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De acuerdo, todos los sospechosos estaban chiflados. El problema estribaba sólo en saber además cuál de los chiflados estaba podrido.

—¿Qué podemos pensar de Raines? A pesar de toda su aparente indiferencia, es claramente hostil a las Korolevs. Era posible que hubiera matado a Marta únicamente para «acelerar el proceso natural» del colapso de la colonia.

—Creo que no, Wil. Estuve rondando por allí mientras hablábamos con ella. Tiene un buen equipo de emburbujar, y suficientes autones como para mantener su programa de observaciones, pero está prácticamente indefensa. No tiene los medios necesarios para engañar a los programas de planes de Korolev… La verdad, es que prácticamente carece de equipos. Si sigue viviendo un año cada megaaño, no durará más de un par de centenares de megaaños antes de que sus autones le empiecen a fallar. Y entonces va a tener que descubrir por sí misma y de primera mano lo que es la naturaleza… Deberías felicitarme, Wiclass="underline" estoy siguiendo tus consejos en las entrevistas. No me reí cuando empezó a largar sobre la paz y el equilibrio de la naturaleza.

Brierson sonrió.

—Sí. Has sido un buen co-interrogador… Pero no creo que quiera viajar indefinidamente. Su objetivo real es hacer el papel de dios para la próxima raza inteligente que se desarrolle sobre la Tierra.

—¿La próxima raza inteligente? Entonces no se da cuenta de lo escasa que es la inteligencia. Es posible que pienses que aquellos pájaros que hacen fuego son una mutación, pero deja que te diga una cosa: casos así son mil veces más frecuentes que la evolución de la inteligencia. Es más probable que el sol se convierta en una estrella gigante roja antes de que la inteligencia vuelva a aparecer sobre la Tierra.

—Humm —no estaba en posición de poder discutir. Della Lu era el único ser humano viviente, y tal vez la única persona a lo largo de toda la historia, que realmente sabía aquellas cosas—. De acuerdo, Mónica vive una fantasía… o tal vez nos está ocultando sus verdaderas posibilidades, en las zonas de Lagrange, o en el desierto. ¿Estás segura de que no se hace la tonta?

—Todavía no. Pero cuando me facilite el acceso a sus ficheros, voy a efectuar unas muy concienzudas comprobaciones. Tengo mucha confianza en mi automatización. Raines abandonó la civilización siete años antes que yo. Por muy buena que fuera la automatización que se llevó, la mía es mejor. Si nos esconde algo, voy a descubrirlo.

Un sospechoso menos, probablemente. En cierto modo era un progreso.

Volaron en silencio durante algunos minutos. Tenían a un lado el azul de la Tierra, y el sol deslizándose por el otro. Consiguió ver a uno de los autones de protección: era una mota brillante que flotaba y se destacaba delante de las nubes.

Tal vez debería concederse la tarde libre para ir a la reunión de los Pacistas en la Costa Norte. Pero todavía quedaba algo acerca de Mónica Raines.

—Della: ¿Cómo crees que se sentiría Mónica si la colonia resultara un éxito? ¿Sería tan indiferente con nosotros, si creyera que podemos causar un daño permanente?

—Creo que se sorprendería, se enfadaría mucho… pero no podría hacer nada.

—Lo estoy tomando en consideración. Supongamos que no dispone del habitual equipo de batalla de alta técnica. Si sólo quiere destruir la colonia, no necesita tener algo espectacular: tal vez una enfermedad, algo con un largo período de incubación.

Los ojos de Della se ensancharon, casi cómicamente. Él ya había visto la misma expresión en Yelén Korolev. Tenía algo que ver con la interfaz de datos directa: cuando se enfrentaban con una pregunta sorpresa que requería un análisis profundo, al principio parecían sorprendidas y después aturdidas. Transcurrieron algunos segundos.

—Cabe dentro de lo posible —prosiguió Wil—. Ella tiene una base biocientífica, y un pequeño laboratorio automático sería muy difícil de descubrir. La automatización médica de las Korolev es buena, pero no está proyectada para caso de guerra…

Della sonrió:

—Es una idea muy interesante, Wil. Un virus debidamente programado podría ser inmune a los panfagos e infectar a todos antes de que aparecieran los primeros síntomas. Aunque se emburbujara toda la zona, no habría, defensa.

«Interesante» no era la palabra que Brierson habría usado. Las enfermedades que se propagaron después de 1997 habían matado a la mayor parte de la raza humana. En los tiempos de Wil, en Norte América no vivían más de cuarenta millones de personas. Aquel terror ya se había acabado, y el mundo era un sitio amistoso, pero todavía eran preferibles las bombas y las balas a los bichitos. Se mojó los labios.

—Supongo que no nos hemos de preocupar inmediatamente. Ella debe saber lo mortal que podría ser la respuesta de los tecno-max. Pero si nuestra colonia tiene demasiado éxito…

—Sí. La he puesto en mi lista. Y ahora que ya estamos al corriente de esta posibilidad, no será muy difícil protegernos de ella. Tengo un equipo médico de exploración espacial muy bueno.

—Yaaaaa. No te preocupes por nada, Wil.

Habían perdido a uno de los sospechosos de asesinato, pero posiblemente habían ganado un maníaco genocida.

8

Wil no fue a reunirse con los de la excursión a la Playa Norte.

En primer lugar, el asunto de la Raines le había afectado mucho; por otra parte, alguien había asesinado a Marta. Lo más probable era que este alguien quisiera que la colonia fracasase. Y aquel día no estaba más cerca de la solución del caso de lo que estaba una semana antes. Las excursiones tendrían que esperar.

Conectó su aparato de datos con los archivos de su casa. Podría utilizar directamente las pantallas de la casa, pero se sentía más a gusto con su portátil… Además, era una de las pocas cosas que había llevado consigo a través del tiempo, y su memoria era un desván lleno de mil recuerdos íntimos; la fecha que señalaba, 16 de febrero de 2100, sería correcta si su antigua vida hubiera continuado.

Después de calentar su comida, Wil se ocupó en mascar distraídamente las verduras mientras estudiaba a fondo sus progresos. Andaba retrasado en sus lecturas, lo que era otra buena razón para quedarse en casa aquella tarde. La gente que no está al corriente del trabajo policial no sabe que giran parte de la investigación criminal requiere sacar conclusiones de las bases de datos, principalmente de las bases de datos de dominio público. Las «lecturas» de Wil eran el origen más probable de la evidencia real. Y no le faltaban cosas que buscar. El archivo de su casa era mucho más extenso que el de cualquier otro técnico bajo. Además de la edición de 2201 de Greenlnc, disponía de copias de algunas partes de las bases de datos personales de Korolev y de Lu.

Wil había insistido en tener sus propias copias. No quería recibir su información a través de las redes de enlace, porque no quería que su contenido cambiara misteriosamente en función de lo que se les antojara a sus propietarias originales. Pero debía pagar un precio por esta independencia: iba a encontrar ciertas incoherencias. Sus mismos procesadores tenían que adaptarse a la idiosincrasia de la estructura de los datos aportados. Con las bases de datos de Yelén, no era demasiado difícil porque habían sido preparadas tanto para ser usadas con la cinta de cabeza como con el anticuado lenguaje de preguntas. Su jerga ingenieril resultaba incomprensible a veces, pero podía soslayarla.

Las bases de datos de Della ya eran otra cosa. Su copia de Greenlnc era un año más reciente que la de Yelén, pero había una nota que informaba que las últimas partes habían resultado severamente dañadas durante sus viajes. Esto era un modo de decir las cosas. Secciones enteras de los últimos años del siglo veintidós estaban desordenadas o simplemente habían desaparecido. Su base de datos personal estaba intacta, pero sólo podía usarse con su código particular de conexión a la cinta de cabeza. Con los procesadores de que disponía descubrió que le era casi imposible comunicarse con los programas para recuperar datos. Con frecuencia no lograba más que un output que parecía estar compuesto por alucinaciones alegóricas; otras veces quedaba bloqueado por los fragmentos de un simulador de personalidad. No era la primera vez en su vida que Wil deseaba poder usar como interfaz las cintas de cabeza. Ya existían en su tiempo. Añadidas a una gran inteligencia congénita y a un cierto carácter imaginativo, podían convertir los ordenadores en una extensión directa de la mente. Pero si no se contaba con estos dones, las cintas craneales no proporcionaban más que una especie de agudeza mental parecida a la que dan las drogas. Wil suspiró. Yelén decía que las cintas de cabeza de su época eran de uso más fácil, pero le había faltado tiempo para aprenderlo.