—¿Y crees tu que esto mismo es lo que pasó con todo el género humano?
Della asintió.
—En 2200 podíamos incrementar la misma inteligencia humana. Y la inteligencia es la base de cualquier progreso. Mi suposición es que a mediados de aquel siglo, cualquier meta, (cualquier meta que pudiera establecerse objetivamente, sin contradicciones internas), podía alcanzarse. ¿Y cómo serían las cosas cincuenta años después? Todavía podía haber metas y podía haber afanes, pero no los que nosotros podemos comprender.
»Llamar a aquel tiempo «La Extinción» es algo absurdo. Fue una Singularidad, un lugar donde se rompe la extrapolación y hay que aplicar unos nuevos modelos. Y estos nuevos modelos están más allá de nuestra inteligencia.
La cara de Della estaba radiante. Le resultaba muy difícil a Wil creer que todo aquello era una invención de una «exterminadora». Por lo menos en su origen, aquello habían sido ideas y sueños humanos.
—Es una cosa divertida, Wil. Abandoné la civilización en 2202. Miguel había muerto unos pocos años antes. Aquello representó más para mí que cualquier Gran Obra. Quería estar sola algún tiempo, y la misión Estrella de Gatewood me pareció ideal. Pasé allí cuarenta años, y después fui emburbujada durante por lo menos mil doscientos años. Esperaba que cuando regresara, la civilización sería ininteligible para mí —su sonrisa se torció—. Me sorprendió mucho encontrar la Tierra vacía. Pero, ¿qué podía ser menos inteligente que una ausencia total de inteligencia? Desde el siglo diecinueve en adelante, los futuristas se preguntaban el destino de la ciencia. Y ahora, desde el otro lado de la Singularidad, el misterio es igualmente inescrutable.
»No hubo Extinción, Wil. La humanidad, sencillamente, se promocionó, y tú, yo y los demás no estábamos presentes el día de la graduación.
—Y así, sin más, tres mil millones de personas ascendieron a un plano superior. Esto empieza a sonar como algo parecido a la religión, Della.
Se encogió de hombros.
—Si empezamos a hablar de la inteligencia sobrehumana ya entramos en algo parecido a la religión —se sonrió—. Si realmente quieres la explicación religiosa… ¿Conoces a Jason Mudge? Asegura que la Segunda Venida de Cristo ocurrió en alguna parte del siglo veintitrés. Los creyentes se salvaron y los descreídos fueron destruidos… y el resto de nosotros somos prófugos.
Entonces fue Wil quien sonrió: había oído hablar de Mudge. Su teoría de la Segunda Venida también podía explicar las cosas (en uno de los aspectos, mejor que la teoría de Lu).
—Prefiero tus ideas. Pero, ¿qué explicación das a la destrucción física? Chanson no es la única persona que cree que las armas nucleares y biológicas fueron utilizados hacia finales del veintitrés.
Della dudó.
—Esto es algo que no encaja. Cuando regresé a la Tierra en 3400, hallé muchísimas evidencias de guerra. Los cráteres ya se habían llenado de vegetación, pero desde mi órbita pude ver que las áreas metropolitanas habían sido alcanzadas. Chanson y las Korolevs tienen información mejor que la mía, ya que estuvieron activos durante el cuarto milenio tratando de imaginarse lo que había sucedido e intentando rescatar a los tecno-min que estaban en estasis a corto plazo. Parece como si se tratara de una guerra nuclear clásica, en la que se hubiera luchado sin burbujas. La evidencia de guerra biológica es mucho más débil.
No lo sé, Wil. Debe haber alguna explicación. Las aspiraciones eran tan elevadas en el siglo veintidós que no puedo creer que la raza cometiera un suicidio. Tal vez fueron unas tracas para celebrar algo. O tal vez… ¿conoces el deporte de la supervivencia?
—Apareció después de mi época. He leído algo de esto en Greenlnc.
—El buen estado físico siempre ha sido una cosa muy importante en la civilización. En los últimos años del siglo veintidós, los cuidados médicos mantenían automáticamente la buena forma física, por lo que la gente se dedicaba a otras cosas. Muchos tipos de la clase media tenían posesiones en la Tierra de varios miles de hectáreas. Había fincas comunales mayores que algunas naciones del siglo veinte. Estar en forma llegó a significar la aptitud para sobrevivir sin la intervención de la tecnología. Los jugadores eran abandonados desnudos en un terreno salvaje: ártico, bosque lluvioso o del tipo que escogieran, previamente seleccionado en secreto por los jueces. No se permitía ninguna tecnología, aunque unos autones médicos seguían de cerca a los participantes; podía llegar a convertirse en una experiencia brutal. Hasta la gente que no entraba en la competición, con frecuencia pasaba algunas semanas cada año viviendo en condiciones que habrían resultado mortales para los ciudadanos del siglo veinte. En el 2200, los individuos eran probablemente mucho más resistentes que en cualquier otro tiempo. Todo lo que les faltaba era las malas intenciones de los tiempos primitivos.
Wil asintió. Marta había demostrado lo que Lu decía.
—¿Cómo se puede explicar la guerra nuclear a partir de esto?
—Está cogido por los pelos, pero… imagínate cómo estaban las cosas un poco antes de que la raza incidiera en la Singularidad. Los individuos podían ser sólo «ligeramente» sobrehumanos y al mismo tiempo estar interesados en los primitivos. Para ellos, la guerra nuclear podía no ser más que un juego para demostrar su fuerza y su buen estado físico.
—Tienes razón; esto me parece cogido muy por los pelos.
Della se encogió de hombros.
—¿Dirías pues que Juan está entre la minoría, cuando piensa que la humanidad fue exterminada? —continuó Wil.
—Así es; sé que Yelén está de acuerdo conmigo. Pero recuerda que, hasta muy recientemente, no he tenido demasiadas ocasiones de hablar con la gente. Regresé al Sistema Solar durante unos pocos años, alrededor del 3400. En aquella época, nadie estaba fuera del estasis. Pero habían dejado muchos mensajes. Las Korolevs ya estaban hablando de citas al cabo de cincuenta megaaños. Juan Chanson tenía un autón en L4 que explicaba sus teorías a todo aquél que pudiera oírlas. Para mí estaba muy claro que, con la evidencia de que disponían, podían estar discutiendo eternamente sin llegar a probar nada en un sentido u otro. Quise tener la certeza. Y creí hallarla —volvió a asomar aquella sonrisa torcida.
—¿Por esto volviste al espacio?
—Sí. Lo que nos había pasado a nosotros, podía volver a ocurrir (o podía estar ocurriendo) una y otra vez por todo el universo. A partir del siglo veinte, los astrónomos estaban pendientes de si había inteligencia más allá del Sistema Solar. Jamás pudieron encontrarla. Nos extraña el gran silencio de la Tierra, después del 2300. Ellos se extrañaban del silencio de las estrellas. Su misterio es ni más ni menos que nuestra interpretación del espacio.
»Pero hay una diferencia. En el espacio, puedo viajar en cualquier dirección que yo elija. Estaba segura de que eventualmente podría encontrar una raza que estuviera al borde de la Singularidad.
Al oírla hablar, Wil sentía una extraña mezcla de miedo y de frustración. De una manera u otra, aquella persona sabía aquello sobre lo que los demás sólo podían especular. Pero lo que ella le contara y la verdad, podían ser dos cosas muy diferentes. Y las preguntas que iban a permitirle distinguir la verdad de la mentira podían provocar una respuesta mortal.
—He intentado utilizar tus bases de datos, Della. Me resultan muy difíciles de entender.
—Esto no ha de sorprenderte. Al correr de los años, han sufrido algunos daños irreparables, algunas partes de mi Greenlnc son tan ininterpretables que no las uso nunca. Y mis bases de datos personales… bien, las he adaptado un poco a mi manera de ser.
—¿Estás segura de que realmente quieres que la gente sepa lo que has visto?
Pero Della había permanecido siempre muy callada cuando se trataba del tiempo que había pasado Allá Fuera. Dudó.