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en los infiernos, Diana en la tierra y luna en el cielo y la llaman diosa triforme, las arpías son furias en los infiernos, arpías en la tierra y demonios (dirae) en el cielo. También las confunden con las parcas.

Por mandato divino, las arpías persiguieron a un rey de Tracia que descubrió a los hombres el porvenir o que compró la longevidad al precio de sus ojos y fue castigado por el sol, cuya obra había ultrajado. Se aprestaba a comer con toda su corte y las arpías devoraban o contaminaban los manjares. Los argonautas ahuyentaron a las arpías; Apolonio de Rodas y William Morris (Life and death of JaSon) refieren la fantástica historia. Ariosto, en el canto XXXIII del Furioso, transforma al rey de Tracia en el Preste Juan, fabuloso emperador de los abisinios.

Arpías, en griego, significa las que raptan, las que arrebatan. Al principio, fueron divinidades del viento, como los Maruts de los Vedas, que blanden armas de oro (los rayos) y que ordeñan las nubes.

EL ASNO DE TRES PATAS

PLINIO atribuye a Zarathustra, fundador de la reli-gión que aún profesan los parsis de Bombay, la escritura de dos millones de versos; el historiador arábigo Tabarí afirma que sus obras completas, eter-nizadas por piadosos calígrafos, abarcan doce mil cueros de vaca. Es fama que Alejandro de Mace-donia las hizo quemar en Persépolis, pero la buena memoria de los sacerdotes pudo salvar los textos fun-damentales y desde el siglo ix los complementa una obra enciclopédica, el Bundahish, que contiene esta página:

Del asno de tres patas se dice que está en la mitad del océano y que tres es el número de sus cascos y seis el de sus ojos y nueve el de sus bocas y dos el de sus orejas y uno su cuerno. Su pelaje es blanco, su alimento es espiri-tual y todo él es justo. Y dos de los seis ojos están en el lugar de los ojos y dos en la punta de la cabeza y dos en la cerviz; con la penetración de los seis ojos rinde y des-truye.