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– Tienes que comer, Joyce -decía-, y no quieres comer. Así que bébete esto.

Unos botellines ideales para agarrarlos mientras se conduce. La terrible experiencia de comer sola queda mitigada cuando se subordina a otra actividad, como conducir un coche.

He notado con frecuencia que los amigos y conocidos que viven solos parecen estar comiendo mientras hablamos por teléfono. Yo suponía que era casualidad o que esa persona tenía un hábito nervioso de comer continuamente y no podía parar sólo porque yo le había llamado; pero ahora creo que es al revés: comer a solas es tan terrible que hay que supeditarlo a otra cosa, como hablar por teléfono.

Si no tengo cuidado o estoy distraída, me equivoco y miro en una de las habitaciones fantasma sin darme cuenta. Y me asombra ver, en el extremo del sofá de Ray, una figura en sombras, lo que se denomina una «ilusión óptica», es decir, la idea -el recuerdo- de una figura.

Me apresuro a irme. A irme corriendo a una parte «segura» de la casa.

THE NEW YORK TIMES

NECROLÓGICAS

27 de febrero de 2008

Raymond Smith, fundador y director de una revista literaria, muere a los 77 años

Raymond J. Smith, fundador y director de The Ontario Review, una prestigiosa revista literaria, murió el 18 de febrero en Princeton. Tenía 77 años y vivía en Princeton.

La muerte se debió a complicaciones de una neumonía, según la funeraria Blackwell Memorial Home en Pennington, Nueva Jersey.

En compañía de su esposa, la novelista Joyce Carol Oates, el señor Smith fundó The Ontario Review en 1974. Fue su director hasta su muerte; la señora Oates era directora adjunta. La revista, que aparece dos veces al año, ha publicado obras de escritores consagrados -como Margaret Atwood, Donald Barthelme, Saul Bellow, Raymond Carver, Nadine Gordimer, Ted Hughes, Doris Lessing, Philip Roth, John Updike y Robert Penn Warren- y de escritores jóvenes.

El señor Smith y la señora Oates eran también fundadores y directores de Ontario Review Books, una pequeña editorial independiente que nació en 1980. Entre sus títulos están Town Smokes: Stories (1987), de Pinckney Benedict; Selene of the Spirits (1998), una novela de Melissa Pritchard; The Identity Club: New and Selected Stories (2005), de Richard Burgin; y reediciones de muchos de los libros de la señora Oates.

Raymond Joseph Smith nació en Milwaukee el 12 de marzo de 1930. Se licenció en Lengua y Literatura Inglesa por la Universidad de Wisconsin en Milwaukee, y se doctoró por la Universidad de Wisconsin en Madison, en 1960. Más tarde impartió clases en la Universidad de Windsor en Ontario y en la Universidad de Nueva York antes de dedicarse por completo a la revista y a la labor editorial.

Era autor de Charles Churchill (Twayne, 1977), un estudio sobre el poeta y satírico inglés del siglo XVIII.

Además de su esposa, con la que se casó en 1961, le sobrevive una hermana, Mary.

34. Registro de correos electrónicos

24 de febrero de 2008

A Edmund White

… deliciosa tu visita. Por favor, vuelve cuando quieras para continuar con tus fascinantes memorias. En una de esas viejas fiorituras pretenciosas, podrías anotar, al final del volumen, los distintos sitios en los que habías escrito, por ejemplo Florencia, el sur de Francia, Honey Brook Drive.

Con mucho cariño, y me alegro de que pudieras comer parte de toda la comida que tengo acumulada.

Joyce

26 de febrero de 2008

A Susan Wolfson

¡Gracias por intervenir amablemente con Verizon!

En el centro de la pena, creo que no existen palabras. Me siento muy muda, pese a que me oigo parloteando… Mañana las clases serán una prueba importante.

¡He superado el día! He revisado mi reseña [para la New York Review], intento convencerme de que ha merecido la pena, merece la pena… Mis días empiezan a las seis de la mañana y se prolongan indefinidamente, como un recorrido a través de Nebraska y Texas; siguen y siguen, es asombroso. Luego acaban de pronto, alrededor de medianoche, con una pastillita blanca.

Tengo un montón de bonitas chaquetas de Ray para que Ron escoja alguna.

Con mucho cariño,

Joyce

26 de febrero de 2008

A Jeanne Halpern

Agradezco tu cariño y tu preocupación. Estoy abrumada con todo lo que está pasando, necesito tiempo para dedicarme a llorar a Ray, pensar en él, recordarlo. Está pasando tanta cosa externa que me da pánico la idea de perderlo. Otro «acontecimiento», viajar a Nueva York para modificar mi propio testamento, es demasiado en estos instantes. Estoy tratando de reanudar una parte de mi vieja vida, concentrarme en mi trabajo… La idea de otra cita en NY casi me ha hecho derrumbarme. Lo siento, estoy muy frágil. Estoy intentando concentrarme en volver a las clases mañana. Necesito ir más despacio… He pasado agitada gran parte de la noche, tengo el sentimiento de que mi frágil «personalidad» puede hacerse añicos. Aunque estoy tratando de comportarme de manera profesional en y alrededor de la universidad.

Esta mañana, Cherie estuvo durmiendo a mi lado un rato… como por los viejos tiempos. Los dos gatos parecen echarme a mí la culpa de que haya desaparecido Ray.

Con mucho cariño,

Joyce

27 de febrero de 2008

A Arthur Vanderbilt

Gracias por el libro de memorias de Joan Didion, que ya había leído, pero que estoy deseando releer. Sé que tiene mucha sabiduría melancólica.

Mi «primer día» de vuelta a clase. Me ha parecido… largo. Pero Edmund ha estado muy amable y cariñoso, y las cosas han ido bien, en conjunto. Ahora, qué difícil es regresar a esta casa vacía en la que corro peligro de que nuestros gatos altivos me hagan el vacío.

La necrológica de Ray salió en el New York Times esta mañana. Me costó cuarenta minutos abrir el periódico… Ray te quería. Los dos recordábamos muy bien cuando viniste a nuestra casa con un enorme y precioso ramo de flores (¿de tu jardín?)… En todas nuestras reuniones, tú siempre has sido un auténtico modelo de sentido común, sentido del humor e ironía… Ray siempre pensó que tú «controlabas» las cosas…

Con cariño,

Joyce

28 de febrero de 2008

A Gary Mailman

Sólo una pregunta: ¿qué haría este abogado? Tú habías sugerido un mínimo de 10.000 dólares, ¿a cambio de qué? «Los problemas podrían acumularse»; ¿qué problemas? ¿Podrían confiscarme mi propiedad? ¿Qué peligro hay?

Estoy tan confusa y tan inquieta por esto… Pensaba que Jeanne y tú habíais dicho que las leyes de Nueva Jersey no eran tan complicadas como las de Ohio y Nueva York. Sé que tú sabes mucho más que yo, pero estoy desmoralizada y exhausta… Ésa no es más que una de las muchas cosas que me están golpeando y no me dejan ni llorar a Ray. Me encuentro en un estado total de agotamiento y agitación la mayor parte del día y la noche. No parece que se acabe nada. Siempre hay «más discusión». Siempre alguna opción. ¿Cuánto va a durar esto? ¿Para qué nos sirven las leyes, si hay tales problemas para la ejecución de un documento aparentemente legal? ¿Acaso la ley crea situaciones sólo para generar más situaciones legales y, por tanto, más abogados y más gastos? ¡Cualquier consejo que puedas darme lo agradeceré!

Te quiero y confío en ti como amigo, es sólo que estoy muy desmoralizada por todo esto.

Joyce

28 de febrero de 2008