Выбрать главу

—Y por eso se condenó al hombre equivocado.

—Ejecutó.

Mavens pulsó la pantalla flexible e hizo aparecer una imagen nueva: era la de una mujer cuarentona, rubia. Estaba sentada en una oficina deprimente y despintada. Tenía la cara contraída por el dolor.

—Ésta es Mae Wilson —explicó Mavens—, la esposa de Philip, la madre de los dos hijos adoptados. Ya se había resignado a la muerte del hijo, resignado a lo que consideraba el espantoso crimen perpetrado por su marido. Hasta se había reconciliado con Barbara, había hallado consuelo en ella. Ahora —en este mismo momento— tuvo que enfrentar una verdad mucho más espantosa.

Bobby se sentía incómodo enfrentado a este horror, a este dolor en carne viva. Pero Mavens congeló la imagen.

—Ahí mismo —murmuró—. Fue ahí mismo cuando le partimos en dos el corazón. Y eso es mi responsabilidad.

—Usted hizo las cosas lo mejor que pudo.

—No. Pude haber hecho mejor las cosas. La muchacha, Barbara, tenía una coartada pero, al mirarla en forma retrospectiva, es una coartada que pude haber destruido. Había otros detalles pequeños: discrepancias en los horarios, la distribución de la sangre. Pero no vi todo eso. Eso es lo que la cámara Gusano es: es una máquina de la verdad.

Bobby movió la cabeza en gesto de desacuerdo.

—No. Es una máquina de percepción retrospectiva.

—Tiene que ser justa para que la verdad reluzca —dijo Mavens—. Sigo creyendo en eso. Claro que creo en eso. Pero, a veces, la verdad hiere más allá de las convicciones. Como a esta pobre de Mae Wilson. ¿Y sabe qué? La verdad no la ayudó: no le devolvió a Mían ni a su marido. Todo lo que hizo fue arrebatarle a la hija también.

—Todos vamos a tener que pasar por eso, de una forma o de otra, vernos forzados a enfrentar cada error que hayamos cometido. —Puede ser —dijo Mavens en voz baja. Sonrió y pasó el dedo por el borde del escritorio. —He aquí lo que la cámara Gusano hizo por mí. Mi trabajo ya no es más un ejercicio intelectual, enigmas tipo Sherlock Holmes. Ahora me siento todos los días y me pongo a observar la decisión, el salvajismo, el… el frío cálculo. Somos animales, Bobby. Bestias, debajo de estos limpios trajes con que nos vestimos. —Sacudió la cabeza sin dejar de sonreír y pasó el dedo por el escritorio, para atrás y para adelante, para atrás y para adelante.

19. TIEMPO

A medida que la accesibilidad y la potencia de la cámara Gusano se extendía de manera inexorable, así ojos invisibles caían como copos de nieve a través de la historia humana, cada vez más profundamente en el tiempo…

Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos de América, 17 de abril de 1955 de nuestra era:

Su buen humor, en esas últimas horas, impresionaba a sus visitantes. Hablaba con perfecta calma y bromeaba sobre sus médicos y, en general, parecía contemplar el fin que se aproximaba como nada más que un fenómeno natural que se debía esperar.

Y, claro está, aun en el final, dio órdenes con su voz ronca: le preocupaba no convertirse en objeto de peregrinación y a su oficina del Instituto le dio instrucciones para que no se lo conservara tal como él lo había dejado, y que su casa no se convirtiera en un santuario, y otras instrucciones por el estilo.

El doctor Dean lo revisó por última vez a las once de la noche y lo encontró durmiendo pacíficamente.

Pero poco después de medianoche, la enfermera —la señora Alberta Roszel— advirtió un cambio en la respiración. Gritó pidiendo ayuda y, con el auxilio de otra enfermera, levantaron la cabecera de la cama.

Él estaba musitando algo y la señora Roszel se acercó para oír.

Aun cuando la mente más aguda desde la de Newton empezara, por fin, a desenmarañarse, pensamientos finales flotaban hacia la superficie de su conciencia. Quizá lamentaba el gran proyecto de unificación de la física que había dejado sin terminar. Quizá se preguntaba si su pacifismo había seguido el curso correcto después de todo: si había estado en lo correcto al alentarlo a Roosevelt para que se ingresara en la Era Atómica. Quizá, simplemente lamentaba cómo siempre había puesto primero la ciencia, inclusive ante aquellos que lo amaban.

Pero era demasiado tarde para todo eso. Su vida, tan intensa y compleja en su juventud y en la edad madura, ahora se estaba reduciendo, tal como tienen que hacerlo todas las vidas, a una sola hebra de absoluta simplicidad.

La señora Roszel se inclinó para oír su tenue voz. Pero las palabras eran en alemán, el idioma de su juventud, y no lo entendió.

…Y ella no vio, no podía ver, el enjambre de hendeduras en el espacio-tiempo que, en esos últimos instantes, se apiñaban en torno de los temblorosos labios de Einstein para oír esas palabras finales:

…¡Lieserl! ¡Oh, Lieserl!

Extraído del testimonio del profesor Maurice Patefield, Instituto Tecnológico de Massachusetts, cátedra del grupo para la campaña “Semilla de Gusano “, a la Comisión del Congreso para el Estudio del Electorado Estadounidense., 23 de septiembre de 2037:

No bien resultó evidente que la cámara Gusano puede pasar no sólo a través de las paredes sino hacia el pasado, por todo el globo se inició una obsesión de la especie humana por su propia historia.

Al principio se nos convidó con películas verdaderas de factura profesional tomadas por la cámara Gusano, en las que se mostraban sucesos tan importantes como guerras, asesinatos, escándalos políticos. Imposible de hundir, la reconstrucción con muchos puntos de vista del desastre del Titanic, fue un espectáculo desgarrador, pero que no se podía dejar de ver, aun cuando demoliera muchos de los mitos del mar propagados por narradores carentes de sentido crítico y de que gran parte del suceso hubiese tenido lugar en la oscuridad absoluta del Atlántico Norte. Pero pronto nos pusimos impacientes con la interpolación que hacían los profesionales: queríamos ver por nosotros mismos. La presurosa inspección de muchos momentos desgraciados del pasado reciente reveló trivialidad y sorpresa. La deprimente verdad que rodeaba a Elvis Presley, O. J. Simpson, y hasta la muerte de los Kennedy, con seguridad no resultaron una sorpresa. Por otro lado, las revelaciones sobre el asesinato de tantas mujeres descollantes —desde Marilyn Monroe hasta Diana, princesa de Gales, pasando por la Madre Teresa —causaron una oleada de conmoción, aun en una sociedad que se estaba acostumbrando a recibir semejante cantidad de revelaciones. La existencia de una camarilla tenebrosa e implacable de hombres misóginos cuyas actividades contra las (tal como ellos las veían) demasiado poderosas mujeres, actos que se extendieron durante dos décadas, causaron un profundo examen de conciencia entre ambos sexos. Pero muchas versiones en narración verídica de sucesos históricos, la crisis de los misiles en Cuba, Watergate, la caída del Muro de Berlín, el colapso del euro; si bien de interés para los aficionados, han resultado ser confusas, desconcertantes y complejas. Produce consternación advertir que aun quienes supuestamente ocupan el centro del poder, por lo general saben poco y entienden menos de lo que está sucediendo a su alrededor.

Con el mayor de los respetos por las grandes tradiciones de esta Cámara, casi todos los incidentes clave de la historia humana son, según parece, metidas de pata, así como casi todas las grandes pasiones no son más que torpezas burdas y manipuladoras.

Y, peor que eso, la verdad generalmente resulta ser aburrida. La falta de patrón y de lógica en la avasalladora, casi irreconocible, historia verdadera que ahora se está revelando demuestra ser tan difícil y hastiante para todos, menos para el erudito más ardiente, que las narraciones de ficción realmente están haciendo su regreso en historias que brindan una estructura narrativa lo suficientemente simple como para atrapar al observador. Necesitamos narración y significado, no la contundencia de los hechos…