Sonrió irónicamente a la cara que veía en el espejo. Nunca se había imaginado que aquello pudiera sucederle a él. El remate de su sueño había sido un paseo por senderos nocturnos. Tenía la impresión de que las cosas iban a empeorar, pero una parte de sí mismo seguía siendo tan analítica como de costumbre, y seguía sus sueños matutinos y la tensión de todo el día con un interés sorprendido, tomando notas de su propio desdoblamiento.
En la planta baja, Wil abrió completamente las ventanas para que entraran los sonidos y los aromas de la mañana. No iba a dejar que todo aquello le paralizara. Más tarde, Lu debía ir a verle. Hablarían de la revisión de los armamentos y habrían de decidir quién era el siguiente al cual iban a entrevistar. Mientras tanto, había muchas cosas que hacer. Yelén estaba en lo cierto cuando decía que tenían que estudiar las vidas de los tecno-max, desde la Extinción. En particular, Wil quería saber lo que se refería al abortado intento de la colonia de Sánchez.
Apenas había empezado con esto cuando Juan Chanson se dejó caer por allí. En persona.
—¡Wil, muchacho! Estaba deseando tener una charla contigo.
Brierson le franqueó la entrada, preguntándose por qué el tecno-max no le había anunciado su visita. Chanson se paseaba por el cuarto de estar. Como de costumbre, era enérgico hasta el punto de andar a sacudidas.
—¿BlasSpañol, Wil? —dijo.
—Sí —contestó Brierson sin detenerse a pensar, aunque de todas formas podía seguirle el humor.
—Labueno —dijo el arqueólogo y ya siguió en spañol-negro. Acabo cansándome del inglés, ya lo sabes. Nunca consigo a tiempo la palabra que necesito. Apostaría a que muchos creen que estoy loco.
Wil asintió con la cabeza a aquella verborrea en spañol-negro. Chanson hablaba mucho más aprisa que cuando lo hacía en inglés. Era una hazaña impresionante aunque casi imposible de comprender.
Chanson interrumpió su nervioso paseo por la habitación. Señaló hacia el techo con su pulgar.
—Supongo que nuestros amigos tecno-max se enteran de todas las palabras.
—Ah, no. Sólo están controlando las funciones corporales, pero si quisiera que nuestras palabras fueran traducidas, debería llamar pidiendo ayuda. Y pedí a Lu que se asegurase de que Yelén no estaba escuchando a escondidas.
Chanson sonrió maliciosamente.
—Es decir, que así te lo han contado, sin duda.
Colocó una cosa gris, oblonga, sobre la mesa. En uno de sus extremos había una luz roja que parpadeaba.
—Ahora podemos estar seguros de que lo que te han prometido será verdad. Todo lo que hablemos quedará sin registrar.
Hizo una seña a Brierson para que se sentara.
—Hemos hablado de la Extinción ¿verdad?
—Sí, varias veces.
Chanson agitó su mano.
—Desde luego. Hablo con todo el mundo de esto. ¿Pero, cuántos creen lo que digo? Hace cincuenta millones de años que la raza humana fue asesinada, Wil. ¿Acaso no te importa?
Brierson se quedó sentado. Aquello podía convertir aquella mañana en una fecha importante.
—Juan, la Extinción es muy importante para mí.
¿Lo era, en realidad? A Wil le habían secuestrado mucho más de un siglo antes de que aquello ocurriera. En el fondo de su corazón, creía que fue entonces cuando habían muerto Virginia, Anne y W. W. júnior, a pesar de que las biografías dijeran que habían vivido en el siglo veintitrés. Él había sido trasladado hasta cien mil años después, lo que era un período mucho más largo que el de toda la historia escrita. Ahora estaba viviendo en los megaaños cincuenta. Hasta prescindiendo de la E mayúscula de Extinción, estaba tan lejos en el futuro que nadie podía esperar que la raza humana todavía existiera.
—Pero muchos tecno-max no creen posible una invasión alienígena. Alice Robinson dijo que toda la especie murió en el siglo veintitrés, y que no aparecieron signos de violencia hasta mucho después. Además, si hubiese habido una invasión, se podría pensar que tendríamos toda clase de refugiados del siglo veintitrés. Pero en vez de esto, no hay nadie, si exceptuamos a los últimos de vosotros, los tecno-max, de los años 2201 y 2202.
Chanson dijo con desdén:
—Los Robinson están locos. Fuerzan los hechos para que encajen en sus proyectos de color de rosa. He pasado miles de años de mi vida atando todos los cabos, Wil. He levantado mapas de todos los centímetros cuadrados de la Tierra y de la Luna, con todos los métodos de diagnosis que el hombre ha conocido. Billi Sánchez hizo lo mismo para el resto del Sistema Solar. He interrogado a los tecno-min que han sido rescatados. Muchos de los tecno-max creen que estoy chiflado porque he abusado tanto de su hospitalidad. No alcanzo a comprender algunas cosas de los alienígenas, pero hay muchas más que sí entiendo. No tenemos refugiados del siglo veintitrés porque los invasores pudieron intervenir y bloquearon los generadores de burbujas: tenían alguna superpoderosa variante del supresor Wáchendon. La exterminación no fue como en una guerra nuclear del siglo veintiuno, en que todo se hubiera acabado en unas pocas semanas. He fijado la fecha de los graffiti de Norcross en 2230. Parece ser que los alienígenas usaron armas específicamente antihumanas ya desde los inicios de la guerra. Por otra parte, la cinta de grabación sobre vanadio que Billi Sánchez encontró en Charon parece ser posterior, en el mismo siglo. Esto está de acuerdo con los nuevos cráteres que aparecen allí y en los asteroides. Pero al final, los alienígenas acabaron con la resistencia usando armas nucleares.
—No lo sé, Juan. Está tan lejos en el pasado que ahora ¿cómo se pueden probar o rebatir las teorías de alguien? Lo que importa es que nuestra colonia tenga éxito y que la humanidad tenga una nueva oportunidad.
Chanson se apoyó sobre la mesa y dijo con más fuerza que antes:
—Exactamente. ¿Pero es que no lo ves? Los alienígenas también tenían burbujeadores. Lo que destruyó la civilización, sigue amenazándonos ahora con la destrucción.
—¿Después de cincuenta millones de años? ¿Qué motivos tendrían para hacerlo?
—No lo sé. Hay límites para la investigación física, a pesar de la paciencia que se tenga. Pero creo que lo del siglo veintitrés fue algo muy reñido. Los alienígenas tuvieron que forzar su marcha al tope, y por poco no lo consiguieron. Después de la guerra, quedaron muy debilitados, tal vez al borde de su propia extinción. Se fueron del Sistema Solar hace millones de años, pero no te equivoques, Wil. No se han olvidado de nosotros.
—Esperas otra invasión.
—Esto es lo que me ha atemorizado siempre, pero empiezo a verlo de otra manera. Ellos son demasiado pocos, su juego es cauteloso, por ahora. Intentan dividirnos para destruirnos. El asesinato de Marta sólo fue el principio.