a volverse más baratas y más poderosas y de más amplia asequibilidad, hasta que toda la gente tenga una.

Y quizá —pensó Bobby con inquietud, recordando los experimentos de David con la visión a través del tiempo— más poderosas que lo que ya conoces.

—…Háblame sobre ti y Hiram —disparó de pronto Bobby.

Heather sonrió, dando la impresión de sentirse cansada.

—¿Estás seguro de querer eso? ¿Acá, en el planeta de la Cámara Indiscreta?

—Por favor.

—¿Qué te dijo Hiram sobre mí?

Con lentitud, vacilante en ocasiones, repitió la narración de Hiram.

Heather asintió con la cabeza.

—Entonces eso es lo que ocurrió. —Y ella sostuvo la mirada de Bobby durante muchos segundos. —Escúchame, soy más que un apéndice de Hiram, que una especie de anexo de tu vida. Lo mismo vale para Mary. Somos gente, Bobby. ¿Sabías que perdí un hijo y Mary, un hermano menor?

—No, Hiram no me lo dijo.

—Estoy segura de que no lo hizo porque eso nada tenía que ver con él. Gracias a Dios que nadie puede mirar eso, No aún, pensó Bobby sombríamente.

—…Quiero que entiendas esto, Bobby. —Miró al aire. —Quiero que todos entiendan. Mi vida se está destruyendo, pedazo por pedazo, porque se la está observando. Cuando perdí a mi hijo me escondí. Cerré las puertas con llave, cerré las cortinas, hasta me escondí debajo de la cama. Por lo menos había momentos en los que podía estar en privado. No ahora. Ahora es como si cada pared de mi casa se hubiera convertido en un espejo que permite ver desde el otro lado. ¿Puedes imaginar la sensación que eso produce?

—Creo que sí —contestó con gentileza.

—Dentro de unos días el centro de atención se va a desplazar, a quemar a alguna otra persona. Pero nunca sabré cuándo algún obseso, en alguna parte del mundo, estará fisgando en mi alcoba, todavía curioso, aun cuando hubieran transcurrido años desde hoy. E incluso si la cámara Gusano desapareciera mañana, nunca podría traer de vuelta a Desmond.

“Mira, las cosas ya han ido bastante mal para mí pero, por lo menos, sé que todo eso se debe a algo quejo hice, hace mucho tiempo. Mi esposo y mi hija nada tuvieron que ver con eso. Y, aun así, se vieron sometidos a la misma mirada escrutadora e inmisericorde. Y Desmond…

—Lo siento.

Heather bajó la mirada. Su taza estaba temblando, produciendo un delicado tintineo de porcelana en el platillo.

—Yo lo siento también. No acepté verte para hacer que te sientas mal.

—No te preocupes. Ya me sentía mal desde antes. Y traje al público. He sido egoísta.

Su madre sonrió con esfuerzo.

—Estaban aquí de todas maneras. —Blandió la mano por el aire, alrededor de la cabeza. —A veces imagino que puedo dispersar a los fisgones como quien ahuyenta insectos. Pero no supongo que eso sirva para algo. Me agrada que vinieras, cualesquiera que fuesen las circunstancias… ¿Querrías más té?

“…Ella tenía ojos pardos.

No fue sino hasta que soportó el largo viaje de regreso a Cedar City que ese simple detalle se le ocurrió de pronto a Bobby.

Llamó.

—Motor de búsqueda. Genética Básica. Genes dominantes y recesivos. Por ejemplo, los ojos azules son recesivos; los pardos, dominantes. Así que si un padre tiene ojos azules y la madre los tiene pardos, los hijos deberían tener…

—¿Ojos pardos? No es así de sencillo, Bobby. Si los cromosomas de la madre llevan un gen para ojos azules, entonces algunos de los hijos tendrán ojos azules también.

—Azul-azul proveniente del padre; azul-pardo proveniente de la madre. Cuatro combinaciones…

—Sí. Así que uno de cuatro hijos tendrá ojos azules.

“…Hmmm, tengo ojos azules, pensó. Heather los tiene pardos.

El motor de búsqueda era lo suficientemente sagaz como para interpolar la verdadera pregunta de Bobby.

—No tengo información sobre los antecedentes genéticos de Heather, Bobby. Si lo deseas puedo averiguarlo…

—No importa. Gracias.