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La gente creyó en la realidad del dragón. Al promediar el siglo XVI, lo registra la Historia animalium de Conrad Gesner, obra de carácter científico.

El tiempo ha desgastado notablemente el prestigio de los dragones. Creemos en el león como realidad y como símbolo; creemos en el minotauro como sím-bolo, ya que no como realidad; el dragón es acaso el más conocido pero también el menos afortunado de los animales fantásticos. Nos parece pueril y suele contaminar de puerilidad las historias en que figura. Conviene no olvidar, sin embargo, que se trata de un prejuicio moderno, quizá provocado por el exceso de dragones que hay en los cuentos de hadas. Em-pero, en la Revelación de San Juan se habla dos veces del dragón, "la vieja serpiente que es el Diablo y es Satanás". Análogamente, San Agustín escribe que el Diablo "es león y dragón; león por el ímpetu, dragón por la insidia". Jung observa que en el dragón están la serpiente y el pájaro, los elementos de la tierra y el aire.

EL DRAGÓN CHINO

La cosmogonía china enseña que los Diez mil seres (el mundo) nacen del juego rítmico de dos principios complementarios y eternos, que son el Yin y el Yang. Corresponden al Yin la concentración, la oscuridad, la pasividad, los números pares y el frío; al Yang, el crecimiento, la luz, el ímpetu, los números impares y el calor. Símbolos del Yin son la mujer, la tierra, el anaranjado, los valles, los cauces de los ríos y el tigre; del Yang, el hombre, el cielo, el azul, las montañas, los pilares, el dragón.

El dragón chino, el Jung, es uno de los cuatro animales mágicos. (Los otros son el unicornio, el fénix y la tortuga.) En el mejor de los casos, el dragón occidental es aterrador, y en el peor, ridículo; el hrng de las tradiciones, en cambio, tiene divinidad y es como un ángel que fuera también un león. Así, en las Memorias históricas de Ssu-Ma Ch'ien leemos que Confucio fue a cornsultar al archivero o bibliotecario Loo Tse y que, después de la visita, manifestó: