Выбрать главу

—Cierto. No sería sorprendente… si este sensor estuviera asociado a un tanque. Recogería lecturas físicas del tanque, y las usaría en los programas. Pero este sensor no tiene nada que ver con el proceso de cambio de formas. Y cada anomalía de cambio de formas tiene una rama que termina aquí. Ese sensor estuvo implicado siempre que tuvimos un problema de cambio de formas.

Manx se había levantado, y se esforzaba por ver el punto parpadeante junto al dedo de Bey.

—No sé qué sensor es. ¿Estás seguro de que no se trata de un monitor de cambio de formas?

—Lo he comprobado una docena de veces. No lo es. Así que decidí que tenía que ser una señal procedente defuera de la Cosechadora, tal vez algo que recogíamos de los datos emitidos desde una antena externa. Pero tampoco se trata de eso.

—Sigues diciéndome qué es lo que no es. —Leo Manx empezaba a perder su habitual cortesía—. Tenemos que comprobarlo directamente. ¿Qué sensor es?

—Te lo diré, pero no va a gustarte la respuesta. —Bey dio un golpecito con el dedo a la pantalla—. Ese sensor está dentro de la Cosechadora, pero en el lugar más difícil de comprobar de todos. Controla el nivel de radiación del núcleo de la Cosechadora, y eso significa que se encuentra fuera de nuestro alcance. Dentro de los escudos de blindaje del núcleo. Leo sacudía la cabeza.

—¿Estás sugiriendo que alguien puso ahí dentro un ordenador y una unidad de almacenamiento de datos? Imposible. Sólo los sensores reforzados pueden funcionar dentro de los escudos… ni siquiera las máquinas movidas por control remoto que manipulan los núcleos tienen un programa.

—Lo sé. Pero estoy convencido de que hay algo ahí, dentro del blindaje. Alguna fuente de información, algún generador de caos para el proceso de cambio de formas. Se trata de la influencia «negentrópica» otra vez… información espuria que es la fuente de disrupción de todo el sistema.

—¡Pero los otros problemas que hemos tenido no tenían nada que ver con el cambio de formas!

—Ya no estamos hablando sólo de eso, Leo. Da la casualidad de que el cambio de formas es enormemente sensible a las secuencias de control de señales. Los problemas aparecen allí primero. Pero lo que he descubierto nos lleva a la teoría del control de núcleos, y ése es un juego distinto. No sé lo suficiente sobre los agujeros negros Kerr-Newman para determinar qué es lo que pasa. Por eso estoy esperando a que Aybee regrese de la Granja Espacial Sagdeyev.

—Entonces tal vez tengas que esperar mucho tiempo. No está allí.

—Pero viene de camino, ¿no?

—Me temo que no. —Leo Manx se retiró a una zona despejada y se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas—. Antes de venir aquí he estado con Cinnabar Baker. Acaba de recibir un informe de un equipo de reparación y mantenimiento que ha llegado a la Granja. Al parecer, está completamente desierta. No hay ningún granjero, y tampoco Aybee está allí.

—¿Más problemas mecánicos?

—No hay rastro de eso. La burbuja estaba a medio reparar; razonablemente habitable, pero desierta. Era como si todo el mundo hubiera decidido soltar las herramientas al mismo tiempo y marcharse. No tenemos ni idea de por qué se han ido, ni adonde. Ni siquiera de cómo se fueron. Baker dice que no falta ninguna nave de tránsito. Todo lo que se llevaron consigo fueron sus trajes. No había signos de nueva violencia.

—Entonces podría ser peor. Aybee probablemente está a salvo. Y es de los que sobreviven. —Bey dejó la pantalla y se desplomó sobre un montón de listados. Se sentía casi cómodo con su nuevo cuerpo, pero el extraño centro de gravedad le daba alguna que otra sorpresa—. Pero es un gran inconveniente para mí. No sé a quién más preguntar.

—Tenemos expertos en núcleos.

—No como Aybee. Necesito a alguien que piense sorteando esquinas. —De repente, el trabajo le pasaba factura. Se sentía agotado.

—Y yo también. —Por primera vez, Leo Manx alzó su clasificador azul—. Por eso he venido a verte. Tú tienes tus problemas y yo tengo los míos. Aybee me hizo empezar esto antes de que saliéramos de la Granja. Le necesito tanto como tú. Pero me dijo que hablara contigo si él no estaba… no sé si te gusta la idea, pero Aybee sugiere que tú y él tenéis el mismo modo de pensar.

—Se equivoca. —Bey no hizo ningún intento por coger el clasificador ofrecido. Todavía contemplaba la pantalla, reflexivo—

Aybee es más listo que yo, pero me hace sentir como si tuviera mil años. No tengo su fe infantil. Si no puedo resolver mis propios problemas, estoy seguro de no poder resolver los de nadie más.

Era un comentario de despedida; se suponía que entonces Leo Manx tenía que levantarse y marcharse. Sin embargo, avanzó y colocó el clasificador abierto sobre las rodillas de Bey.

—El Hombre Negentrópico —dijo.

Bey lo miró, y luego sacudió la cabeza.

—De dónde vino —continuó Manx—. Qué significa. Aybee mencionó cuatro formas de entropía: entropía termodinámica, entropía de mecánica estadística, entropía de teoría de la información y entropía de los núcleos. Pero no pudo decirnos qué enfoque era el apropiado.

—Ni yo.

—Muy bien. No quiero preguntarte eso. —Manx sacó una hoja del clasificador—. Aybee sugirió que si queríamos hacer progresos tendríamos que examinar el momento exacto en que se produjeron tus alucinaciones. He hecho una lista de todo lo que me dijiste cuando veníamos del Sistema Interior. Ahora me gustaría asegurarme de que está completa.

Bey contempló la lista, sombrío. Sabía lo que estaba haciendo Leo: exactamente lo que él mismo habría hecho con un compañero poco predispuesto a colaborar; engañarlo con el cebo de algo en lo que estuviera interesado, tirar del sedal lentamente y esperar que tras unos minutos lo hubiese llevado a alguna parte.

Bien, qué demonios. Era un juego al que podían jugar dos, y Bey había llegado tan lejos como podía en»el asunto del cambio de formas sin concederse tiempo para ordenar las ideas.

—¿Sólo quieres que te hable de cuando vi al Hombre Negentrópico? ¿Sabes que Sylvia está segura de que es Black Ransome?

—Lo sé. Pero sólo tenemos su palabra. ¿Es el Hombre Negentrópico la única persona que viste en tus alucinaciones?

—Lo era, hasta hace unos días.

Wolf no levantó la cabeza. Ahora que ya había empezado, no estaba seguro de querer contarle a nadie la extraña visita de Mary. Parecía algo lejano e inverosímil. Incluso el día después de que sucediera, casi había llegado a convencerse de que había soñado todo el episodio.

—Vi a Mary Walton —dijo por fin—. Después de salir del cambio de formas.

—¿Quieres decir… que la viste en persona?

—No. En un mensaje grabado, dejado en mis habitaciones.

—¿Y no se lo dijiste a Sylvia, ni a Cinnabar Baker?

—No. —Bey vaciló un momento, evaluando el nesgo. Decidió que debía confiar en alguien… no todos podían ser espías—. Leo, tenía un motivo para no hablar de nada de esto. Hay una filtración. Llegamos de la Granja Espacial hace sólo unas semanas. Nadie sabía que veníamos, nadie sabía ni siquiera que sobrevivimos al «accidente» que se produjo allí. Después de nuestra llegada no se enviaron mensajes desde aquí diciendo dónde estábamos. Lo sé, porque yo mismo comprobé el centro de mensajes. Y sin embargo, en cuanto fui a mis habitaciones, me estaba esperando un mensaje grabado de Mary Walton. Leo, hasta que me llevaron a esas habitaciones, ni siquiera yo sabía dónde iba a dormir.

—¿Y por eso no me lo dijiste a mí, o a Sylvia Fernald, o a Cinnabar Baker? —Manx estaba lleno de una energía desenfocada que hacía que sus brazos y sus piernas se sacudieran como los de una marioneta—. Bey, sé que no estás habituado a las costumbres del Sistema Exterior y sé adonde quieres llegar. Pero es una locura. Estás haciendo unas acusaciones terribles, y menos mal que me lo has dicho. Puedo asegurarte absolutamente que ni Sylvia ni Cinnabar están filtrando información.