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—Esto son los aposentos de una nave, Tam. Della Lu nunca había pensado en la posibilidad de llevar pasajeros.

Esto no era más que una suposición, pero parecía cierto. Las posesiones de Lu eran compactas, tanto en sentido horizontal como vertical. Los viajeros avanzados podían llevarse todas sus posesiones al espacio, pero las de Lu habían sido diseñadas para que se pudiera quedar allí y pudiera sentirse a gusto incluso en sistemas solares que no tuvieran planetas habitables.

—Estás en custodia, pero cuando lleguemos a Ciudad Korolev ya tendrás aposentos mejores.

Della Lu inclinó la cabeza hacia un lado.

—Sí. Yelén Korolev cuidará de ti. Tiene mejores…

—¡No! —casi gritó. Los ojos de Tammy mostraban todo lo blanco que había alrededor de sus pupilas—. Yo me rendí a ti, Della Lu. Y lo hice de buena fe. No diré nada si tú… Korolev quiere… —se puso la mano sobre la boca y cayó colapsada sobre el sofá que había allí cerca.

Wil se sentó a su lado, y Della Lu acercó una silla para sentarse enfrente de los dos. Los pantalones de Lu y su chaqueta de cuello alto le daban un aspecto militar, pero se sentó en el borde de su silla y observó la consternación de Tammy con curiosidad infantil. Wil le dirigió una significativa mirada (como si aquello pudiera arreglar algo) antes de continuar:

—Tammy, en modo alguno vamos a permitir que Yelén se apodere de ti.

Tammy estaba alterada, pero no era tonta. Miró más allá de Wil, a la espacial.

—¿Me lo prometes, Della Lu?

Lu soltó una risita rara, pero en esta ocasión no lo hizo jadeando.

—Sí. Y es una promesa que puedo mantener.

Se miraron mutuamente en silencio durante un momento. Después la chica se estremeció y todo su cuerpo se relajó.

—Está bien. Hablaré. Claro que hablaré. Por esta razón me quedé atrás para dejar bien patente el buen nombre de mi familia.

—¿Sabes lo que le sucedió a Marta?

—He oído las acusaciones de Yelén. Cuando salimos de aquel raro emburbujamiento, que se prolongó más de lo previsto, Yelén salió por todos los enlaces de comunicación. Dijo que la pobre Marta quedó abandonada en el presente… que murió allí —se notaba un franco horror en la cara de Tammy.

—Es cierto. Alguien había saboteado el programa de salto de Korolev. Duró un siglo en lugar de durar tres meses, y dejó a Marta fuera del estasis.

—¿Y mi papá es el principal sospechoso? —dijo con incredulidad.

Wil asintió.

—Vi cómo tu padre discutía con Marta, Tam. Y después ella me dijo que vuestra familia quería que la gente de Ciudad Korolev se uniera a vosotros… Vuestros planes se verían favorecidos si la colonia fracasara.

—Claro que sí. Pero no somos una pandilla de criminales del siglo veinte, Wil. Sabemos que podemos ofrecer algo mucho más atractivo que la reelaboración de la civilización que proponen las Korolevs. Para una persona normal puede ser difícil adoptar este punto de vista, pero si se le da una oportunidad imparcial, se vendrá con nosotros. En vez de esto, el comportamiento de Yelén nos obligó a salir corriendo para poder salvar nuestras vidas.

—¿Acaso no crees en el asesinato de Marta? —dijo Lu.

Tammy se encogió de hombros.

—No. Ésta sería una falsedad muy difícil de mantener, especialmente si tú —miraba hacia Della— insistes en estudiar los restos. Creo que marta fue asesinada, y creo que Yelén es la asesina. Toda esta historia de sabotaje exterior es algo ridículo.

Ésta era la principal preocupación de Wil. En sus tiempos, la violencia doméstica era el motivo principal de muerte. Yelén parecía ser el técnico superior más poderoso. Si ella era la asesina, la vida de los investigadores que lo descubrieran podía ser muy corta. Pero dijo en voz alta:

—Está verdaderamente deshecha por haber perdido a Marta. Si finge, lo hace muy bien.

La contestación de Tammy fue inmediata:

—No creo que esté fingiendo. Creo que mató a Marta por alguna loca razón personal, y siente terriblemente haber tenido la necesidad de hacerlo. Pero ahora que ya está hecho el mal, va a utilizarlo para destruir la oposición al gran plan de Korolev.

—Humm.

Él, W. W. Brierson, podría haber sido la causa de la muerte de Marta. Supongamos que Yelén concibió la idea de que estaba perdiendo el amor de Marta, que se alejaba hacia otro. Para algunas almas perturbadas, tal pérdida era un equivalente lógico de la muerte del ser amado. Podían matar, y luego, con toda honestidad, echar la culpa de la pérdida a un tercero… Wil se acordó del odio irracional que vio en los ojos de Yelén cuando él entró en la biblioteca.

Miró a Tammy con un nuevo respeto. Antes, nunca le había parecido que fuera tan aguda. La verdad era que… se sentía algo manipulado. Para estar tan asustada, la chica tenía un temperamento muy frío.

—Tammy —preguntó en voz baja—. ¿Cuántos años tienes, en realidad?

—Yo… —la cara llena de lágrimas de la adolescente se inmovilizó durante un segundo y prosiguió—. He vivido noventa años, Wil.

Cuarenta años más que yo. Vaya cuerpecito juvenil. —Pe… pero esto no es ningún secreto —de nuevo sus ojos se llenaron de lágrimas—. Lo he dicho a todos los que me lo han preguntado. Yo… no intento falsear mi personalidad. Intento conservar mi mente fresca y abierta. Vamos a vivir mucho tiempo, y Papá dice que es mejor crecer lentamente, y que la mente no quede inmovilizada en su forma adulta, tal como sucedía en épocas pasadas. La criatura Lu soltó otra de sus extrañas risitas. —Esto depende de lo mucho que te propongas vivir —dijo sin dirigirse a alguien en particular.

De pronto, Wil vio que era una ilusión suya el considerarse un experto en la naturaleza humana. Quizá lo había sido en otro tiempo, pero ahora aquella habilidad se había quedado tan anticuada como el resto de sus conocimientos. Cuando dejó la civilización, la medicina que intentaba prolongar la vida era una ciencia muy joven. En aquel tiempo, lo de Tammy hubiera sido prácticamente imposible. Yelén Korolev había tenido a su disposición doscientos años para aprender por sí misma a mentir. Della Lu estaba tan desconectada de la humanidad, que era muy difícil sacar algo en claro de ella. ¿Cómo podía él juzgar lo que decían personas como aquellas?

Lo mejor sería que siguiera con su papel de simpático. —Muy bien, Tam. Me alegro mucho de que nos lo hayas dicho.

Ella sonrió temerosa.

—¿No lo ves, Wil? Mi papá es sospechoso porque no estamos de acuerdo con Marta. Nos fuimos para salvar la familia; el que yo me haya quedado atrás demuestra que no rehuimos una investigación… Pero Yelén si la rehuye. Durante nuestro regreso, Della Lu me contó que Yelén quiere que os pongáis en estasis inmediatamente. Así, ella se quedará sola en la escena del crimen. Cuando salgáis del estasis, toda la evidencia se habrá alterado después de los miles de años que habrán transcurrido, caray, toda la evidencia que quede será la que ella haya preparado.

»Veamos, he traído los registros familiares de las semanas que precedieron a nuestra fiesta. Tú y Della Lu los podéis estudiar. Es posible que resulten aburridos, pero son la verdad.

Wil asintió. Era obvio que los Robinson tenían su historia guardada conjuntamente. Suspendió el interrogatorio durante quince minutos, hasta que pareció que Tammy se había tranquilizado y relajado. Lu habló algunas veces, sus interjecciones eran a veces inteligibles, otras veces eran oscuras. Resultaba evidente que en esencia, limpiar el buen nombre de la familia tenía muy poca importancia para los Robinson. En el tiempo al que se dirigían, las opiniones del momento actual ya no serían más que polvo. Pero la familia seguía queriendo reclutas. Los padres de Tammy estaban convencidos de que la gente de Ciudad Korolev alguna vez se daría cuenta de que quedarse en el presente era meterse en un callejón sin salida, y que el mismo Tiempo era el sitio adecuado para la humanidad. Podría costarle algunas décadas, pero si Tammy sobrevivía a la investigación del asesinato, podría ser libre para esperar y persuadir. Y algún día podría volver con su familia. Sus padres habían prefijado cierto número de citas en los megaaños que habían de llegar. Los datos concretos de situación era algo que se negaba a revelar.