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En los últimos meses, Patrick Junior había dado un estirón y ahora era más alto y robusto que su hermano. Sabía que eso le molestaba a Lance, que siempre había utilizado su estatura en su provecho. Ambos estaban muy altos para su edad y Pat estaba creciendo, según comentaba su madre en broma, en proporciones desmesuradas. La mayoría de sus compañeros de clase le llegaban por el hombro y ya estaba más alto incluso que Lance. Eso había hecho maravillas en su autoestima, ya que veía que su padre se sentía muy orgulloso de él al verlo tan crecido. Siempre había sido capaz de vencer a Lance cuando se peleaban, pero recientemente la diferencia se había hecho más notable. Lance siempre había aparentado ser el más fuerte, pero ahora ya no resultaba tan evidente. Su padre incluso se lo había hecho notar. Le dijo que Lance tenía los huesos más grandes, como el abuelo, mientras que Pat tenía una constitución más parecida a la suya.

Pat Junior era la viva imagen de su padre, hasta él mismo podía notarlo. Estaba orgulloso de parecerse tanto al hombre que más quería y estaba decidido a parecerse a él en todo lo posible cuando se hiciera mayor.

– Es una fiesta, una simple fiesta infantil y vosotros os comportáis como si fuese algo del otro mundo -dijo Lance con resentimiento.

Los celos que sentía estaban a punto de salir a relucir. Pat Junior sabía que Lance no aceptaba con facilidad que él estuviera celebrando una gran fiesta por su décimo cumpleaños. Lance era celoso por naturaleza y Patrick, que no conocía lo que era la envidia ni la ambición, no sabía a menudo cómo reaccionar ante eso. Suponía que Lance también tendría su fiesta cuando cumpliese los diez años, pero, como en todo, a Lance le gustaba ser el primero. Lance sólo veía la fiesta de Patrick como algo más que algún día debería superar. De hecho, ya había empezado a planear su fiesta y a buscar la forma de hacerla más ostentosa. Lo que no parecía entender es que la fiesta de Pat sería mucho más divertida porque su hermano era del agrado de mucha gente.

Lance no era de los que hacían amigos fácilmente y Patrick Junior siempre tenía que salir en su defensa, a pesar de que aquel era normalmente el que provocaba las disputas. Pat Junior comprendía hasta cierto punto sus sentimientos; casi todos sus amigos con hermanos más pequeños tenían el mismo problema. Ser el más pequeño ya era bastante duro, pero Lance, además, tenía que soportar que su madre prefiriese a su hermano, aunque se esforzase por no establecer diferencias. Sin embargo, también sabía que era el preferido de la abuela Annie y que ella lo quería con toda su alma.

Lance casi nunca estaba contento y Pat Junior lamentaba que fuese así. Deseaba poder ayudarle y hacerle las cosas más fáciles. Es posible que la abuela Annie estuviese muy pendiente de él, pero a quien Lance necesitaba era a su madre. Su madre, sin embargo, le quería a él. Las gemelas eran las favoritas de todos, incluso de Lance, pues estaba como loco con ellas. Sin embargo, su madre sólo simulaba que quería a Lance y resultaba horrible presenciarlo porque no lograba engañar a nadie. Y mucho menos a Lance, que sabía que sólo lo hacía pensando en ella.

Billy continuaba elogiando la fiesta cuando el padre O'Donnell hizo sonar la campana que anunciaba el comienzo de las clases.

Pat Junior y Billy se dirigieron juntos hasta la entrada de la escuela. Lance, como siempre, caminaba cabizbajo, como si ir tras ellos fuese admitir algún tipo de derrota.

Mick Diamond empezaba a sentirse mal. Siempre le estaba diciendo a la gente que iba a coger un resfriado, pero no era así. La razón por la que tenía la nariz tan roja y se sentía tan febril era porque bebía demasiado. Miró a su alrededor, contemplando el piso donde vivía ahora Annie gracias a la generosidad de su hija, y se preguntó por qué la vida le castigaba a uno cuando menos lo esperaba.

Que Lil acabara como lo había hecho aún seguía sorprendiéndole y deseó haber sido mejor padre con ella cuando tuvo esa oportunidad. Ahora estaba a merced de Annie y ella le estaba haciendo pagar por cada moratón que él le había causado durante su matrimonio.

No obstante, seguía siendo su esposa y le dejaba entrar en su casa, y en su cuerpo cuando a ella se le antojaba. Eso no le molestaba. Aún podía echar un polvo si se tomaba unas copas y, conociéndole, probablemente lo haría. Sabía que, en ocasiones, había follado con algunos esperpentos cuando estaba completamente borracho. Protectoras de los borrachos, así es como las definían en televisión. Él las llamaba folladoras de bar, pero no se acordaba de ellas hasta que alguien menos borracho se las recordaba. Aunque le resultaba ofensivo, algo de verdad debía de haber en ello. Algunas, sin embargo, no estaban mal, aunque era una lástima que no pudiese recordarlas de lo borracho que estaba. Él volvía a verlas por el mero hecho de que le pagaban la bebida, por ninguna otra razón. Se habría acostado con Larry Graison [4] por una copa.

Pensar tal cosa le hizo sonreír. Annie, como siempre, no tardó en preguntarle al respecto:

– ¿De qué te ríes?

Mick le sonrió.

– Sólo pensaba en los niños, Annie. Lance es un caso, ¿verdad?

Sabía cuáles eran sus puntos flacos y estaba dispuesto a aprovecharse de ello.

– No está contento con la fiesta que van a organizar por el cumpleaños de Pat. Es ridículo gastar todo ese dinero en una fiesta de un niño.

La voz de Annie sonaba molesta y llena de admiración al mismo tiempo.

A ella le encantaba comentar con sus amigas los detalles de los preparativos, pues sabía que era el tema de conversación de todo el mundo. No obstante, se sorprendía de que se pudiera gastar tanto dinero en una fiesta infantil.

Mick entendía las razones, aunque por supuesto no le dijo nada a Annie. El sabía de sobra que Lil jamás había celebrado un cumpleaños en su vida hasta que se casó con Brodie. Ni tan siquiera una carta o un detalle. No se culpó por ello, de todas formas, pues no era asunto suyo. Sin embargo, no comprendía por qué Annie jamás intentó que su única hija tuviera un día señalado. Él no lo habría permitido de haberlo intentado, pero eso no estaba dispuesto a admitirlo ni para sí, ni delante de los demás.

Ahora se daba cuenta de que Brodie, que se había abierto camino por sí solo, y Lil quisieran que sus hijos gozasen de lo que ellos no tuvieron. El décimo cumpleaños de Pat Junior era considerado como uno de los acontecimientos más importantes en la vida del muchacho. No obstante, él estaba decidido a ir a la fiesta. Delante de la gente simulaba que su relación con la familia Brodie iba a pedir de boca y sabía que debía hacer acto de presencia para mantener la imagen de la familia.

Annie le había asegurado que estaba invitado a la fiesta, igual que ella. No obstante, lo había aclarado con Lil para que no hubiera el más mínimo error. Mick sentía curiosidad por ver cómo transcurría. Los niños eran un encanto, eso tenía que admitirlo, especialmente las gemelas, esos dos primores que, aunque no se atrevía a admitirlo, siempre le recibían con una sonrisa adorable en las raras ocasiones que le veían.

Lil lo había sabido hacer, eso tenía que reconocerlo. Él la admiraba por la forma en que se había abierto camino en el mundo y por la forma en que había domesticado a un hombre tan salvaje como Brodie. Recordó que cuando Lil había empezado a desarrollarse, trató en varias ocasiones de verla desnuda y llegó incluso a manosearla. Mick dejó de pensar en ello, pues no conducía a nada.

Lil se había desarrollado lo bastante como para atraer a cualquier hombre de sangre caliente, pero entonces no se dio cuenta de que aprendería a utilizar su cuerpo de tal forma que mantendría a un hombre interesado por ella mientras así fuese. Tenía cuatro niños y uno más de camino, y Brodie seguía comportándose con ella como si fuese su primera novia.

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[4] Larry Graison.-Comediante inglés de los años setenta y ochenta. [N. del T.]