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En cuestin de horas el atad lo arrastrara el caudal color ocre. Castao hubiera preferido no moverlo pero, ante el poder del ro Sin, lo menos doloroso era sacarlo y trasladarlo a su nueva morada, una reserva forestal llena de robles, tecas, laureles y ceibas. Sin embargo el fretro de madera verde, de campano se haba aferrado al terreno como la raz del rbol que algn da fue, de diez metros de altura, un tronco de tres abarcaduras y ramas que daban sombra a cincuenta novillos. Con el torrencial, la tumba se convirti en un terreno fangoso, rodeado por pequeos rboles de fino bamb que se balanceaban con las rfagas de una brisa tibia y hmeda. La tierra era una trampa y no haba poder humano que lograra sacar del hueco el fretro improvisado el da de su muerte. Carlos Castao no tuvo otra opcin que exhumar los restos de su hermano Fidel.

Acompaado de dos primos, y sin mediar palabra, empu una pala y comenz a cavar sobre la tumba de su hermano. El eco largo de los truenos produca un estruendo aterrorizador. Los relmpagos aparecan incandescentes entre las nubes de la tormenta elctrica y sobre el rostro del primo Panina que iluminado contemplaba enmudecido la escena. H2, el primo que haba sido escolta personal de Fidel, ayudaba ahora a su nuevo comandante. Con un recatn marc el rectngulo donde yaca el cadver. Durante una hora lograron sacar cincuenta centmetros de tierra. Luego el agua comenz a colarse. Carlos Castao ya no vea sus botas entre el charco y era imposible cavar ms, pues el agua se tragaba la herramienta y la bombilla de tres voltios que los iluminaba, se volvi a fundir. Entonces grit con rabia:

-H2!, vaya a la finca Jaragay y traiga una motobomba. Si no sacamos esta agua ya, nunca llegaremos al cajn.

Panina, alto y de contextura musculosa, continuaba ah parado sin hablar, apoyando sobre la pala sus dos manos, sin mover un dedo hasta el momento. Slo despus de transcurrir media hora, pronunci palabra:

-Con esta totuma se puede ir sacando agua, mientras tanto.

Sin mirar a Panina, Carlos Castao estir su mano, agarr la vasija y comenz a sacar agua, la que arrojaba al lado de la fosa, mientras por su mente slo se cruzaban pensamientos improductivos. Cmo queda uno? Qu es la vida?, se preguntaba. Uno no es nada, conclua, lleno de tristeza. Carlos Castao haba renegado de Dios una o dos veces en su vida, pero en ese momento de desesperanza, viviendo su tragedia inmerso en el pantano que le suba casi hasta la cintura, no lo hizo. Ese da ni rez. Al limpiarse el rostro salpicado de tierra y agua, dio un paso y se resbal, luego pis firme y sinti el fretro. Toc con las botas el cajn donde yaca Fidel.

-Aqu est! -dijo con un golpe de voz fuerte que al repetirlo fue perdiendo intensidad-. Aqu est, aqu est

El pnico le hel la sangre. Sinti miedo; tanto que quiso abandonar la fosa pero estaba inmvil. Por fin, Panina cort el autismo para ayudar:

-Lleg H2 con la motobomba! Ac, primo, colquela ac!

-La prendo de una vez? -pregunt.

-Dele, dele! Meta la manguera!

El nivel del agua en la tumba descendi rpidamente. Carlos Castao ya mova mejor la pala e invit a los dems.

-Vengan. Saquemos la tierra que queda!

En minutos, el sepulcro qued casi seco y se alcanzaba a ver el rectngulo de madera donde permaneca Fidel. La idea era cavar en las esquinas del cajn, para introducir un lazo que lo rodeara, y comenzar a levantarlo. Castao abri el espacio y con su mano introdujo la soga, pero tropez y cay acostado sobre el fretro, cansado de cavar por ms de dos horas. Respir profundo y lo invadi el olor a muerto. El agua tena unas vetas viscosas de color blanco, ya apareca descompuesta. Carlos Castao no aguant las nuseas y vomit por el olor, el dolor y la impotencia. Panina lo sac de la fosa, y al lado de la tumba sigui trasbocando en medio de la lluvia, acompaado por unas palmaditas en la espalda que su primo le dio como consuelo:

-Tranquilo, pelao. Tranquilo.

H2 y Panina intentaron, durante horas, sacar el cajn, pero las tablas de madera verde del fretro se hacan ms pesadas con el agua. El espesor de cada una era de cuatro centmetros. La motobomba fall y la tumba se inund otra vez. Trajeron una nueva mquina con la que se extrajo el agua.

-No queda otra opcin que exhumar el cadver -dijo Castao. Panina, abramos el cajn con los martillos. H2, vuelva a Jaragay y hgase otro atad sin tapa y con bastantes hojas de bijao de las grandes. Hay que taparlo.

Entre tanto, se dedicaban a zafar puntillas de cuatro pulgadas con la punta trasera del martillo. Descansaban y empujaban la tapa del cajn hacia arriba con un azadn, para romper las bisagras y poco a poco se fue abriendo.

Ah estaba. Mientras llegaba el nuevo cajn, Carlos Castao se sent a mirarlo. Fidel tena un poncho blanco sobre su rostro. Sus restos conservaban parte de la piel y, de manera extraa, la ropa se encontraba casi intacta. An se distingua perfectamente el color blanco del pantaln y el verde oscuro de la camiseta que vesta el da que muri. Un solo tiro de fusil M-16 calibre 5.56 le quit la vida. Le lleg por sorpresa y directo al corazn.

Carlos Castao fue el primero en atreverse a tocar los restos. Al retirarle el poncho vio el crneo como el resto del cuerpo: mitad piel, mitad huesos. Mir a sus primos y dijo:

-Muchachos, yo cojo la cabeza, ustedes el tronco y las piernas. Estn listos? -pregunt y slo H2 contest:

-Listos, comandante Castao.

Por un instante, que pareci eterno -tal vez treinta segundos, un minuto o dos- rein el silencio. Slo se oa caer la lluvia. Sin musitar palabras, se miraron y procedieron a levantarlo, pero un fmur se resbal de las manos de H2. Luego se parti lo que quedaba del cuerpo, y Carlos Castao se qued sujetando, en el aire, la cabeza y el tronco de su hermano. Imposible seguir.

Lo dej como estaba y sali de la tumba para observar, esttico, cmo sus primos trasladaban la osamenta de Fidel al nuevo cajn. Le colocaron, como colchn y tapa, las hojas de bijao verdes, anchas y largas. Entre los tres alzaron los restos de Fidel con destino a las montaas del Nudo del Paramillo.

Abrieron paso entre la maleza iluminada por las luces del campero Hammer que los esperaba. Avanzaron caminando con el fretro hasta el platn del vehculo, lo subieron y, despus de asegurarlo, Panina tom las llaves para conducir. Carlos Castao, que siempre maneja, no quera ni siquiera encender el carro. Su mente divag durante una hora por las interminables carreteras privadas y sin asfaltar por donde apenas caba el campero. La marcha fnebre de Fidel Castao se pase solitaria, sin flores, por fincas propias y ajenas que se consideraban sus dominios. A Fidel lo enterraron por segunda vez, a las cuatro de la maana, en una pequea montaa, en la mitad de un rectngulo de hierro para que si algn da Carlos Castao falta, su familia logre encontrar los restos con un detector de metales. Le fabricaron por primera vez una cruz de madera y regresaron a casa.

All qued el fundador de las Autodefensas de Crdoba y Urab, una organizacin que comenz con seis hermanos y tres primos. Bajo el mando de Fidel lleg a tener trescientos hombres armados y desde que su hermano Carlos Castao la comanda, se convirti en un ejrcito irregular de trece mil combatientes. Ahora son las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, un curioso grupo poltico-militar de resistencia civil armada antiguerrillera. Comenzaron siendo una familia de vengadores, luego unos clsicos paramilitares y ahora un grupo paraestatal autnomo, con una ideologa inspirada en el concepto de autodefensa del pueblo israel. Lo que Castao llama el primer ejrcito contraguerrillero del mundo. Si se retomara el concepto de que el idioma es vivo y no rgido, hoy las AUC se alejara de la definicin tradicional de paramilitares y se les podra llamar guerrilla de derecha en formacin. Se enfrentan a una guerrilla marxista-leninista, adems sirven y defienden gran parte de los intereses del Estado. Pero de vez en cuando se muestran en contra de los militares y el gobierno de turno, que slo los persigue cuando les conviene por una razn muy simple: tienen un enemigo comn, la guerrilla de las FARC y el ELN.