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Bobby miró figuras de gran talla que trepaban con dificultad por los muros y soldados que venían con premura para enfrentarlas. Pero los defensores retrocedían y los atacantes de armadura avanzaban blandiendo su espada. Bobby vio, sin poder creerlo, a un hombre al que se descabezaba de un solo tajo.

Los cruzados se abrieron paso a brazo partido hasta la zona del Templo. Ahí, los defensores otomanos habían mantenido el sitio durante un día. Por fin, chapoteando en sangre que les llegaba hasta las pantorrillas, los cruzados lograron vencer la resistencia y prontamente aniquilaron a los defensores sobrevivientes.

Los caballeros de armadura y sus seguidores pasaron como manga de langostas por la ciudad, apoderándose de caballos y muías, oro y plata. A la Cúpula de la Roca se la despojó de lámparas y candelabros. A los cuerpos se los abrió en canal, pues a veces los cruzados hallaban monedas en el vientre de los muertos.

Y, mientras proseguía ese largo día de pillaje y carnicería, Bobby vio a cristianos que arrancaban lonjas de carne de sus enemigos caídos, las ahumaban y las comían.

Todo esto en pantallazos violentos, llenos de color: la salpicadura en bermellón de las sanguinolentas espadas, los relinchos de miedo de los caballos, la mirada dura de caballeros que, mugrientos y semimuertos de hambre, cantaban espectralmente salmos e himnos, aun mientras blandían sus grandes espadas. Pero la lucha era extrañamente silenciosa: acá no había armas de fuego, no había cañones; a las únicas armas las operaban músculos humanos.

David murmuró:

—Esto fue un absoluto desastre para nuestra civilización. Fue un acto de violación y causó una escisión entre Oriente y Occidente que nunca se curó del todo. Y todo se hizo en nombre de Cristo.

“Bobby, gracias a la cámara Gusano tuve el privilegio de mirar siglos de terrorismo cristiano, una orgía de crueldad y destrucción que se extendió desde las Cruzadas pasando por el saqueo de México en el siglo XVI y llegando más allá; y todo eso impulsado por la religión de los Papas, mi religión; y el frenesí por la obtención de dinero y propiedades, del capitalismo del cual mi propio padre es un paladín tan conspicuo.

“Con su cota de malla y sus cruces brillantes, los cruzados eran como magníficos animales que avanzaban rabiosos bajo el polvo iluminado por el Sol. La barbarie era pasmosa.

“Y, aun así…

—David, esto ya lo sabíamos. Hay buenas crónicas de las Cruzadas. Los historiadores pudieron separar la verdad de la propaganda, y lo hicieron mucho antes de la cámara Gusano.

—Quizá. Pero somos seres humanos, Bobby. El cruel poder de la cámara Gusano estriba en la capacidad de recuperar la historia desde el polvo de los libros de texto y de hacerla vivir otra vez, de hacerla accesible a nuestros pobres sentidos humanos. Y, por eso, tenemos que experimentarla de nuevo, cuando la sangre que se salpicara hace siglos vuelve a fluir una vez más.

“La historia es un río de sangre, Bobby. Eso es lo que la cámara nos fuerza a ver. La historia es un río que arrastra las vidas como si fueran granos de arena y las hunde en el mar de la oscuridad. Y cada una de esas vidas es y fue tan preciosa y vibrante como la tuya o la mía. Y nada de eso, ni una sola gota de sangre, se puede cambiar. —Miró fijamente a Bobby. —¿Estás listo para ver más?

—David…

David, no eres el único. Todos nosotros compartimos el horror. Te estás hundiendo en la autocomplacencia, si supones que sólo tú eres testigo de estas escenas, que sólo tú te sientes así.

Pero no tenía forma de decirle eso.

David trajo otra imagen. Bobby anhelaba irse, dar vuelta la cara. Pero sabía que tenía que enfrentar esto, si es que quería a ayudar a su hermano.

Una vez más, vida y sangre cruzaron de un extremo a otro de la pantalla.

En medio de ésta, su hora más difícil, David mantuvo la promesa que le hiciera a Heather, y fue a buscar a Mary.

Nunca se había considerado a sí mismo como persona especialmente competente en las cuestiones del corazón de los seres humanos. Así que, en su humildad, y consumido por su propio torbellino interior, había pasado largo tiempo buscando la manera de acercarse a la difícil y angustiada hija de Heather. Y la manera que encontró fue, al final, técnica: a través de un soporte lógico, de hecho.

Se dirigió al puesto de trabajo que Mary tenía en la Fábrica de Gusanos. Era tarde y la mayor parte de los demás investigadores se había ido. La muchacha estaba sentada en un manchón de luz, coloreada por el titilante fulgor de la pantalla flexible del puesto de trabajo y rodeada por la mucho más fuerte oscuridad de este polvoriento sitio de ingeniería y electrónica, que se cernía sobre ella. Cuando David llegó, la muchacha se apresuró a borrar lo que había en la pantalla. Pero David alcanzó a ver un día soleado, un jardín, niños que corrían con un adulto y reían, antes de que volviera la oscuridad. Mary le lanzó una mirada llena de odio y resentimiento. Llevaba puesta una camiseta holgada y mugrienta de manga corta, que tenía impreso un mensaje desfachatado:

PAPÁ NOEL ESTÁ LLEGANDO A LA CIUDAD

David admitió para sus adentros que no entendía el significado, pero no era ése el momento de preguntárselo a su media hermana.

Por su silencio y su postura, la muchacha indicó bien a las claras que no era bienvenido. Pero David no estaba dispuesto a que se desembarazaran de él con tanta facilidad. Se sentó al lado de ella.

—Tuve buenos comentarios acerca del soporte lógico de seguimiento que estuviste desarrollando.

Mary lo miró con severidad.

—¿Quién te estuvo contando lo que hice? Mi madre, supongo.

—No, no tu madre.

—¿Entonces, quién? Bah, supongo que no importa. Piensas que soy paranoica, ¿no? Estoy demasiado a la defensiva; soy demasiado cáustica.

David contestó con tono calmo:

—Todavía no tomé una decisión al respecto.

Al oír eso sonrió con ganas.

—Por lo menos es una respuesta justa. De todos modos, ¿cómo supiste lo de mi soporte lógico?

—Eres usuaria de la cámara Gusano —fue la respuesta—, una de las condiciones para emplearla en la Fábrica de Gusanos es que cualquier innovación que se le hiciere al equipo es propiedad intelectual de Nuestro Mundo. Eso figura en el contrato que tuve que celebrar contigo en nombre de tu madre… y de ti.

—Un Hiram Patterson típico.

—¿Te refieres a hacer buenos negocios? Me parece una cosa razonable. Todos sabemos que esta tecnología todavía tiene un largo trecho por delante…

—Ni que lo digas. Toda la interfaz con el usuario es una basura, David.

—¿Y a quién se le puede ocurrir una idea mejor que a ellos mismos, para optimizar lo que la propia gente necesita?

—¿Así que tienen espías? ¿Gente que observa a los observadores del pasado?

—Tenemos un nivel de metasoporte lógico que controla las adaptaciones que cada usuario introduce para su uso personal, y que evalúa su funcionalidad y calidad. Si vemos una buena idea podemos tomarla y desarrollarla. Lo mejor de todo es, claro, encontrar algo que sea una idea brillante y bien desarrollada.

La muchacha mostró una llamita de interés, de orgullo inclusive.

—¿Como la mía?

—Tiene potencial. Eres una persona lista, Mary, con un futuro brillante delante de ti… pero… ¿cómo podría expresarlo? Sabes poco y nada respecto de desarrollar soportes lógicos de calidad.

—Funciona, ¿no?

—La mayor parte del tiempo. Pero dudo que alguien, a excepción tuya, podría introducir un perfeccionamiento sin reconstruir todo el asunto a partir de cero. —Suspiró. —Ya no estamos en la década de 1990, Mary, ahora, el desarrollo de soportes lógicos es un arte.