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»Habíamos logrado que fuera estable, pero no lo expedíamos todo. Algo, aproximadamente una tonelada cada segundo, empezó a acumularse sobre el polo sur. Era imprescindible que lo arreglásemos inmediatamente para no perder las primas de rendimiento. Salí en el bote de reparaciones para ocuparme de ello. Localicé el problema a diez mil kilómetros de nuestra estación: se trataba de un intervalo de tiempo de treinta milisegundos. Las redes de información funcionan bien con unos tiempos muertos de este orden, pero en este caso se trataba de un control de proceso; habíamos corrido un riesgo. Según los registros, ya habíamos acumulado una retención de doscientas mil toneladas. Todas estaban en almacenaje precario y eran una bomba que estaba explotando lentamente. Tenía que embalarlas mejor y lanzarlas fuera de allí.

Tung se encogió de hombros.

—Esto es lo último que recuerdo. Por lo que fuera, perdimos el control y parte de aquel atasco se recombinó. Mi bote se emburbujó y salí desplazado. Ya estaba en el lado del sol, la explosión me había mandado directamente hacia él. Mis socios no podían salvarme de ninguna de las maneras.

Emburbujado en el sol. En el argot de los técnicos elevados esto equivalía a una muerte cierta.

—¿Cómo podría uno escapar de allí?

Blumenthal se sonrió.

—¿No lo has leído? No había manera humana de salvarme. En el sol, la única forma de sobrevivir es estando en estasis. Mi emburbujamiento inicial era únicamente para unos pocos segundos. Después que hubieron transcurrido, el control de seguridad inspeccionó instantáneamente la situación, vio hacia donde nos dirigíamos e hizo un nuevo emburbujamiento para sesenta y cuatro mil años. Esto era «prácticamente el infinito» para aquel programa del tamaño de una cabeza de alfiler.

Desde entonces acá he efectuado algunas simulaciones. Golpeé la superficie con la suficiente velocidad para penetrar miles de kilómetros. La burbuja estuvo unos cuantos años siguiendo las corrientes de convección que iban dando vueltas por el interior. Era mucho menos densa que la materia de que estaba formado aquello. Eventualmente «percolé» de regreso hasta cerca de la superficie. Después cada vez que la burbuja flotaba por encima de una erupción era despedida hasta decenas de miles de kilómetros hacia fuera… Durante treinta mil años fui como una maldita pelota de balonvolea que volaba por las partes altas de la corona y luego volvía a caer a través de la fotosfera, donde flotaba durante cierto tiempo hasta que era lanzada de nuevo hacia arriba.

Fue allí donde estuve durante la Singularidad y durante todo el tiempo que los viajeros de corto plazo fueron rescatados. Allí es donde habría muerto si no hubiera sido por Bill Sánchez —hizo una pausa—. Tú nunca conociste a Bill Sánchez. Renunció a seguir, y murió hace unos veinte millones de años. Estaba chiflado por la teoría de la exterminación que explicaba Juan Chanson. La mayor parte de las pruebas de Chanson están en la Tierra; W. W. Sánchez viajó por todo el Sistema Solar buscando evidencias. Sacó a relucir cosas que Chanson no había podido ni soñar.

Una de las cosas que Bill hizo fue explorar en busca de burbujas. Estaba convencido de que antes o después encontraría a alguna persona, o alguna máquina, que hubiera escapado de la Extinción. Cuando descubrió mi burbuja en el sol, creyó que le había tocado el primer premio. Sus últimas observaciones, efectuadas en el 2201, no habían visto aquella burbuja. Era el sitio donde menos podía esperarse hallar un superviviente; incluso a los exterminado—res les habría resultado imposible colocar a alguien allí.

Pero Bill Sánchez era muy paciente. Advirtió que con intervalo de unos cuantos milenios una gran erupción solar me lanzaría a mucha distancia hacia arriba. El y las Korolevs desviaron un cometa y lo dejaron aparcado más allá de Mercurio. A la primera ocasión en que después de esto fui arrojada fuera de la superficie, ellos ya estaban preparados. Dejaron caer el cometa en una órbita que pasaba rozando al sol. Me recogió cuando estaba en el punto más alto de mi protección. Afortunadamente aquella bola de nieve no se rompió, y mi burbuja se quedó pegada a su superficie; nos columpiamos alrededor del sol y nos fuimos hacia el reino del frío. Una vez estuve allí, la situación era mucho más parecida a la de los otros rescates. Treinta mil años después pude regresar a mi tiempo real.

—Tung, tú viviste más cerca de la Extinción que nadie. ¿Cuál es tu opinión respecto a su causa?

El espacial se reclinó en el respaldo de su asiento y se cruzó de brazos.

—Todos me preguntáis lo mismo… Ah, Wil Brierson. ¡Si yo lo supiera! Yo siempre respondo que no lo sé. Y todo el mundo se marcha convencido de que su teoría particular queda reflejada en mi propia historia —pareció darse cuenta de que su respuesta no iba a resultar satisfactoria—. Muy bien. Aquí están mis teorías. Teoría Alfa: Es posible que la Humanidad fuera exterminada. Lo que Bill encontró en las catacumbas de Charon es difícilmente explicable a partir de otra teoría. Bill lo expresaba mejor: cualquier cosa que pueda hacer desaparecer las redes de inteligencia en Tierra-Luna, forzosamente había de ser sobrehumana. Si todavía anda por aquí, ningún discurso presuntuoso podrá salvarnos. Es por esta razón que Bill Sánchez y su pequeña colonia abandonaron la empresa. Pobre hombre, estaba asustado por lo que podría pasar si su colonia iba aumentando.

»Y, Teoría Beta: Esto es lo que cree Yelén, y probablemente también Della (aunque esta es todavía demasiado tímida para decirlo). Yo no puedo asegurarlo. La Humanidad y sus máquinas llegaron a ser algo mejor, algo… que no podemos entender. Y también he podido ver cosas que encajan con esta teoría.

»A partir de la Guerra de la Paz siempre han existido mecanismos más o menos autónomos. Durante siglos, la gente ha estado convencida de que máquinas tan inteligentes como los humanos estaban a la vuelta de la esquina. Muchos no se daban cuenta de la poca importancia que esto podía tener. Lo que se necesitaba era que fueran mucho más inteligentes que los seres humanos. Entre nuestros procesadores y nosotros mismos, ya lo hemos conseguido.

»Mi compañía era pequeña; sólo constaba de ocho personas. Éramos de los atrasados, campesinos; el resto de la humanidad estaba a centenares de segundos luz por delante de nosotros. Las firmas espaciales más importantes eran mucho mejores. Como es lógico, sus ordenadores eran mucho mayores que los nuestros, y conectaban a miles de personas. Tenía amigos en la Corporación Charon y en la Stellation Incorporada. Creían que estábamos locos por quedarnos tan aislados. Y cuando pudimos visitar sus habitáis, cuando la demora de comunicación fue menor de un segundo, pude ver lo que querían decir. En aquellas compañías había potencia, sabiduría y diversión… y nos daban la vuelta en todo. Nuestra única ventaja estribaba en nuestra movilidad.

»Pero hasta estas compañías eran fragmentos, unos pocos miles de personas aquí y otros tantos allá. A principios del siglo veintitrés había tres mil millones de personas en el volumen Tierra-Luna. Tres mil millones de personas con su correspondientes generadores de energía, todo concentrado en una distancia inferior a tres segundos-luz.

»Yo pienso… era muy raro que habláramos con ellos. Asistimos a una conferencia de márketing en la Luna, en el 2209. Aunque estábamos conectados, jamás pudimos comprender lo que pasaba allí —se calló durante unos largos momentos—. Es decir, ya lo ves, cualquiera de las dos teorías puede ser válida.

Wil no tenía intención de dejarlo escapar tan fácilmente.

—Pero vuestro proyecto…, me has dicho que podía significar el viaje a una velocidad mayor que la de la luz. ¿Hay alguna manera de saber qué resultado tuvo todo aquello?

Tung asintió.

—Bill Sánchez visitó un par de veces el Compañero Oscuro. Es una simple cosa muerta, tal como había sido siempre. No había señales de que hubiera sido modificado. Pienso que esto le asustó todavía más que lo que encontró en Criaron. Sé que me asusta a mí. Dudo de que mi accidente bastara para echar a perder todo el plan, ya que nuestro proyecto habría abierto una puerta a la Humanidad para recorrer toda la Galaxia…, pero hay que hacer constar además que era la primera muestra de ingeniería cósmica de toda la historia. Si hubiese salido bien, queríamos repetirlo con cierto número de estrellas. Al final, habríamos llegado a construir un objeto Arpa en este brazo de la Galaxia. Bill pensó que nos habíamos comportado como «unas engreídas cucarachas» y los verdaderos amos habían acabado por pisarnos.