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El médico Discórides identificó la mandrágora con la circea, o hierba de Circe, de la que se lee en la Odisea, en el libro X: "La raíz es negra, pero la flor es como la leche. Es difícil empresa para los hombres arrancarla del suelo, pero Los dioses son todopoderosos."

EL MANTICORA

PLINIO (VIII, 30) refiere que, según Ctesias, médico griego de Artajerjes Mnemón:

hay entre los etíopes un animal llamado mantícora; tiene tres filas de dientes que calzan entre sí como los de un peine, cara y orejas de hombre, ojos azules, cuerpo carmesí de león y cola que termina en un aguijón, como los alacranes. Corre con suma rapidez y es muy aficionado a la carne humana; su voz es parecida a la consonancia de la flauta y de la trompeta.

Flaubert ha mejorado esta descripción; en las últimas páginas de la Tentación de San Antonio se lee:

El Manticora (gigantesco león rojo, de rostro humano, con tres filas de dientes):

– Los tornasoles de mi pelaje esc"data se mezclan a la reverberación de las grandes arenas. Soplo por mis narices el espanto de las soledades. Escupo la peste. Devoro los ejércitos, cuando éstos se aventuran en el desierto.

Mis ui~as están retorcidas como barrenos, mis dientes están tallados en sierra; y mi cola, que gira, está erizada de dardos que lanzo a derecha, a izquierda, para adelante, para atrás. ¡Mira, mira!

El Mautícora arroja las púas de la cola, que irradian como flechas en todas direcciones. Llueven gotas de sangre sobre el follaje.

EL MINOTAURO

LA IDEA de una casa hecha para que la gente se pierda es tal vez más, rara que la de un hombre con cabeza de toro, pero las dos se ayudan y la imagen del laberinto conviene a la imagen del minotauro. Queda bien que en el centro de una casa monstruosa haya un habitante monstruoso.