Выбрать главу

»Inspector, tú no has ido tan lejos como Della, pero en tu tiempo todavía había gobiernos. Caray, tú causaste el colapso de uno de ellos. ¿Cómo puede tener éxito ahora una cosa tan primitiva?

Brierson hizo una mueca. ¿Es decir, que era él quien había provocado que Nuevo Méjico se quedara sin gobierno? Wil se sentó, se echó hacia atrás y, como en sus antiguos tiempos, intentó encontrar algo que pudiera satisfacer los deseos de su cliente.

—Yelén, estoy de acuerdo contigo en que los gobiernos son una forma de engaño, aunque no necesariamente para los que mandan, que por lo general sacan tajada. A la mayor parte de los ciudadanos casi siempre se les puede convencer de que el interés nacional es más importante que su propia conveniencia. A ti tal vez te parezca una increíble demostración de hipnotismo de masas, reforzada por el castigo público de los que no lo acepten.

Yelén asintió.

—Y el «hipnotismo de masas» es lo importante. Si lo desearan, en cualquier momento, todos los de Nuevo Méjico, los poderosos y los que no lo son, podrían hacerle un corte de mangas a Fraley y dejarlo plantado; no podría matarlos a todos. Pero en vez de esto, se quedan y son sus peones.

—Sí, pero en cierta manera esto les da poder. Si le plantan, ¿dónde van a ir? No hay otros grupos. No existe la sociedad sin gobierno como había en mis tiempos.

—Claro que la hay. La Tierra está vacía, y casi la tercera parte de los tecno-min no tienen gobierno. No hay nada que impida a la gente instalarse como y donde le convenga.

Wil movió la cabeza; estaba sorprendido de su propia perspicacia y de la conferencia que le estaba soltando a Yelén. Anteriormente, ni se le habría ocurrido discutir con ella. Pero ahora parecía estar interesada en sus opiniones.

—¿No lo ves, Yelén? Ahora ya no hay gente sin gobierno. Están los Pacistas, y los de Nuevo Méjico, pero por encima de los tecno-min está el gobierno de Yelén Korolev.

—¿Qué dices? ¡Yo no soy un gobierno! —se había sonrojado—. Yo no cobro impuestos, no recluto a nadie. Únicamente quiero hacer lo más conveniente para el pueblo.

A pesar de que ella había cambiado mucho, Wil se alegraba de que el autón de Lu estuviera sobrevolando su casa.

Wil escogió cuidadosamente sus palabras:

—Esto es verdad. Pero tienes dos o tres atributos esenciales del gobierno. En primer lugar, los tecno-min creen, supongo que acertadamente, que tienes poder de vida y muerte sobre ellos. En segundo lugar, usas esta creencia, aunque hay que reconocer que lo haces con amabilidad, para que ellos antepongan tus metas a las suyas.

Esto no era más que una divulgación de las ciencias sociales de la época de Wil, pero al parecer produjo un efecto real en Korolev. Se frotó la mejilla.

—¿Piensas que los tecno-min, al menos subconscientemente, tienen la impresión de que han de escoger bando?

—Sí. Y como eres la fuerza de gobierno más poderosa, es posible que desconfíen más de ti.

—En este caso, ¿qué me aconsejas?

—Pues yo… uh…

Wil se había abstraído. Sí. Y supón que tengo razón. ¿Entonces qué? Aquella pequeña colonia a cincuenta megaaños de distancia temporal, era completamente distinta de la sociedad que había conocido Wil en su época. Era perfectamente posible que sin la mano rectora de Korolev aquel puñado de semillas que había recogido allí fuera dispersado por los vientos huracanados del tiempo. Y una vez separadas, aquellas semillas no llegarían a florecer jamás.

Cuando estaba en la civilización, Wil nunca había pensado gran cosa sobre «los grandes problemas». Incluso cuando estaba en el instituto, no le gustaba andar metido — en discusiones sobre la religión o los derechos naturales. El mundo tenía sentido y parecía responder adecuadamente a sus actos. Desde que había perdido a Virginia, todo se mezclaba en su cabeza. ¿Podría existir una situación tan fantástica que le obligara a defender la institución gubernamental? Se sentía como un Victoriano que tuviera que fomentar la sodomía.

Yelén le obsequió con una sonrisa torcida.

—¿Sabes? Marta dijo algo parecido a esto. Tú no tienes su formación, pero me parece que tienes su mismo sentido común. Tampoco el bueno de Maquiavelo se arredraba por las consecuencias. Tengo que hacerme popular, pero también tengo que salirme con la mía…

Le miró y pareció llegar a una conclusión.

—Mira, inspector. Quiero que alternes más. Tanto los de NM como los Pacistas tienen unas reuniones periódicas de reclutamiento. Asiste a la primera que convoquen los Pacistas. Escucha lo que allí se diga. Tal vez podrías explicarles cómo soy. En tus tiempos eras un personaje popular. Dile a la gente lo que piensas (hasta lo que no te gusta de mí). Si han de ponerse a favor de alguien, creo que soy lo mejor que pueden escoger.

Wil asintió. Primero los Dasguptas y ahora Korolev. ¿Es que había una conspiración para volver a poner en circulación a W. W. Brierson? ¿Y qué pasaba con la investigación?

Yelén estuvo callada unos momentos.

—Te necesito para ambas cosas, Brierson. He llorado a Marta durante cien años. Seguí sus pasos, metro a metro, alrededor del Mar Interior. Tengo grabaciones o muestras en burbujas de todo lo que ella hizo o escribió. Creo que ya he superado la rabia que me causó su desaparición. Ahora, lo más importante de mi vida ha de ser procurar que la muerte de Marta no sea inútil. Voy a hacer cualquier cosa para conseguir que la colonia tenga éxito. Esto requiere encontrar al asesino, pero también significa conquistar con mis argumentos a los tecno-min.

9

Aquella noche volvió a echar otra ojeada al diario de Marta. Entonces ya se trataba de una pieza de baja prioridad, pero no se podía concentrar en algo que fuera más técnico. Yelén lo había leído varias veces. Según su manera de operar, al pie de la letra, sus autones habían estudiado el texto con mucho más detalle, y después Lu había confirmado su análisis. Marta sabía que la habían asesinado, pero decía una y otra vez que no tenía más pistas que la descripción de la tarde del día de la partida. Según la documentación complementaria, era muy raro que en años sucesivos repitiera los detalles, y si alguna vez lo hacía, era evidente que sus primeros recuerdos eran mucho más exactos.

Wil leía a saltos las anotaciones de la primera época. Marta había permanecido en las inmediaciones de Ciudad Korolev durante más de un año. Aunque decía lo contrario, era obvio que esperaba ser rescatada al cabo de algún múltiplo bajito de noventa días. Aunque no llegara el rescate, tenía muchas cosas que preparar: planeaba llegar andando hasta el Canadá, la mitad de la vuelta al mundo.

«… pero kilómetro a kilómetro difícilmente puede considerarse un camino hacia la supervivencia.» —había escrito— «Requerirá años, y es posible que pierda una posible observación que hagáis aquí, en Ciudad Korolev, pero estoy conforme. A lo largo del camino, dejaré letreros en las minas de Punta Oeste y en la burbuja de los Pacistas. Cuando haya atraído vuestra atención, hacedme una señal, Lelya. Provocad explosiones atómicas en el cielo durante las noches de una semana. Buscaré un terreno abierto y esperaré a los autones.»

Marta conocía el territorio que estaba cerca de Korolev. Su refugio en el tiempo real, en el ala de su castillo, era seguro, con agua y caza adecuada en sus proximidades. Era un buen lugar para acumular fuerzas para la odisea que proyectaba. Probó las armas y herramientas que conocía por sus deportes de supervivencia. Al final se decidió por una pica con hoja de diamante, un cuchillo y un arco pequeño. Dejó en reserva las otras hojas de diamante: no iba a malgastarlas en hacer puntas de flecha. Construyó un trineo con un trozo del casco de Fred. Era suficiente para hacer algunas pruebas. Efectuó algunos viajes cortos, de unos pocos kilómetros, tomando precauciones., «Querida Lelya: Si alguna vez he de irme, supongo que ha de ser ahora. El plan es ir a vela hasta nuestras minas de Punta Oeste y luego poner rumbo norte hacia la burbuja de los Pacistas, y hacia Canadá, que está detrás de ella pero mucho más lejos. Mañana partiré hacia la costa. Esta noche acabaré de empaquetar. No lo vas a creer: he preparado tanto equipo, que he tenido que hacer listas: ¡Ha llegado la edad del procesador de datos!