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La nación de los cíclopes no era la única que

tenía un solo ojo; Plinio (VII, 2) también hace

mención de los arimaspos, hombres notables por tener sólo un ojo, y éste en la mitad de la frente. Viven en perpetua guerra con los grifos, especie de monstruos alados, para arrebatarles el oro que éstos extraen de las entrañas de la tierra y que defienden con no menos codicia que la que ponen los arimaspos en despojarlos.

Quinientos años antes, el primer enciclopedista,

Heródoto de Halicarnaso, había escrito:

Por el lado del norte, parece que hay en Europa copiosísima abundancia de oro, pero no sabré decir dónde se halla ni de dónde se extrae. Cuéntase que lo roban a los grifos los monóculos arimaspos; pero es harto grosera la fábula para que pueda creerse que existan en el mundo hombres que tienen un solo ojo en la cara y son en lo restante como los demás (III, 116).

EL MONO DE LA TINTA

ESTE animal abunda en las regiones del norte y tiene cuatro o cinco pulgadas de largo; está dotado de un instinto curioso; los ojos son como cornalinas, y el pelo es negro azabache, sedoso y flexible, suave como una almohada. Es muy aficionado a la tinta china, y cuando las personas escriben, se sienta con una mano sobre la otra y las piernas cruzadas esperando que hayan concluido y se bebe el sobrante de la tinta. Después vuelve a sentarse en cuclillas, y se queda tranquilo.

WANG TA-HAI (1791)

EL MONSTRUO AQUERONTE

UN SOLO hombre, una sola vez, vio al monstruo Aqueronte; el hecho se produjo en el siglo XII, en la ciudad de Cork. El texto original de la historia, escrito en irlandés, se ha perdido, pero un monje benedictino de Regensburg (Ratisbona) lo tradujo al latín y de esa traducción el relato pasó a muchos idiomas y, entre otros, al sueco y al español. De la versión latina quedan cincuenta y tantos manuscritos, que concuerdan en lo esencial. Visía Tundali (Visión de Tundal) es su nombre, y se la considera una de las fuentes del poema de Dante.