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A Sax le interesaba todo, pero los carteles que lo retenían más tiempo eran aquellos que se referían a aspectos de la terraformación que el había iniciado, o en los que había intervenido. Uno de ellos, «Estimaciones del calor acumulado liberado por los molinos de viento calefactores de la Colina Subterránea», lo detuvo en seco. Lo leyó entero dos veces, sintiendo un ligero desaliento mientras lo hacía.

La temperatura media de la superficie marciana antes de su llegada al planeta era de 220°K, y uno de los objetivos de la terraformación universalmente aceptados era elevar la temperatura media un poco por encima del punto de congelación del agua, que era de 273°K. Elevar la temperatura media en superficie de todo un planeta más de 53°K era un reto intimidante, que requeriría la aplicación de no menos de 3,5 x 106 julios a cada centímetro cuadrado de la superficie marciana, según los cálculos de Sax. En su propio modelo, Sax siempre había tenido por objetivo alcanzar una media de 274°K, calculando que con esa media el planeta mantendría el suficiente calor durante la mayor parte del año para crear una hidrosfera activa, y por tanto, una biosfera. Muchos abogaban por un calentamiento superior, pero Sax no lo creía necesario.

En cualquier caso, los métodos para añadir calor al sistema eran juzgados por el grado de crecimiento de la temperatura media global; y el cartel que estudiaba el efecto de los pequeños molinos calefactores de Sax estimaba que en el plazo de siete décadas no habían añadido más de 0,05°K. Y él no pudo encontrar ningún error en ninguno de los supuestos y cálculos del modelo descrito en el cartel. En realidad el calentamiento no había sido la única razón por la que había distribuido los molinos de viento; con ellos pretendía también dar calor y refugio a uno de los primeros criptoendolíticos elaborados genéticamente que quería probar en la superficie. Pero todos aquellos organismos habían muerto inmediatamente después de quedar al descubierto, o muy poco después. Así que no se podía decir que aquélla hubiese sido una de sus mejores ideas.

Continuó la ronda. «Aplicación de procedimientos de nivelación químicos en el modelado hidroquímico: Cuenca de Dao Vallis, Hellas», «Aumento de la tolerancia al CO2 en las abejas», «Recuperación epilimnética de los radionucleidos de la ruptura de Compton en los lagos glaciares de Marineris», «Eliminación de la arena de los raíles de las pistas de reacción», «Calentamiento global como resultado de la liberación de halocarbonos».

Este último hizo que se detuviera de nuevo. El cartel era el trabajo del químico atmosférico S. Simmon y algunos de sus discípulos, y al leerlo se sintió mucho mejor. Cuando Sax había sido nombrado director del proyecto de terraformación en 2042, había iniciado de inmediato la construcción de fábricas para producir y liberar en la atmósfera una mezcla de gases de invernadero, compuesta principalmente de tetrafluoruro de carbono, hexafluoretano y hexafluoruro de azufre, además de metano y óxido nitroso. El póster se refería a esta mezcla como el «Cóctel Russell», que era como la llamaba el equipo del Mirador de Echus en los viejos tiempos. Los halocarbonos del cóctel eran poderosos gases de invernadero, y lo mejor de todo era que absorbían la radiación planetaria que escapaba de una longitud de onda de entre 8 y 12 micras, la llamada «ventana» donde ni el vapor de agua ni el CO2 tenían mucha capacidad de absorción. Cuando estaba abierta, esa ventana permitía que escapasen al espacio cantidades extraordinarias de calor, y Sax se había decidido desde el principio a intentar cerrarla liberando el cóctel hasta que su presencia en la atmósfera llegara a diez o veinte partes por millón, siguiendo el modelo clásico del tema planteado por McKay et al. Así, a partir de 2042 se había hecho un esfuerzo importante para construir esas fábricas automatizadas, repartidas por todo el planeta, para procesar los gases a partir de las fuentes locales de carbono, azufre y flúor, y luego liberarlos. Cada año las cantidades bombeadas habían ido en aumento, incluso después de que se hubiese alcanzado el nivel de veinte partes por millón, porque querían mantener esa proporción en la atmósfera en proceso de espesamiento, y también porque tenían que compensar la continua destrucción de los halocarbonos por la radiación ultravioleta en las capas altas de la atmósfera.

Como las tablas del cartel de Simmon dejaban bien claro, las fábricas habían continuado funcionando durante los sucesos de 2061 y en las décadas posteriores, y habían mantenido los niveles en unas veintiséis partes por millón. La exposición concluía que esos gases habían calentado la superficie unos 12°K.

Sax pasó a otro cartel con una pequeña sonrisa en los labios. ¡Doce grados! ¡Eso sí era significativo! Más de un veinte por ciento del calentamiento que necesitaban, y todo por el temprano y continuo despliegue de un bien diseñado cóctel de gases. Era elegante, vaya si lo era. Había algo tan consolador en la simple física…

Ya eran las diez de la mañana, y a esa hora empezaba una conferencia fundamental a cargo de H. X. Borazjani, uno de los mejores químicos atmosféricos de Marte, precisamente sobre el tema del calentamiento global. Al parecer Borazjani iba a presentar sus cálculos de las contribuciones de todos los intentos de calentamiento desde 2100, el año anterior a la introducción de la soletta. Después de estimar las contribuciones individuales, juzgaría si se estaba produciendo algún tipo de efecto sinérgico. Era, por tanto, una de las conferencias cruciales del congreso, ya que iban a mencionarse y evaluarse los trabajos de muchas personas.

Tuvo lugar en una de las salas de reuniones más grandes, que estaba atestada, un par de miles de personas por lo menos. Sax se deslizó dentro justo cuando empezaba, y se quedó de pie detrás de la última hilera de sillas.

Borazjani era un hombre menudo de piel oscura y cabello cano. Estaba de pie con un puntero en la mano delante de una gran pantalla, que mostraba unas imágenes de vídeo de los diferentes métodos de calentamiento que se habían probado: polvo negro y líquenes sobre los polos, espejos orbitales que habían navegado desde la Luna, agujeros de transición, fábricas de gases de invernadero, asteroides de hielo consumidos en la atmósfera, bacterias desnitrificantes y la biota restante. Sax había puesto en marcha todos esos procesos entre los años 2040 y 2050, y miró la pantalla con más atención que el resto de la concurrencia. La única estrategia de calentamiento que él había evitado era la liberación masiva de CO2. Quienes estaban a favor de esa estrategia querían iniciar un efecto de invernadero incontrolado y crear una atmósfera carbónica de dos bares, argumentando que eso calentaría el planeta enormemente y detendría la radiación ultravioleta, estimulando el crecimiento de una vegetación exuberante. Todo era cierto, sin duda; pero para los humanos y los otros animales la atmósfera sería venenosa, y aunque los partidarios del plan hablaban de una segunda fase que barrería el CO2 y lo reemplazaría por un aire respirable, los métodos que proponían eran vagos, igual que las escalas temporales, que variaban entre 100 y 20.000 años. Y el cielo tendría un blanco lechoso.

Sax no creía que ésa fuera una solución elegante al problema. Prefería su modelo de fase única, que perseguía directamente el objetivo global. Siempre andarían un poco escasos de calor, pero Sax pensaba que valía la pena. Y había hecho lo posible por encontrar sustitutos del calor que el CO2 habría añadido, como por ejemplo los agujeros de transición. Desgraciadamente las estimaciones de Borazjani sobre el calor liberado por los agujeros eran bastante bajas: todos juntos habían añadido quizá 5°K a la temperatura media. Bien, no había vuelta de hoja, pensó Sax mientras tecleaba notas en el atriclass="underline" la única fuente de calor buena era el sol. De ahí la agresiva introducción de los espejos orbitales, que habían ido creciendo como veleros solares salidos de la Luna, donde un eficiente proceso los había fabricado a partir del aluminio lunar. Esas flotas, dijo Borazjani, habían crecido lo suficiente como para añadir unos 5°K a la temperatura media.