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– Los bebés son irresistibles, ¿no crees? -contestó Hannah, tan emocionada como Blaire.

– Sí.

– Dominic era como la plastilina la primera vez que puse a Elisabeth en sus manos. ¡Te juro que se enamoró de ella antes que de mí!

– Tienes un marido maravilloso.

– Lo sé -contestó Hannah sorbiéndose la nariz-. ¿Cómo es tu novio? ¿Tienes alguna foto de él?

Aquella pregunta hizo renacer el dolor en Blaire.

– No, me… me las dejé. Cuando fui a Nueva York, solo planeaba estar allí tres días. R… Rick es completamente distinto de Alik. Escucha, ¿por qué no te tumbas en el sofá mientras hago la cena? Te traeré una cola.

– Deja que te ayude.

– No, por favor, quiero hacer esto por vosotros. No es fácil cuidar de un bebé de diez meses estando embarazada. Si sales de la cocina, quizá el olor a gambas no te moleste tanto -añadió tendiéndole una lata de cola-. ¿Quieres ver el álbum de fotos de Nicky?

– ¡Me encantaría!

– Está en el dormitorio, iré a por él.

Al volver Blaire con el álbum, Hannah añadió:

– Dominic y yo estábamos tan nerviosos por ver una foto de Nicky con Alik por el correo electrónico que cuando la recibimos, la pegamos en la nevera.

– ¿Tienes sitio en la casa para el bebé que estáis esperando?

– ¡No! -rio Hannah-, es casi tan pequeña como este remolque. Por suerte la casa nueva estará terminada hacia mayo, para cuando llegue el bebé.

– ¡Qué ilusión! -exclamó Blaire desde la cocina mientras salteaba cebollas y pimientos-. ¿Dónde la vais a construir?

– Justo aquí, en esta propiedad, con los caballos. Alik y Zane son tan nómadas que les hemos dicho que se vengan aquí a construir su casa también. Cuando estén preparados, claro. Hay terreno suficiente para todos, manteniendo la intimidad.

– ¿Y… y Alik os ha dicho que sí? -preguntó Blaire incapaz de contenerse.

– Se lo está pensando -no quería que Hannah le contara nada más. Oír aquello la estaba matando, porque jamás formaría parte de ello-. ¿Te ha contado Alik que el tren de alta velocidad pasará por mi propiedad?

– No, no tenía ni idea.

– Es emocionante descubrir que estas tierras formaron parte del Pony Express y que ahora se usarán para un nuevo tren revolucionario.

– Pero ¿no va a costar eso billones de dólares?

– Sí, desde luego. Los hombres están arriesgando hasta el último penique en este proyecto, sus fortunas enteras dependen del éxito. Durante este último mes he estado viajando con Dominic, tratando de ayudarlo, de hacer mi parte, que no es mucho.

Para Blaire, viajar por todo el país con Alik le había hecho darse cuenta de lo que podría significar trabajar con él, unirse a él en ese sueño que aquellos notables hombres se empeñaban en hacer realidad. Al enterarse de lo caro que saldría aquel proyecto se dio cuenta, más que nunca, de que había hecho lo correcto al romper con Alik. Sin embargo, jamás envidiaría a nadie tanto como envidiaba a Hannah Giraud.

– Si me disculpas un segundo, enseguida vuelvo.

Blaire entró en el baño justo a tiempo para aferrarse a la toalla y romper a llorar. Así amortiguaría el sonido.

– Blaire, vas a tener que darle la receta a mi mujer. Son los mejores tacos que he comido en mi vida -comentó Dominic ayudándola a quitar la mesa.

– Gracias -murmuró Blaire mientras llenaba el lavaplatos.

Una vez que todo estuvo recogido, Dominic se sentó en el sofá a jugar con Nicky y Alik ayudó a Hannah a dar de comer a Elisabeth. Cuando Blaire entró en el salón, Dominic levantó la vista.

– ¿Por qué no vais Alik y tú a dar un paseo a caballo, antes de que se haga de noche? Puede enseñarte por dónde van a pasar las vías.

No, no se atrevía.

– Quizá sea mejor que no, yo… yo solo he montado a caballo un par de veces en mi vida, y además Alik estará cansado del viaje…

– Jamás me había sentido más despierto -intervino Alik poniéndose en pie-. Tranquila, Blaire, te divertirás.

– No te preocupes por Nicky -añadió Dominic-. Hannah y yo guardaremos el fuerte. Quiero ir acostumbrándome a este pequeñito. Me va a ayudar a ejercitarme para el gran acontecimiento.

Blaire observó el íntimo intercambio de miradas entre Dominic y Hannah. El amor que se tenían el uno al otro era palpable.

– Usa mi chaqueta si tienes frío, Blaire. Está colgada en el establo.

– Gracias, Hannah.

Tras inclinarse para besar a Nicky, Blaire salió del remolque detrás de Alik. El establo estaba a poca distancia. Hacía frío, pero los colores que el sol arrancaba al cielo con su puesta eran muy bellos.

Alik abrió la puerta del establo. Cuando Blaire lo alcanzó, él había salido y le tendía la chaqueta de Hannah. Blaire evitó su mirada y se la puso. Las manos de Alik sobre sus antebrazos parecían reacias a dejarla marchar. Blaire se apartó con el pulso acelerado y caminó hacia el establo apenas sin aliento.

– ¡Pero si solo hay un caballo! -gritó alarmada.

– Exacto -contestó él-. El semental de Dominic está en el veterinario. Esta es la yegua de Hannah, Cinnamon -Alik alcanzó las riendas, colgadas de la pared, y se las colocó al caballo entre los dientes-. Vamos, ven. Ponte de pie, aquí, yo te ayudaré. Apoya el pie aquí, en mis manos.

Aquello la obligaría a estar muy cerca de él, que era justamente lo que, hasta ese momento, había evitado.

– ¿Por qué no., por qué no montas tú y yo te miro?

– No te asustes, Cinnamon está acostumbrada a que la monte. ¡Arriba!

Antes de que pudiera detenerlo, las manos de Alik se posaron sobre su cintura elevándola por encima del caballo. Luego Alik saltó como el rayo tras ella y agarró las riendas.

– ¿Cómo aprendiste a hacer eso? -preguntó ella maravillándose de su habilidad, a pesar del miedo que le producía estar tan cerca.

– Hannah solía montar en el rodeo. Es una profesora excelente. Tú simplemente inclínate sobre mí y no te caerás. Vamos, ¿quieres?

Alik chasqueó la lengua. Cinnamon comenzó a caminar y salió del establo. Cuando estuvieron en campo abierto, la yegua echó a galopar. Sin nada a qué agarrarse, Blaire no tuvo más remedio que dejar que Alik la abrazase.

Volaron por la tierra cada vez más deprisa. Blaire experimentó una repentina ola de felicidad como jamás la había vivido. Alik no tiró de las riendas hasta que no llegaron a la cima de la colina desde la que se divisaba el río.

Cinnamon hizo cabriolas, y mientras Blaire sintió los dedos de Alik retirarle el pelo de los hombros.

– Ahora que esta seda no me oculta la visión -susurró él contra su oído-, puedo enseñarte la ruta que tomará el tren.

Aquel contacto la derritió. Quizá Alik no fuera consciente, pero había deslizado la mano izquierda por su cadera hasta llegar al centro del estómago, y había rozado su mejilla con la mano derecha al señalarle una línea imaginaria que corría paralela al río.

Era imposible concentrarse sintiendo los furiosos latidos del corazón de Alik contra su espalda. Su respiración se había hecho lenta y pesada, igual que la de ella. La mano de Alik comenzó a acariciarle el estómago, a presionarla contra él.

– Dios mío, Blaire -dijo él con voz ronca, llena de emoción-, Hueles maravillosamente.

Su boca hizo pequeñas incursiones en su nuca, besando y lamiendo su piel cálida, volviéndola loca de deseo.

– ¡No… no debemos hacerlo! -jadeó Blaire frenética, sintiendo que Alik la agarraba de la barbilla para obligarla a volverse hacia él-. No sería justo para Rick.

– Yo llegué antes que él, la existencia de Nicky lo demuestra. Sé que aún me deseas, seamos sinceros en eso, al menos -musitó Alik salvaje, antes de inclinarse para besarla en la boca.

Durante unos segundos Blaire sintió que perdía el sentido mientras Alik comenzaba a besarla hasta beberse su aliento. Blaire llegó a olvidar que estaba sobre un caballo, en mitad de ninguna parte. Lo único real era el hombre al que amaba con cada célula de su cuerpo.