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Practique su religión, sea cual fuera. Todos precisamos de un lugar espiritual.

DE LA APENDICITIS

Una mala interpretación de la Nueva Era puede generar confusiones peligrosas. Una de ellas se refiere a la salud: se asegura que la mente es capaz de todas, que las cosas solo nos suceden porque lo permitimos.

No es ni tampoco será así. Una cosa es el poder de la oración, capaz de operar milagros. Otra cosa es dejarse dominar por un sentimiento de omnipotencia que puede ser fatal.

Una amiga cercana fue sometida a una cirugía de emergencia. Supimos después que tenía apendicitis, y que fue internada en estado gravísimo. Cuando ya se recuperaba, el médico fue a conversar con ella: "La apendicitis da muchas señales: dolores, fiebre alta, etc. ¿Porque no lo vio antes?".

– "Veo a la dolencia como una respuesta del cuerpo a un enflaquecimiento de la mente – respondió ella – Intenté luchar por mí misma".

Y por causa de esto, casi muere. Mucho cuidado, gente.

DE COMO ERA

Jesús debe haber pensado bien en sus actitudes. Sabía que ellas serían comentadas por los siglos venideros, y precisaba dar el ejemplo.

¿Su primer milagro? No fue curar a un ciego, hacer andar a un cojo o exorcizar a un demonio: fue transformar el agua en vino, y animar una fiesta.

¿Sus compañeros? No fueron los que comandaban la cultura y la religión de la época; más eran hombres comunes, que vivían de su trabajo.

¿Sus compañeras? No eran como Marta, que hacía aplicadamente las tareas domésticas; eran como María, que lo seguía con osadía.

¿El primer Santo? No fue un apóstol, ni un discípulo, ni un fiel seguidor; fue un ladrón que moría a su lado.

¿El sucesor? No fue aquel que más se aplicó en aprender sus enseñanzas; fue aquel quien lo negó en el momento que más precisaba de ayuda.

En fin, nada de lo que mandaba el manual del buen comportamiento.

DE LA SABIDURÍA

En el interior de Paraíba, junto a Pedra do Ingá, conocí a un hombre analfabeto, sin ninguna cultura más allá de la tradición oral. En media hora que pasamos juntos, me dijo cosas que solo los maestros dicen.

En un departamento, en Nueva York, junto al Central Park, conocí a un hombre que hablaba cinco lenguas. Tenía una basta biblioteca sobre magia. Pasamos tres horas conversando, y él me dijo cosas que apenas los discípulos dicen.

Y, otro día, conocí a otro hombre analfabeto y sin cultura, que en media hora habló apenas tonterías. Y, otro día, conocí a otro hombre culto, políglota, que me abrió los ojos sobre cosas importantísimas.

Esto también ya pasó con usted. Por tanto, intentar establecer reglas, preconceptos o padrones, apenas empobrece nuestra búsqueda. Estar abierto para la vida, es estar abierto para el prójimo. Cuando nuestro ángel usa a las personas para darnos algún mensaje, no las escoge de la manera en que nosotros las escogemos.

DE LA MANZANA

El cineasta Rui Guerra me contó que, cierta noche, conversaba con amigos en una casa del interior de Mozambique. El país estaba en guerra, de manera que faltaba de todo, desde gasolina hasta iluminación. Para pasar el tiempo, comenzaron a hablar sobre lo que les gustaría comer. Cada uno fue diciendo su plato preferido, hasta que llegó el turno de Rui. "Me gustaría comer una manzana", dijo, sabiendo que era imposible encontrar frutas, por causa del racionamiento.

En ese exacto momento, escucharon un barullo. ¡Y una reluciente, suculenta manzana entró rodando a la sala y paró enfrente a él!.

Mas tarde, Rui descubrió que una de las mozas que vivían allí había ido a buscar frutas al mercado negro; al volver, subiendo la escalera, se tropezó y cayó; la bolsa de manzanas que había comprado se abrió, y una de ellas rodó adentro.

¿Coincidencia? Bien, esto sería una palabra muy pobre para explicar esta historia.

DEL NIÑO

Luego después del lanzamiento de "El Alquimista", debí pasar un tiempo fuera de Brasil. Vivía preocupado por lo que estaba sucediendo con el libro por aquí.

Un día, llegó a mis manos un texto a seguir. Y yo me encontré de nuevo conmigo mismo.

– "Su usted realmente fuese un niño, un verdadero niño, en lugar de preocuparse por lo que no puede hacer, contemplaría la Creación en silencio. Y se acostumbraría a mirar calmadamente el mundo, la naturaleza, la historia, el cielo".

– "Si usted realmente fuese un niño, estaría en este momento cantando aleluya para las cosas que están en frente suyo. Y libre de las tensiones, de los miedos, y de las preguntas inútiles, aprovecharía este tiempo para esperar, curioso y paciente, por el resultado de las cosas donde tanto envistió su amor". (Carlos Caretto, ermitaño italiano).

DEL MIEDO Y EL DESEO

Ana Sharp, autora de " La Magia del Camino Real" (Ed. Rosa de los Tiempos), la responsable de acompañar a Shirley Maclaine por el Camino de Santiago, me dijo cierta noche: "El miedo es un deseo oculto. Inconscientemente, pasamos la vida intentando probar que nuestros padres estaban acertados, porque ellos nos dieron la cosa más importante: el amor. Mas dejaron las marcas de sus propios temores; y nosotros, para no destruir la imagen de personas poderosas que eran, terminamos dejando que estos miedos nos sean transferidos a nosotros.

"Solo perdí el miedo de volar cuando, en la víspera de cierto viaje, pensé para mí misma: tengo este pánico porque mi padre tenía miedo, y yo no puedo aceptar que estuviese equivocado". Es preciso quedarse con las cosas buenas del pasado, mas librarse de los temores irracionales. Hoy, cuando me confronto con cualquier miedo, cambio la palabra por 'deseo' y pregunto: ¿porque estoy deseando esto? Y el miedo/ deseo se aparta normalmente".

DE LA INSISTENCIA

En 1989, yo estaba en los Pirineos, cuando vi en un cartel postaclass="underline" "Capilla de Gez", decía. Abrí el mapa, noté que estaba cerca del monte Gez, y resolví escalarlo para conocer la iglesia, pues calculé en mi cabeza que la ciudad quedaba en lo alto, del otro lado de la montaña.

Durante horas subí por los caminos más duros posibles. Solo cuando estaba a cien metros de la cima, me di cuenta de dos cosas: a) estaba perdido: b) no había ciudad ninguna en la cima del monte (descubrí más tarde que la capilla quedaba allá en lo bajo).

Me quise morir aquella tarde. ¿De donde saqué la idea de la ciudad? ¿Porqué no desistí cuando vi que no había ninguna carretera?

Las veces que nos ensimismamos con ciertas cosas, solo descubrimos el error demasiado tarde. Por eso es siempre bueno recordar la frase de Goethe: "Nadie consigue engañarnos mejor que nosotros mismos".

DEL ÁRBOL

Una vez caminaba con mi maestro por un campo cerca de Cabo Frío. Él decía: "¡mira allí una planta de piña!". Y más adelante: "¡observa, una orquídea!".

Mis ojos no estaban acostumbrados al milagro de las cosas pequeñas. Todo lo que veía delante de mí era una confusión de plantas verdes, y nada más. Poco a poco, andando con él, aprendí a educar la vista y buscar la planta que quería.

Lo mismo pasa con las Señales de Dios, la manera como Él nos ayuda a dirigir nuestras vidas. Solo un ojo entrenado consigue verlos. Hoy, a pesar que cometa errores, estoy mas acostumbrado a distinguir en el escenario delante de mí la caligrafía de Dios. Así como la belleza de la orquídea se destaca para quien sabe que existen orquídeas, las Señales se muestran para quienes tienen el coraje de descifrarlas.