Ella suspira.
– Quieres que vayamos al campo. Allí no hay nada, Adam. Vamos a morirnos de hambre. Moriremos.
– ¿A esto le llamas vivir? Ahora en el campamento hay una epidemia de cólera. Lo están manteniendo oculto, pero he oído que ya han muerto tres personas. Tenemos que sacar a los niños de aquí, Sarah. Éste es un mal sitio.
Ella frunce el ceño y abraza más fuerte a Mia.
– ¿Los chicos tienen malos números, Adam? ¿Cuáles son?
Se me remueve el estómago. Hace tiempo que no hablamos de los números. He tratado de borrarlos de mi mente, de no mirar a nadie ni pensar en ello, porque cuando lo hago, mi cabeza se agota. Ahora vuelven a entrar a raudales, como en un dique roto.
– ¡Los números no importan, Sarah! -grito sin darme cuenta-. No se puede confiar en ellos. Los números cambian. Un mal número se puede convertir en uno bueno. Un buen número se puede convertir en uno malo.
Alarga una mano y me acaricia el brazo.
– Está bien, Adam. Todo está bien. Cálmate. Nos iremos. Vamos a irnos de aquí.
Trato de volver a respirar con normalidad, dejo de mecerme hacia atrás y hacia delante.
– Lo siento, Sarah. No tenía intención de ponerme como un loco. Es sólo que… sólo que…
– Lo sé, lo sé -me tranquiliza-. Hoy es demasiado tarde para que nos vayamos. Nos marcharemos mañana.
Por la mañana, recogemos en silencio las pocas cosas que nos han quedado.
– ¿Estamos haciendo lo correcto? -pregunta Sarah justo antes de abandonar el campamento. Hay círculos oscuros bajo sus ojos y tiene la cara más chupada, aunque sigue siendo bella. No puedo dejar de mirarla y, como ella busca respuestas en mi rostro, su número llena de nuevo mi cabeza y, de repente, quiero que sea real. Su número significa esperanza, amor y luz. Su número me da ganas de creer en los finales felices.
Le cojo la cara entre mis manos y la beso suavemente.
– Sí, Sarah -digo-. Estamos haciendo lo correcto. Estaremos bien, ya verás.
Y quiero creerlo. Lo creo. Lo creo de veras.
Echamos un último vistazo alrededor, luego ella pone a Mia en su cabestrillo, coge a los niños de las manos, recojo nuestras bolsas y nos vamos.
Agradecimientos
Me gustaría dar las gracias a The Chicken House and Scholastic: me habéis permitido cumplir mis sueños y me habéis cambiado la vida; Barry, Imogen, Rachel, Elinor, Chrissie, Nicki, Claire y Esther, y mis colegas autores de Chicken: sois una gente enormemente inspiradora. Gracias también a Mary y Becky, extraordinarias publicistas, y a Steve por el fantástico diseño de la portada. Gracias a mis padres, Shirley y David, mis suegros Ann y Peter, y a toda mi familia y amigos por compartir la diversión. Gracias a Ali y Pete, que significan más para mí de lo que jamás significarán los libros, aunque escribir, a veces, me aleje de vosotros. Gracias a mis amigos de Bath y North East Sommerset Council y Keynsham Town Council que se han interesado por mi otra vida «secreta» y me han apoyado. Y, finalmente, gracias a la gente que leyó Numbers y se tomó la molestia de decirme que les había gustado. No tenía ni idea de cuán gratificantes podían ser vuestras opiniones.
You Are Not Alone, con letra de Robert S. Nelly (© R. Nelly Publishing Inc, 1994). Producido por Michael Jackson y R. Nelly y publicado por Michael Jackson en agosto de 1995 con el segundo sencillo del álbum: «History: Past, Present and Future, Book 1» © Epic Records, (1995).
Rachel Ward