La visión de Marta de un avión a propulsión al que se le había apagado el chorro de llamas y que no tenía más recurso que picar en dirección a la Tierra pasó por la mente de Wil.
—Creo que las mujeres tecno-min quieren que sobreviva la humanidad tanto como tú, Yelén. Pero hay que darles tiempo para que se acostumbren a esta idea. Las cosas eran muy diferentes cuando estaban en la civilización. Un hombre o una mujer podían decidir dónde y cuándo y si…
—¿Inspector, no le parece que yo ya sé esto? Viví cuarenta años en la civilización, y sé de sobra que lo que tenemos aquí es algo abominable… pero no tenemos otra cosa.
Hubo un momento de ominoso silencio y después Wil dijo:
—Hay una cosa que no entiendo, Yelén. De entre todos los viajeros, tú y Marta fuisteis las que tuvisteis la mejor visión del futuro. ¿Por qué no…? —las palabras se le escapa— ron antes de que pudiera contenerlas, aunque no tenía intención de provocar una batalla verbal—. ¿Por qué no tuvisteis la previsión de traer matrices automáticas y un banco de cigotos?
Korolev se sonrojó, pero no llegó a dispararse. Después de unos segundos contestó:
—Lo hicimos. Como siempre, fue una idea de Marta. Yo—me cuidé de la compra. Pero… me pasé de rosca —desvió la mirada de Brierson. Era la primera vez que éste la veía avergonzada—. No comprobé suficientemente bien el envío. La compañía estaba calificada como AAAA; debía haber sido de las más fiables. ¡Y nosotras estábamos tan ocupadas aquellas últimas semanas! Pero debí haber sido más cuidadosa —movió la cabeza—. Después tuvimos mucho tiempo, en el lado del futuro de la Singularidad. Todo el equipo era basura, Brierson. Las matrices y la automatización postnatal eran sólo cubiertas con la mínima capacidad de operación para simular el proceso de diagnosis ante una observación rutinaria.
—¿Y los cigotos?
Yelén soltó una risita amarga.
—Sí. ¿Crees que teniendo burbujas había de ser imposible que aquello fallara? Estás en un error. Los cigotos estaban malformados, eran la clase de cigotos no viables que ningún cristiano tocaría.
«Posteriormente he estudiado esta compañía en el Greenlnc; pero allí no hay nada que hubiera podido prevenirnos. Después de la última calificación de aquella empresa, sus propietarios deben haberla echado al arroyo. Su comportamiento fue criminal; si les cogieron, debieron pasarse décadas reparando el mal. O tal vez sólo cometieron un fraude con nosotras, porque se habían enterado de que nos íbamos a marchar en un salto muy largo.
Hizo una pausa, y el vigor había retornado a su voz cuando prosiguió:
—Quisiera tenerles ahora aquí. No tendría que ponerles pleito; solamente les dejaría caer en el sol.
»Algunas veces los inocentes han de pagar a causa de los errores de otros, inspector. Es lo que ocurre ahora. Estas mujeres han de empezar a producir. Ahora.
Wil se abrió de brazos:
—Dales, danos un poco de tiempo.
—Tal vez te resulte difícil de creer, pero no estamos sobrados de tiempo. Hemos esperado cincuenta millones de años para poder reunir a todos. Pero una vez que esto ha empezado, hay algunas fechas tope. Te habrás dado cuenta de que no he repartido equipo médico.
Wil asintió. La propaganda de NM y de los Pacistas lo anunciaban a todo grito. Cualquiera podía utilizar los servicios médicos de tecnología tecno-max pero, igual que pasaba con las burbujas y las armas, los equipos médicos no formaban parte de las donaciones.
—Ahora tenemos aquí unas trescientas personas. El equipo médico de alto nivel es algo muy delicado. Consume materiales que no se pueden reponer, y además se deteriora. Esto ya está ocurriendo ahora, Brierson, y mucho más aprisa de lo que una simple escala lineal pudiera predecir. Los sintetizadores deben ser recalibrados constantemente para tratar a cada individuo determinado.
Había un nudo en la garganta de Wil. Se preguntaba si un fulano del siglo veinte se sentiría así cuando le comunicaban que tenía un cáncer que no se podía operar.
—¿De cuánto tiempo disponemos?
Ella se encogió de hombros.
—Si atendemos a todo el mundo, y la población no aumenta, tal vez serán cincuenta años. Pero la población debe aumentar para que podamos mantener el resto de nuestra tecnología. Los niños van a necesitar muchos cuidados médicos… pero no sé cuanto tiempo deberá pasar para que la nueva civilización pueda hacer su propio equipo médico. Quizá se necesiten entre cincuenta y doscientos años, en función del tiempo que debamos esperar a tener una población verdaderamente grande o a lograr un crecimiento exponencial de la técnica cuando sólo tengamos unos pocos miles de pobladores.
»Nadie deberá morir a causa de la edad. Estoy decidida a emburbujar a los moribundos. Pero sí habrá senectud. No voy a proporcionar conservación de la edad y, con ciertas excepciones, no pienso hacerlo por lo menos durante un cuarto de siglo.
Wil, tenía veinte años biológicos. En cierta ocasión se había dejado envejecer hasta los treinta y descubrió que no era de los que envejecen elegantemente. Se acordó de su obesidad, de la barriga que desbordaba por encima de sus pantalones.
Yelén le sonrió fríamente.
—¿No vas a preguntarme por las excepciones?
Maldita seas, pensó Wil.
Al ver que él no contestaba, continuó:
—Las excepciones menos importantes: aquellos tan locos o desgraciados que ya tienen más de cuarenta bioaños. Voy a retrasarles los relojes sólo por una vez. Las excepciones importantes: cualquier mujer, con tal de que se mantenga embarazada — Yelén se sentó con una inexorable mueca en su cara—. Esto deberá suplir las pocas ganas que tenga.
Wil la miraba pensativamente. Hacía unos pocos minutos que Yelén había actuado como lo haría una persona civilizada, muy divertida con los planes de los Pacistas y los de NM para obtener el control central. Y ahora estaba hablando de disponer de las vidas del personal tecno-min.
Se produjo un largo silencio. Yelén comprendió de qué se trataba. Wil lo podía asegurar por la forma con que ella intentaba hacerle bajar la mirada. Al final, la bajó ella.
—Maldita sea, Brierson, hay que hacerlo así. Y además, también es moral. Cada uno de nosotros, los tecno-max, poseemos nuestro propio equipo médico. Todos estamos de acuerdo en que, sin duda, es asunto nuestro el decidir cómo hacemos nuestra caridad.
Ya habían discutido otras veces esta teoría. La lógica de Yelén era algo muy frágil, e iba algo más allá de las leyes referentes a naufragios que Wil conocía. Después de todo, los viajeros avanzados habían llevado allí a los tecno-min, y no les iban a permitir que se emburbujaran para salir de aquella era. Con más claridad que nunca comprendía la reacción de Yelén ante Tammy. ¡Podría necesitarse tan poca cosa para destruir la colonia! Y durante los siguientes años el descontento estaba predestinado a aumentar.
Le gustara o no, Wil trabajaba para un gobierno. ¡Heil Yelén!
18
Wil dedicaba las mañanas a la investigación. Todavía tenía que empaparse con los antecedentes. Quería alcanzar un conocimiento básico de toda la colonia. Todos tenían pasados y habilidades; cuanta más información obtuviera, menores serían las sorpresas. Al mismo tiempo había algunas preguntas específicas (sospechas) que saltan a la luz a causa de sus trabajos de campo y de las conversaciones con Yelén.
Por ejemplo: ¿Qué pruebas había que corroboraran la historia de Tung Blumenthal? ¿Fue víctima de un accidente, o de una batalla? ¿Había sucedido en 2210, o mucho más tarde, tal vez dentro de la misma Singularidad?