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La sugerencia de que se echara ella también una siesta resultaba tentadora. Desde su llegada a Warwick habían ocurrido muchas cosas: sentía como si hubiera vivido varias vidas. Estaba física y emocionalmente agotada. Se encaminó hacia el dormitorio, dispuesta a seguir el consejo de Alik, cuando llamaron a la puerta.

Antes de que pudiera averiguar de quién se trataba alguien abrió desde fuera.

– ¿Profesor Jarman? -lo llamó una voz femenina.

Sorprendida ante la intromisión de alguien a quien no se le había dado permiso para entrar, Blaire abrió la puerta otro poco más para ver de cerca a su interlocutora sin recordar que ella había hecho lo mismo el día anterior. Era una atractiva rubia. La joven se la quedó mirando con sus helados ojos azules sin ninguna discreción. Debía de tener, poco más o menos, la misma edad de Blaire: veintitrés años.

– El profesor Jarman se ha ido a la excavación, ¿puedo ayudarla?

– ¿Quién eres tú?

«¿Cuánto tiempo había durado esa relación?», se preguntó Blaire que, haciendo caso omiso de la pregunta, contestó:

– Sus horas de consulta son de cuatro a cinco, por si quieres pedirle una cita.

– No, gracias, se trata de algo personal.

Blaire decidió asumir un riesgo perfectamente calculado y replicó:

– ¿Te ha pedido que vengas y que lo esperes dentro?

– No, pero aquí todos somos como amigos -contestó la rubia sonrojándose-. Si vivieras aquí lo sabrías.

Blaire estuvo a punto de preguntarle si el profesor Jarman entraba en su remolque sin pedir permiso, pero se refrenó. No sabía qué quería Alik que pensaran sus compañeros y alumnos sobre su relación con ella, y no quería decir nada sin hablar primero con él. Hubiera deseado poder decirle cuatro cosas a aquella chica, pero se reprimió. Aunque no del todo.

– Entonces, si vives por aquí, lo encontrarás.

– Claro.

Blaire, no quería parecer descortés, así que esperó a que la rubia se marchara antes de cerrar la puerta. Le hubiera encantado cerrarla de golpe, pero no quería despertar a Nicky. Necesitaba que continuara durmiendo para poder dormir ella.

En la cama de Alik.

Era difícil sorprender a Dominic Giraud, pero en aquella ocasión Alik lo había conseguido. Su amigo y colega vivía en Wyoming. El otro buen amigo de ambos, Zane Broderick, vivía en Tooele, Utah. Zane, por el momento, no sabía nada. El gigantesco proyecto en el que trabajaban los tres requería de una concentración constante, pero la llegada de Blaire y de Nicky causó tanto revuelo que quedó olvidado.

– ¿Era tu ex novia la que me contestó al teléfono?

– Sí, la misma.

– ¿Y rompió contigo sabiendo que llevaba a tu hijo en el vientre? -exigió saber Dominic perplejo.

Alik sabía que siempre podría contar con su apoyo. Suspiró pesadamente y contestó:

– Dice que no supo que estaba embarazada hasta que el daño no estuvo hecho y, naturalmente, cuando se enteró, pensó que no debía decirme nada para no hacerme más daño, así que…

– ¡Dios mío! -lo interrumpió Dominic enérgico. Alik sabía que estaba pensando, lo mismo que había pensado él. Sin embargo, ver su reacción le hacía revivir de nuevo todo el dolor. Tras una larga pausa, Dominic añadió-: ¡Tienes un hijo!

– Sí, tengo un hijo.

– ¿Y no te cabe ninguna duda de que es hijo tuyo?

– Basta un vistazo para comprobarlo -contestó Alik tragando.

– ¿Así que es tu viva imagen, mon vieux?

Aquel era un apelativo cariñoso que Dominic usaba con todos sus amigos.

– Bueno, también tiene rasgos de Blaire.

– Claro, por supuesto.

– Demonios, Dom, esto me está destrozando.

– Tienes suerte de tener un hijo -musitó Dominic con voz profunda-. Sea lo que sea lo que te haya hecho Blaire, al menos ha tenido la decencia de informarte. Algunas mujeres que conozco no se habrían molestado…

– Lo sé.

– ¿Quiere volver contigo?

– No, va a casarse dentro de dos meses -contestó Alik, apretando los dientes-. Supongo que, después de decirme que era demasiado viejo para ella, se habrá buscado un chico joven bien cargado de hormonas masculinas al que no le importe su apellido. Me imagino que espera que les pase el suficiente dinero a cuenta del niño como para vivir ella y su novio con toda clase de lujos.

– ¿Aún sigue empeñada en eso de que es demasiado joven para ti? -preguntó Dom compasivo.

– Sí.

– ¿Quieres saber lo que opino? -preguntó Dominic después de una larga pausa.

– Sí, adelante. Necesito escuchar la voz de la sensatez. Perdí la cordura cuando la vi en el remolque -más bella que nunca, hubiera debido añadir.

– No creo que sea esa la razón por la que rompió contigo, jamás lo creí, y ahora que se ha presentado así, con tu hijo, menos aún. Alik… si de verdad no siguiera enamorada de ti, jamás se habría acercado, y menos aún con el niño. Aquí ocurre algo.

– ¡A menos que sea más lista de lo que creía! -soltó Alik-. Puede que quiera asegurarse de que su hijo hereda lo que le corresponde, a pesar de lo que me odia. Si es así, entonces es que jamás me comprendió. Tú sabes muy bien lo que opino al respecto, después de lo ocurrido con mi familia.

– Sí, lo sé -confirmó Dominic, que comprendía bien el pasado de Alik.

– Ha venido dándoselas de generosa, me ha dicho incluso que me permitiría visitar a mi hijo, pero que será Rick Hammond quien lo críe, quien lo llame hijo -Dom juró en francés, y Alik continuó-. Cuando terminó el discurso que, evidentemente, llevaba semanas ensayando, le dije que solo estaba dispuesto a acceder a su plan si se quedaba conmigo un mes para que pudiera conocer a mi hijo.

– Eso debe haberla afectado terriblemente.

– La afectó, te lo aseguro.

– ¿Y accedió?

– No le he dado opción. O eso, o la llevaba a los tribunales por la custodia de Nicky y no volvía a verlo jamás, así que cedió.

– En treinta días tienes tiempo de sobra para averiguar por qué rompió contigo -añadió Dom con su mente brillante.

– Eso ya da igual.

– Si tú lo dices, mon ami -contestó Dom.

Alik siempre había estado de acuerdo con su amigo, pero en los últimos tiempos había llegado a la conclusión de que era inútil. Simplemente trataba de sobrevivir. Si permitía que Blaire se le acercara de nuevo, jamás se vería libre de ella, de su poder sobre él.

– Lo más importante es Nicky -comentó Alik-. Tengo intención de ser su único padre en este mundo. Voy a mantenerlo, pero también voy a ser el único en criarlo. Y jamás habrá herencia. Algún día, cuando Blaire se entere, lamentará haber vuelto trayendo consigo a nuestro retoño. Cuanto más lo pienso, más me convenzo de que no estaba tomando la píldora. Nos acostamos juntos porque ella me lo suplicó, me dio la sensación de que Blaire necesitaba esa unión antes de mi viaje, de que se sentía insegura. ¡Demonios, Dom, caí en la trampa más antigua en que puede caer un hombre, y ni siquiera me di cuenta!

– Puede ser, pero puede que no.

– ¡Pero si todo encaja! -exclamó Alik.

– ¿Te refieres a que encaja igual que cuando yo creía que encajaba todo en mi relación con Hannah? ¿Recuerdas la noche anterior a mi boda en Niza, cuando Zane y tú subisteis a bordo del yate y me encontrasteis en el mismo estado en el que te encuentras tú ahora?

– Bueno, es difícil olvidarlo -contestó Alik parpadeando.

– También para mí. Estuve a punto de perderla.

– Pero mi situación no es la misma.

– Jamás lo parece cuando se está en esa situación, sufriendo. Pero yo sé algo que tú no.

– ¿De qué estás hablando? -inquirió Alik aferrándose al auricular.

– Deja que te haga una pregunta primero. ¿Qué sabe Blaire sobre mí?