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Wil notó que estaba con la boca abierta. ¿Fraley? Después de tantos años de odio…

—Steve preferiría morir a dejar el mando del gobierno.

—Ya ha muerto mucha gente —dijo ella en voz baja—. Muchos de los que quedan ya no quieren recibir más órdenes. Hasta el mismo Fraley ha cambiado algo. Tal vez sea por miedo, tal vez por remordimiento. Le sorprendió mucho la facilidad con que uno de los tecno-max pudo estafarle y utilizar mal la República, y mucho más al enterarse de lo que Chanson había hecho con tal de conseguir una distracción de treinta segundos cuando se apoderó de nuestros sistemas.

Yelén se rió.

—Te aconsejo que aceptes el empleo, mientras sigan creyendo que es algo duro. Dentro de un par de años vas a tener competencia. Apuesto a que con tus honorarios no vas a ganar lo suficiente para vivir.

—Humm. ¿Crees que las cosas van a ser tan aburridas?

—Creo que sí, Wil. Los monstruos de tecnología tecno-max han muerto. Los gobiernos pueden persistir, pero sólo nominalmente. Hemos perdido a muchos de ellos durante la guerra, partes de nuestra tecnología pueden descender a niveles del siglo diecinueve, pero con los cigotos de Gerrault y sus equipos médicos, estaremos mejor que antes. El problema de las mujeres ya ha desaparecido. Podrán tener todos los hijos que deseen, pero no tienen la necesidad de ser fábricas continuas de críos. Deberías haber asistido a las reuniones. Ahora ya hay muchas parejas formales. ¡Gail y Dilip me han pedido que les case! En recuerdo de tiempos pasados, me dicen que yo soy para ellos como el capitán del barco. ¡Vaya par de locos! —meneaba la cabeza, pero su sonrisa indicaba que estaba muy orgullosa a causa de ello, aquellos debían ser los primeros en expresarle su gratitud por lo que ella y Marta habían hecho—. Te voy a demostrar la confianza que tengo: no voy a forzar a nadie a permanecer en esta época. Si disponen de un burbujeador, pueden largarse. No creo que nadie lo haga. Parece que está demasiado claro que si no lo conseguimos ahora, nunca habrá otra oportunidad. —Tal vez Mónica lo haga.

—Esto es diferente. Pero tampoco estés demasiado seguro de ella; hace demasiado tiempo que se miente a sí misma. Voy a pedirle que se quede.

La sonrisa de Yelén era amable; dos semanas antes hubiera sido burlona. Con la desaparición de Gerrault y de Chanson se le había quitado un gran peso de su alma. Wil pudo apreciar qué había visto Marta en ella además de competencia y lealtad. Yelén se miró los pies.

—Hay otra razón por la que he dejado la reunión antes de que acabara. Quería excusarme. Después de que hube leído el diario de Marta, tenía ganas de matarte. Pero sabía que te necesitaba; no hacía falta que Marta me lo dijera. Y cuanto más dependía de ti, más cosas veías que yo no había podido ver… y más te odiaba. Ahora ya sé la verdad. Estoy avergonzada. Después de trabajar contigo, debería haber comprendido la astucia de Marta. Le ofreció su mano y Brierson la aceptó. —Gracias, Wil.

¿La que todavía vive, la que no ha dicho adiós? No. Pero sí era una amiga para los años venideros. Detrás de ella, se posó un volador. —Ya es hora de que vuelva a casa — señaló con su pulgar hacia el Castillo Korolev.

—Una cosa más —dijo ella—. Si las cosas van tan despacio como pienso, creo que tendrás ganas de hacer otras cosas… Ayuda a Della.

—¿Ha regresado Della? ¿Cuánto hace? Quiero decir…

—Ha estado en el espacio solar durante mil años, mientras nosotros esperábamos encontrar el tiempo óptimo para detenernos. La caza duró cien mil años. Y no sé cuánto tiempo de su vida ha consumido —no parecía preocuparse mucho por el tema—. ¿Quieres hablar con ella? Creo que os podríais haceros mucho bien el uno al otro.

—¿Dónde…?

—Estaba conmigo en la reunión. Pero no hace falta que entres. Eres un tío de suerte, Wil. Todas nosotras, Tammy, yo, Della queríamos hablar a solas contigo. Di la palabra mágica, y vendrá aquí.

—Conforme. ¡Sí!

Yelén se rió. Wil apenas se dio cuenta de que ella se había marchado hacia el volador. Se dirigió al dormitorio. Della lo había conseguido. A pesar de los muchos años que había vivido en la oscuridad, no había muerto allí. Y suponiendo que fuera la criatura que era antes, o que fuera como Juan Chanson al final, Wil podía intentar ayudarla. No lograba apartar sus ojos de la entrada.

Se abrieron las puertas. Della vestía un traje de salto, negro como la noche, del mismo color que su corta melena. Su cara era inexpresiva mientras bajaba los escalones y se dirigía hacia él.

Después, Della sonrió.

—Hola, Wil. He regresado… para quedarme.

La que todavía vive, la que no te ha dicho adiós.

Conclusión

Las conclusiones del autor: aquí es donde se suele explicar lo que se intentaba decir a lo largo de las anteriores cien mil palabras, ¿verdad? Pues bien, voy a intentar evitarlo. Fundamentalmente debo pedir perdón y hacer una predicción.

He de pedir perdón por el lento ritmo del desarrollo tecnológico que he tomado en consideración. Hasta cierto punto, es razonable. Supongo que una guerra generalizada, como la que he situado en 1997, podría servir para atrasar el progreso en diez años e incluso hasta el fin de los siglos. Pero, ¿y después de la recuperación? He supuesto que la inteligencia artificial y la ampliación de inteligencia avanzaban a un ritmo que ahora sospecho similar al paso de una tortuga. Lo siento. Necesitaba que la civilización durara lo suficiente para que pudiera meter una trama en ella.

Y desde luego parece muy poco verosímil que la Singularidad pudiera ser una desaparición brusca de la especie humana. (Pero por otra parte, tal desaparición es el equivalente a escala temporal del silencio que encontramos en todo el espacio).

Desde ahora hasta el año 2000 (y luego el 2001), los Jasones Mudges pueden ir saliendo por doquier, con predicciones cada vez más lastimeras. Es un accidente irónico del calendario que todo este interés religioso sobre acontecimientos trascendentales pueda aparecer mezclado con la evidencia objetiva de que nos encaminamos hacia una singularidad tecnológica.

Y en consecuencia, aquí va mi predicción: Si no tenemos una guerra general, entonces serás tú, y no Della ni Wil, quien comprenderá la Singularidad de la única manera posible: viviéndola completamente.

San Diego 19831985

FIN

Título originaclass="underline" Marooned in Realtime

Traducción: José María García

© 1986 by Vernor Vinge

© 1988 Ediciones B, S.A.

ISBN: 84-06-485-8

Edición digital de Elfowar

Revisado por Umbriel R6 08/02