«Pero no voy a tumbarme para dejarme morir. Ya no puedo pensar técnicamente, pero apostaría a que el período entre observaciones ha de ser bastante corto. Además, tenemos equipo en muchos otros sitios: en las zonas de Lagrange, en las minas de Punta Oeste, en la burbuja Pacista. Con suerte, echaréis vistazos por allí durante los próximos setenta y cinco años. ¿Y acaso no dejamos instalaciones autónomas en el tiempo real, en Canadá? Creo que hay un puente de tierra que lo une con América, en esta era. Si consigo llegar hasta allí, tal vez pueda efectuar mi propio rescate.
»O sea, que casi todo el tiempo me siento optimista.
»Pero supongamos que no lo consigo. En este caso yo sería la víctima del asesinato, y también en cierta manera, testigo del mismo. Aunque nunca puedas tener los registros de Fred de la fiesta de alistamiento de los Robinson, habrás oído hablar de ella en alguna otra parte. Esta es la única pista que tengo.
»No permitas que destrocen nuestra colonia, Lelya.»
7
La mañana en que debía entrevistarme con Mónica Raines no empezó bien. Wil todavía dormía cuando la casa le avisó de que Della Lu estaba esperando fuera.
Wil gruñó, saliendo de los sueños desagradables que le perseguían todos los amaneceres. Después se dio cuenta de la hora y de la fecha.
—Lo siento, lo siento. Bajaré enseguida.
Se tiró de la cama y fue al cuarto de baño, tambaleándose. ¿Quién había decidido empezar tan pronto? Recordó que había sido él mismo; por algo relacionado con las zonas de tiempo.
Cuando llegó a la planta baja todavía estaba algo atontado. Cogió una caja de comida de la cocina. Los colorines brillantes del envase correspondían a lo que se estilaba cincuenta millones de años antes. Cuando Korolev decía que les suministraba ayudas del siglo veintiuno, se refería a aquello. Las fábricas automáticas funcionaban con los mismos programas de los primitivos fabricantes. El efecto que les causaba era más de asombro que de algo familiar. Metió la comida en su mochila, junto con su aparato de datos. Algo le decía que debía llevarse algo más: sabía que aquel día iba a dar una tercera parte de la vuelta al mundo. Movió la cabeza. Seguramente estaría de regreso al cabo de cinco horas. Ni siquiera era necesario que se llevara la comida. Wil dio las instrucciones finales a su casa y salió al frescor matutino.
Era uno de esos días, que podía llegar a cambiar los hábitos de los mochuelos nocturnos. Alrededor de la casa, lo verde llegaba hasta muy alto, los árboles todavía húmedos relucían al sol. Todo parecía limpio y brillante, como si hubiera sido acabado de crear. Menos los pájaros, todo estaba en silencio. Atravesó la calle cubierta de musgo para ir al encuentro del volador cerrado de Lu. Dos dispositivos de protección, uno procedente de Yelén y el otro de Lu, dejaron sus puestos sobre la casa y le siguieron.
—¡Hola, Wil! Espera un minuto —era Dilip Dasgupta que le hacía señas con la mano desde su casa que estaba a unos cincuenta metros calle abajo—. ¿Dónde vas?
—A Calaña —le contestó Brierson gritando.
—Vaya.
Rohan y Dilip ya estaban levantados y vestidos. Corrieron hacia él.
—¿Forma parte de la investigación del asesinato? —preguntó Dilip.
—Tienes un aspecto horroroso, Wil —dijo Rohan.
Brierson hizo como si Rohan no existiera.
—Sí. Vamos a ver a Mónica Raines.
—¡Ah! Es una sospechosa.
—No. Todavía estamos investigando los hechos, Dilip. Quiero hablar con todos los técnicos elevados.
—¡Oh!
Parecía un hincha de fútbol contrariado por la mala suerte de su equipo. Algunos días antes, la contrariedad hubiera estado teñida de miedo; entonces todo el mundo había estado inquieto al suponer que el asesinato de Marta pudiera ser el preludio de un ataque masivo a la colonia.
—Wil, te lo decía de verdad —Rohan no iba a dejarse apartar a un lado—. Realmente pareces agotado. Y no se trata tan sólo de hoy porque sea muy pronto y todo esto. No dejes que este caso te aparte de tus amigos. Has de relacionarte, Wil… Por ejemplo, esta mañana nos vamos con una expedición de pesca que sale de la Costa Norte. Es algo que han organizado los Pacistas. Nuestros amigos, los Genet también vienen, por si acaso encontramos algo demasiado grande para nosotros solos. ¿Sabes? No sé por qué los gobiernos tienen tan mala fama. Tanto los Pacistas como los Neo Mejicanos no son muy diferentes de los clubs sociales o de las asociaciones de los colegios. Se portan muy bien con todo el mundo. Sí, y piensa esto, Wiclass="underline" aquí hemos empezado una nueva vida. La mayor parte de la humanidad está atada a estos dos grupos. Hay muchas mujeres, mucha gente a la que te gustaría conocer. Brierson sonrió, algo turbado y conmovido. — Tienes razón. Debería estar más al corriente de las cosas.
Rohan alzó su brazo para darle un golpe en el hombro. —Hey, si por la tarde ya estáis de vuelta, podías procurar que Lu te dejara en la Costa Norte. Estoy seguro de que todavía habrá acción por allí. —¡De acuerdo!
Wil dio la vuelta y se acercó andando a la nave volante de Lu. Los Dasguptas tenían razón en algunas cosas. ¡Pero qué equivocados estaban en otras! Una sonrisa afloró a sus labios cuando se imaginó la reacción de Steve Fraley si oyese que se comparaba la República de Nuevo Méjico con un club social.
—Buenos días, Wil —la cara de Lu era impasible. Parecía no estar preocupada en absoluto por el retraso—. ¿Te parece bien a 1.5 g? —Claro, claro.
Brierson ocupó un asiento, no demasiado seguro de saber sobre qué estaba hablando Lu. Por lo menos no tenía que preocuparse por preguntas sobre su estado de salud. Aparte de la risa o la sonrisa, y de las lágrimas, Lu parecía incapaz de leer las expresiones faciales.
Se hundió en los cojines del asiento y la aceleración del aparato volante añadió una lasitud física a la mental que ya tenía. No había usado la base de datos Greenlnc sólo para la investigación del asesinato de Marta. Durante la noche anterior había seguido el rastro de su familia hasta el final del siglo veintidós. Estaba orgulloso de ver hasta dónde habían llegado sus hijos: Anne, astronauta; Billy, policía y luego escritor. Por lo que había podido averiguar, Virginia no se había vuelto a casar. Los tres habían desaparecido en el siglo veintitrés, junto con sus padres, sus hermanas y el resto de la humanidad.
En 2140 y 2180 habían emburbujado regalos para que le hicieran compañía. Greenlnc decía que se trataba del mejor equipo de supervivencia que se podía comprar con dinero. Había caído en manos de los salteadores de tumbas, los viajeros basureros que existieron durante el primer megaaño después del Hombre. Tal vez había sido mejor así, porque en aquellos paquetes debería de haber videos de la familia, y hubiese sido muy duro el verlos.
…Pero durante todo el tiempo había mantenido el sueño secreto de que Virginia pudiera ir en pos de él, al menos cuando los hijos hubieran tenido sus propias familias. Era algo extraño: él hubiera discutido con ella para que no fuera, pero ahora se sentía… traicionado.
El leve silbido que venía de detrás de los cristales hacía tiempo que había desaparecido, pero continuaba la aceleración que le revolvía las tripas. La atención de Wil volvió al volador. Miró directamente hacia adelante. Un océano salpicado de nubes aparecía ante él como una pared azul. Miró a través de la cúpula transparente y vio la curvatura de la Tierra: el azul pálido se mezclaba con el negro del espacio. Estaban a centenares de kilómetros de altura, volando hacia adelante con una aceleración constante muy distinta a las trayectorias balísticas a que estaba acostumbrado.
—¿Faltaba mucho? —consiguió decir.
—Es lento ¿verdad? —dijo Della—. Ahora que ya está establecida la colonia, Yelén no quiere que usemos las cabezas nucleares dentro del espacio próximo. A esta aceleración, todavía falta media hora para llegar a Norte América.