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– Nada, tú y yo nos hicimos amigos después de mi ruptura con ella.

– Entonces, ¿jamás le has mencionado mi nombre?

– Bueno, sí, creo que esta mañana tu nombre salió en la conversación. ¿Por qué?

– Porque antes, cuando hablamos por teléfono, ella creía que era una mujer.

– Bueno, pero eso es bastante corriente -repuso Alik recordando que Blaire había susurrado algo al teléfono.

– Sí, pero ella pareció muy aliviada al descubrir que era un hombre. No lo olvides. Hablaremos dentro de unos días, cuando se halla aclarado la neblina. Creo que para entonces verás las cosas con más claridad. Y, en cuanto tengas un minuto, mándame una foto de tu hijo por e-mail. Hannah se va a entusiasmar. Dentro de un año Elizabeth y Nicky serán buenos amigos. A bientót, mon camarade.

Capítulo 4

– ¿Profesor Jarman? ¿Puedo hablar con usted un minuto?

Alik había estado fuera más tiempo de lo que pensaba. Primero en la excavación, con los estudiantes, y después hablando con Dominic. Habían transcurrido casi dos horas. Tenía que volver al remolque, así que continuó caminando sin prestar demasiada atención.

– Me temo que ahora mismo no tengo tiempo, Sandy. De hecho, no voy a estar disponible para ninguna cita hasta mediados de la semana que viene.

– Pero es que no se trata de nada relacionado con la excavación -explicó ella apresurándose, tratando de mantener el paso de Alik-. Oí al profesor Fawson decir que iba a contratar a una secretaria para ayudarlos con el papeleo a los dos, a usted y a él, y me ofrecí a hacer ese trabajo por las noches. El profesor Fawson me dijo que viniera a verlo.

– Aprecio mucho su oferta, Sandy, pero ya tengo quien me ayude -mintió, deteniéndose de golpe.

– ¿Se refiere a la mujer con la que acabo de hablar, la que estaba en su remolque? -preguntó Sandy tensa-. ¿Sabe algo de arqueología o de geología?

– Satisface todas mis necesidades -contestó Alik dejándose llevar por una repentina inspiración-. Por favor, déle las gracias al profesor Fawson de mi parte.

Minutos más tarde, en el remolque, Alik descubrió que Blaire y Nicky estaban dormidos y se quedó en el umbral de la puerta contemplándolos, perdiendo la noción del tiempo. Nicky estaba boca arriba, con los brazos estirados y los puños cerrados. Su carita era perfecta. Blaire estaba de lado, hacia el niño, con el pelo desparramado sobre la almohada como una princesa. Era su Rapunzel de melena pelirroja y brillante. Alik escrutó los rasgos clásicos de su rostro y su exquisita silueta.

El nacimiento del niño había hecho de ella una mujer más voluptuosa que nunca. Blaire era una arrebatadora combinación de curvas. Los vaqueros revelaban la larga y esbelta forma de sus piernas, que podía sentir enrolladas a las suyas cada vez que se permitía el lujo de recordar su única noche de pasión.

Al principio, Blaire se había mostrado tímida y adorable, y Alik, sencillamente, la había abrazado. Luego ella había alzado los ojos, grises y cristalinos, rebosantes de amor, en una clara invitación, y entonces él se había sentido perdido. La respuesta de Blaire había sido más apasionada de lo que jamás hubiera soñado. Su ardor mutuo los había llevado a hacer el amor una y otra vez.

Los ojos de Alik se llenaron de lágrimas recordando la belleza de aquel momento. Luego, dirigió la mirada hacia su hijo. Aquella había sido la noche en que habían concebido a Nicky.

¿Habría sido todo fingido?, ¿sería cierto que Blaire solo quería su dinero? Si era así, era una magnífica actriz. Durante aquellas horas de euforia, Blaire había logrado convencerlo de que lo era todo para ella, de que él era su vida.

Alik cerró los ojos sintiendo cómo la negrura del año transcurrido lo envolvía. Dom le había advertido de que quizá las cosas no fueran lo que parecían. Blaire había vuelto a la escena del crimen con el bebé, eso no era corriente dadas las circunstancias. Necesitaba tiempo para despejar la neblina.

En el caso de Dom, al final todo había salido bien. Alik se alegraba por él y por Hannah. Pero Blaire no era Hannah. Alik apretó los puños. Durante todo aquel tiempo, Blaire le había ocultado que iba a ser padre.

Buscaba su dinero, no había otra explicación.

Su mirada vagó una vez más por la silueta de ella. Al final de aquellos treinta días Blaire iba a llevarse una sorpresa.

Blaire estaba a punto de levantarse cuando sintió la presencia de Alik en el umbral de la puerta. Abrió los ojos justo a tiempo para verlo salir, de espaldas. Se preguntaba cuánto tiempo habría estado allí, observándolos. Sin duda, había ido a comprobar cómo estaba Nicky. El niño debía tener hambre.

Escuchó el tintinear de objetos metálicos en la cocina. Se sentía culpable por no haber preparado la comida, y se prometió a sí misma que aquella sería la última vez que él llegara a casa y la encontrara en la cama. Era evidente que necesitaba un descanso más de lo que creía.

Aquel era el mejor momento para hablar con Alik sobre la chica que había ido a visitarlo, antes de que Nicky reclamara su atención. Blaire prefería mantener su identidad en secreto en la excavación, y suponía que él también.

Alik siempre había sido una persona reservada. Había cosas dolorosas de su pasado que jamás le había confiado, y era de suponer que siguiera siendo así tras la separación. Más aún, probablemente se hubiera encerrado más en sí mismo. Otro pecado más que añadir a su lista. Jamás podría defenderse de aquellas acusaciones.

Blaire se puso las zapatillas y fue en su busca. El olor a pan de ajo y sopa de pescado con almejas que llenaba el ambiente le hacía la boca agua. Alik adoraba el pescado. Cuando eran novios, siempre pedía salmón, ostras o langosta.

– Ya está todo listo, siéntate.

La ternura, la dulzura de los pequeños detalles que habían formado siempre parte del encanto de Alik habían desaparecido. Y todo por su culpa.

– Gracias, tiene un aspecto delicioso.

Alik retiró el enorme mapa que ella había visto sobre la mesa el primer día al entrar en el remolque. Blaire, por su parte, despejó la silla cromada para poder sentarse. Sobre la pila de objetos amontonados había un pequeño póster con un motivo del Oeste: «”Buen hombre, ¿podría usted decirme dónde está su jefe?” El cowboy de Wyoming miró al hombre del Este, escupió tabaco y contestó: “Ese desgraciado aún no ha nacido”».

– ¿De dónde ha salido esto? -preguntó Blaire echándose a reír.

Alik lo miró de reojo y tomó asiento.

– De una vieja estación de Laramie. Quería ponerlo en la pared, pero no he tenido tiempo.

– ¿Has estado en Wyoming?

– Exacto.

Alik continuó comiendo sin hacer más comentarios. Blaire cayó en la cuenta de inmediato de que no toleraría charla alguna, así que decidió ir al grano.

– Hace un rato vino a verte una estudiante. Entró por las buenas. Yo le pregunté si tenía una cita, pero era evidente que no. No sabía muy bien qué decirle, ella…

– Era Sandy, ya he hablado con ella. Se ha creído que eras mi nueva secretaria, y creo que será mejor que lo dejemos así.

– Pero cuando vean que no salgo del remolque por la noche…

– Que lo interpreten como quieran. Van a hacerlo de todos modos, en cuanto vean al niño.

– Está bien, no me importa, pero preferiría que no supieran mi verdadero nombre -contestó Blaire echándose a temblar al escuchar el tono helado de su voz.

Alik frunció el ceño y la miró de un modo penetrante. Blaire se sintió obligada a buscar una respuesta y añadió:

– La gente va a pensar que soy una perdida. Murmurarán. Para ti puede que no sea importante, pero yo no quiero que manchen el nombre de mis padres.

– Pues di que eres la señora Hammond -contestó él terminándose una segunda rebanada de pan.

– Gracias por ser tan comprensivo -dijo ella aferrándose a aquel salvavidas que él le había arrojado sin darse cuenta.