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Reacciones químicas…

¿Pero por qué la vida? Es algo más que reacciones. Hay una tendencia hacia la complejidad que se opone frontalmente a la ley física de la entropía. ¿Por qué?

No lo sé.

¿Por qué le disgusta tanto no saber el porque de algo?

No lo sé.

El misterio de la vida es una cuestión sagrada. Es nuestra libertad. Hemos salido de la realidad física, existimos ahora en una suerte de libertad divina, y el misterio es una parte integrante de esa libertad.

No. Seguimos siendo una realidad física. Átomos en sus órbitas. Determinadas en la mayor parte de las escalas, aleatorias en otras.

Ah, bien. Discrepamos. Pero en cualquier caso la labor del científico es explorar todo. ¡Sin importar las dificultades! Permanecer abierto, aceptar la ambigüedad. Intentar fundirse con el objeto de conocimiento. Admitir que hay valores que justifican toda la empresa. Amarla. Trabajar con el fin de descubrir los valores por los que deberíamos vivir, y esforzarnos por llevar esos valores al mundo. Explorar, y más que eso, ¡crear!

Tendré que pensar en ello.

La observación nunca es suficiente. Además, ni siquiera era su experimento. Coyote llegó a Dorsa Brevia, y Sax fue a verlo.

—¿Peter sigue volando?

—Caramba, pues sí. Pasa bastante tiempo en el espacio, si te refieres a eso.

—Sí. ¿Puedes ponerme en contacto con él?

—Pues claro. —La cara quebrada de Desmond mostró una expresión intrigada.— Tu habla está mejorando mucho, Sax. ¿Qué es lo que te han estado haciendo?

—Tratamientos gerontológicos. También hormona del crecimiento, L— dopa, serotonina y otras sustancias químicas. Algo sacado de la estrella de mar.

—Te han hecho crecer un nuevo cerebro, ¿no?

—Sí. Algunas zonas, al menos. Estimulación sinérgica de la sinapsis. Y también muchas charlas con Michel.

—¡Uh, ju!

—Pero sigo siendo el mismo.

La risa de Desmond era un sonido animal.

—Ya lo veo. Escucha, partiré dentro de un par de días y te llevaré al aeropuerto de Peter.

—Gracias.

Creció un nuevo cerebro. No era una manera muy precisa de definirlo. La lesión se había producido en el tercio posterior de la circunvolución frontal inferior. Los tejidos murieron como consecuencia de la interrupción de la estimulación de los centros de memoria con ultrasonidos focalizados durante el interrogatorio. Una embolia. Afasia de Broca. Dificultades con el aparato motor del habla, poca entonación, dificultad para iniciar la expresión, reducción casi telegráfica, sobre todo a nombres y formas verbales simples. Una batería de tests había determinado que el resto de las funciones cognitivas estaban intactas. el no estaba tan seguro; comprendía todo lo que la gente le decía; su pensamiento, hasta donde él podía percatarse, seguía funcionando como siempre, y no tenía ningún problema con los tests espaciales y no lingüísticos. Pero cuando intentaba hablar… la traición súbita de la palabra y del pensamiento. Las cosas perdían su nombre.

Sin embargo, aun sin nombre, seguía habiendo cosas. Podía verlas y pensar en ellas como formas o números. Fórmula de descripción. Varias combinaciones de secciones cónicas y las seis superficies de revolución simétrica alrededor de un eje, el plano, la esfera, el cilindro, el catenoide, el onduloide y el nodoide. Formas sin nombre, pero las formas eran como nombres. Lenguaje espacial.

Pero descubrió que recordar sin palabras era difícil. Tenía que tomar prestado un método, el método del palacio de la memoria, espacial para empezar. Estableció un espacio en su mente semejante al interior de los laboratorios del Mirador de Echus, que recordaba con tal claridad que podía pasearse por él mentalmente, con o sin nombres. Y en cada lugar un objeto. O bien otro lugar. Sobre un mostrador, todos los laboratorios de Acheron. Encima del refrigerador, Boulder, Colorado. Y así recordaba todas las formas en las que pensaba por su localización en el laboratorio mental.

Y entonces, de cuando en cuando, el nombre venía. Pero cuando sabía el nombre y trataba de decirlo, de su boca salía con frecuencia la palabra equivocada. Siempre había tenido tendencia a esto. Después de reflexiones brillantes, cuando todo le parecía muy claro, a veces le había costado mucho traducir esos pensamientos al plano del lenguaje, que no expresaba satisfactoriamente las ideas que había estado madurando. Por tanto, hablar siempre le había resultado trabajoso. Pero nunca hasta ese extremo, ese tanteo vacilante, errático, que por lo general fracasaba o lo traicionaba. Frustrante en extremo. Doloroso. Aunque preferible a la afasia de Wernicke, sin duda, en la que uno parloteaba con soltura, ignorante de que nada de lo que decía tenía sentido, asi como él tenía una tendencia premórbida a perder las palabras para las cosas, había personas con tendencia a la afasia de Wernicke sin la excusa de una lesión cerebral, como Art había observado. Sax prefería su propio problema.

Ursula y Vlad habían ido a verlo.

—La afasia es diferente para cada persona —dijo Ursula—. Hay patrones de conducta y grupos de síntomas que por lo general acompañan a determinadas lesiones en adultos diestros. Pero en mentes excepcionales hay muchas excepciones. Ya hemos visto que tus funciones cognitivas han permanecido en un nivel muy alto para alguien con el grado de dificultades de expresión que tú tienes. Probablemente en la mayor parte de tu pensamiento matemático y físico no intervenía el lenguaje.

—Así es.

—Y si era pensamiento geométrico más que analítico, probablemente se localizaba en el hemisferio derecho del cerebro en vez del izquierdo. Y tu hemisferio derecho no sufrió lesiones.

Sax asintió con un movimiento de cabeza, desconfiando de su capacidad para intervenir con palabras.

—Por tanto, las perspectivas de recuperación varían mucho. Casi siempre hay mejoría. Los niños, sobre todo, son muy adaptables. Cuando sufren un traumatismo craneal, incluso una lesión circunscrita puede causarles graves problemas, pero casi siempre se recuperan. Puede extirpársele un hemisferio cerebral entero a un niño si un problema lo requiere, y la mitad restante reaprende todas las funciones. Eso se debe al increíble crecimiento del cerebro del niño. En los adultos es diferente. Ya se ha producido la especialización, de modo que las lesiones en áreas concretas causan un daño limitado y específico. Pero una vez que se destruye una capacidad en un cerebro maduro, no se observa con demasiada frecuencia una mejora significativa.

—El trat. El tratamiento.

—Exactamente. Pero verás, el cerebro es precisamente uno de los lugares en los que el tratamiento de gerontología tiene dificultades para penetrar. Hemos estado trabajando, sin embargo, y hemos diseñado un paquete de estímulos para administrar en conjunto con el tratamiento cuando nos enfrentamos a casos de lesión cerebral. Puede llegar a convertirse en parte regular del tratamiento, si los ensayos siguen dando buenos resultados. No lo hemos ensayado con demasiados humanos todavía. La inyección incrementa la plasticidad cerebral mediante la estimulación del crecimiento del axón y las dendritas, y de la sensibilidad de las sinapsis de Hebb. El cuerpo calloso se ve particularmente afectado, y el hemisferio opuesto a la mitad dañada. El aprendizaje puede construir nuevas redes neuronales completas allí.

—Adelante —dijo Sax.

La destrucción es creación. Convertirse en un niño pequeño. El lenguaje como un espacio, una suerte de notación matemática. Idealizaciones geométricas en el laboratorio de la memoria. Lectura. Mapas. Códigos, sustituciones, el nombre secreto de las cosas. La gloriosa irrupción de una palabra. La alegría de la charla. La longitud de onda de cada color, por número. Esa arena es naranja, tostada, dorada, amarilla, siena, ámbar, ámbar oscuro, ocre. Ese cielo es cerúleo, cobalto, lavanda, malva, violeta, azul de Prusia, índigo, berenjena, azul de medianoche. El placer de mirar las escalas de colores con sus nombres, la rica intensidad de los colores, el sonido de las palabras… Sax quería más. Un nombre para cada longitud de onda del espectro visible, ¿y por qué no? ¿Por qué ser tan mezquinos? La longitud de onda de.59 micras es mucho más azul que la.6, y la.61 es mucho más roja… Necesitaban más palabras para los púrpuras, de la misma manera que los esquimales necesitaban más palabras para la nieve. Siempre se usaba ese ejemplo: los esquimales tenían unas veinte palabras para la nieve; pero los científicos tenían más de trescientas palabras para la nieve, ¿y quién le había dado crédito a los científicos por prestar atención a su mundo? No había dos copos de nieve iguales. Identidad. Bu, bu. Hueso, oso, huso, eso. Bu. ¡El lugar donde mi brazo se dobla es el codo! ¡Marte parece una calabaza! El aire es frío. Y está envenenado de dióxido de carbono.