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Catoblepas, en griego, quiere decir "que mira hacia abajo". Cuvier ha sugerido que el gnu (contaminado por el basilisco y por las gorgonas) inspiró a los antiguos el catoblepas. En el final de la Tentación de San Antonio se lee:

El catoblepas (búfalo negro, con una cabeza de cerdo que cae hasta el suelo, unida a las espaldas por un cuello delgado, largo y flojo como un intestino vaciado. Está aplastado en el fango, y sus patas desaparecen bajo la enorme melena de pelos duros que le cubren la cara):

– Grueso, melancólico, hosco, no hago otra cosa que sentir bajo el vientre el calor del fango. Mi cráneo es tan pesado que me es imposible llevarlo. Lo enrollo alrededor de mí, lentamente; y, con las mandíbulas entreabiertas, arranco con la lengua las hierbas venenosas humedecidas por mi aliento. Una vez, me devoré las patas sin advertirlo.

"Nadie, Antonio, ha visto mis ojos, o quienes los vieron han muerto. Si levantara mis párpados rosados e hin-chados -te morirías en seguida".

EL CENTAURO

EL CENTAURO es la criatura más armoniosa de la zoología fantástica. Biforme lo llaman las Metamorfosis de Ovidio, pero nada cuesta olvidar su ín-dole heterogénea y pensar que en el mundo platóni-co de las formas hay un arquetipo del centauro, como del caballo o del hombre. El descubrimiento de ese arquetipo requirió siglos; los monumentos primitivos y arcaicos exhiben un hombre desnudo, al que se adapta incómodamente la grupa de un caballo. En el frontón occidental del Templo de Zeus, en Olimpia, los centauros ya tienen patas equinas; de donde debiera arrancar el cuello del animal arranca el torso humano.

Ixión, rey de Tesalia, y una nube a la que Zeus dio la forma de Hera, engendraron a los centauros; otra leyenda refiere que son hijos de Apolo. (Se ha dicho que ceutaiuro es una derivación de gand-harva; en la mitología védica, los gandharrias son divinidades menores que rigen los caballos del sol) Como los griegos de la época homérica desconocían la equitación, se con jetura que el primer nómada que vieron les pareció todo uno con su caballo y se alega que los soldados de Pizarro o de Hernán Cortés también fueron centauros para los indios. "Uno de aquellos de caballo cayó del caballo abajo; y como los indios vieron dividirse aquel animal en dos partes, teniendo por cierto que todo era una cosa, fue tanto el miedo que tuvieron que volvieron las espaldas dando voces a los suyos, diciendo que se había hecho dos haciendo admiración dello: lo cual no fue sin misterio; porque a no acaecer esto, se presume que mataran todos los cristianos," reza uno de los textos que cita Prescott. Pero los griegos co-nocían el caballo, a diferencia de los indios; lo vero-símil es conjeturar que el centauro fue una imagen deliberada y no una confusión ignorante.