Выбрать главу

Sin embargo, cuando se escuchó a sí misma gemir de éxtasis, aquello la devolvió a la realidad y a la conciencia de lo que estaba haciendo. Reunió todo su coraje y se apartó, interrumpiendo aquel beso y el hechizo que él tenía sobre ella. No habría sido capaz de decidir quién de los dos estaba más tembloroso.

– No recuerdo que esto formara parte de nuestro trato -dijo desdeñosa-. Bien, ahora que has conseguido quitártelo de la cabeza, volvamos al remolque.

– Naturalmente -contestó Alik con una nota de satisfacción en su profunda, ronca voz-. Cuando hables con Rick esta noche, dale recuerdos de mi parte.

A galope, de vuelta al establo, Blaire pudo echar la culpa de sus lágrimas al viento helado, que parecía haber brotado no se sabía de dónde. En esa ocasión estaba preparada para Alik.

Cuando llegaron al establo, él se bajó del caballo, y Blaire se bajó por el otro lado y salió corriendo. No se dio cuenta de que llevaba puesta la chaqueta de Hannah hasta que no entró en el remolque y esperó a que se le borraran las lágrimas.

Dominic y Hannah, en el sofá, levantaron la vista al mismo tiempo con miradas inquisitivas. Dominic fue el primero en hablar.

– ¿Te encuentras bien?

– S… sí, claro.

– ¿Qué tal el paseo? -quiso saber Hannah.

– Muy… muy bien. ¿Y qué tal Nicky? ¿Ha montado mucho follón?

– En absoluto. Está dormido, en la cama.

Blaire sentía que las mejillas le ardían. Probablemente estuviera colorada. Se sentía como una tonta. Se quitó la chaqueta y la dejó sobre el brazo del sofá.

– Muchas gracias por prestármela, Hannah.

– De nada. Cariño… -contestó Hannah volviéndose hacia su marido-, creo que es hora de marcharnos a descansar. Si te llevas a Elisabeth, yo recogeré las cosas y las guardaré en la bolsa.

Alik cerraba la puerta del establo y se encaminaba hacia ellos cuando Blaire les dio las gracias y las buegas noches. Incapaz de enfrentarse a él, Blaire se apresuró a entrar en el dormitorio y se preparó para marcharse a la cama. Con Nicky dormido, Alik no tenía razón alguna para entrar. Los Giraud debían de estar entreteniéndolo. Blaire cerró la puerta, apagó la luz y se metió debajo de las sábanas.

Su corazón parecía retumbar en la habitación. Hacía tanto ruido que Blaire se temía que Alik entrara a averiguar de qué se trataba. Veinte minutos después, comenzó a serenarse. Estaba empezando a sentir cierta calma cuando la puerta se abrió. La alta silueta masculina de Alik se dibujó contra la luz que entraba procedente del salón.

– Te has olvidado de esto -dijo él dejando el teléfono móvil sobre la cama-. Que no se diga que me he interpuesto en medio de un amor verdadero.

Zane bajó de la avioneta bimotor con una bolsa de fin de semana, y caminó a grandes zancadas hacia Alik y Dominic, que lo esperaban en el aeropuerto. Tras dejar la bolsa en el maletero, subió al asiento de atrás y estrechó las manos de sus amigos. Sin embargo, Alik notó enseguida que no sonreía. Dom también se había dado cuenta.

– ¿Qué ocurre, mon ami?

– Tengo noticias… -contestó Zane mirando directamente a Alik-… en relación con Blaire. ¿Por qué no salimos de aquí, y os lo cuento?

Alik tragó, arrancó y condujo desde una carretera alquitranada hasta un camino aislado. Tras detenerse, se volvió hacia Zane.

– Adelante, cuéntame de qué se trata.

– Ayer tuve que volar a San Diego para entrevistarme con unos ingenieros que iban a mandarme un material especial que, al final, no me mandaron y, mientras estaba allí, se me ocurrió llamar por teléfono a los padres de Blaire y preguntar por Rick Hammond fingiendo que era un amigo de él.

– ¿Y qué te dijeron? -preguntó Alik rígido.

– Que jamás habían oído hablar de él. No tenían ni idea de quién era.

Alik dejó escapar un gemido.

– Recordé que me habías dicho que había ido a un instituto de allí, así que llamé a todos los institutos y universidades de la zona. Jamás había habido ningún Rick Hammond inscrito allí.

La adrenalina comenzó a acumularse y a desbordar en el sistema nervioso de Alik poniendo en marcha todas las alarmas. Zane continuó:

– Entonces fui a la división de vehículos con motor y persuadí a la señorita que había allí de que buscara ese nombre en el ordenador. Alik, si el novio de Blaire se llama Rick Hammond o algo parecido, no vive en San Diego ni en sus alrededores.

– Lo cual significa que o vive en otro sitio o… -concluyó Dominic con el ceño fruncido.

– O no existe -los tres se miraron alternativamente, y Alik reflexionó sobre las consecuencias, y añadió-. ¡Dios! ¡Si me ha estado mintiendo…!

– Podría significar unas cuantas cosas -razonó Zane.

– Tienes razón -asintió Alik-. Zane, ¿cómo podría darte las gracias?

– ¿Por qué no esperas a saber la verdad para dármelas?

– Creo que Zane ha descubierto algo verdaderamente importante -intervino Dom.

– Y yo, Dom. Si no os importa, os llevaré al apartamento y volveré al remolque a hablar con Blaire. Nos veremos después, un poco más tarde. Te llamaré, Zane.

– Ese es un buen plan.

Media hora más tarde, Alik condujo hacia el remolque dispuesto para la batalla. Blaire pareció sorprendida cuando lo vio abrir la puerta y entrar encarándose con ella sin más preámbulos. Blaire tenía a Nicky en brazos.

– No esperaba que volvieras tan pronto. ¿Dónde está ru amigo Zane?, ¿es que no ha venido?

Alik estaba demasiado tenso como para sentarse. Se quedó de pie, en medio de la habitación, luchando por no agarrarla de los brazos y sacudirla exigiéndole que le dijera la verdad.

– Sí, sí ha venido.

Blaire estrechó al niño con fuerza, y Alik lo notó.

– ¿Qué ocurre, Alik? ¿Por qué me miras así?

– Zane estuvo ayer en San Diego, en viaje de negocios -cuando Blaire alcanzó a comprender lo que significaban aquellas palabras perdió el color. Aquel era el primer signo de la derrota-. ¿Quieres decirme de quién es el anillo que llevas? Porque desde luego no es de Rick Hammond, Rick Hammond no existe.

Si eso hubiera sido mentira, Blaire habría saltado para refutarlo. El hecho de que permaneciera callada era suficiente prueba.

– ¿Por qué me has mentido, Blaire? -continuó Alik preguntando.

Pareció pasar una eternidad antes de que ella contestara.

– Porque no quería que pensaras que había vuelto a Nueva York con la esperanza de que volvieras a aceptarme y a hacerte económicamente responsable de mí.

Alik solo deseaba la verdad. Y ella se la acababa de decir.

– Pero tú aún me deseas.

Blaire se volvió hacia él por fin, cara a cara.

– Jamás he negado que sintiera atracción por ti, pero no tengo intención de hacer nada al respecto. Cuando te dije que había cambiado de opinión sobre nuestro compromiso y me quité el anillo, te lo dije muy en serio. No obstante, ya que tu madre piensa que estoy comprometida con otro, ¿no crees que es mejor dejarlo así cuando vayamos a Nueva York?

Mantendría los ojos y los oídos bien abiertos cuando fueran a Nueva York. Como suele decirse en inglés, olía a rata. Y así lo creía también Zane.

Capítulo 9

Alik preparó ropa limpia y anunció que se iba a la ducha. Nada más cerrar la puerta del baño y abrir el grifo, llamó por teléfono. Sus amigos contestaron por los dos aparatos, y a ninguno le sorprendió enterarse de que el novio de Blaire no existía.

– Tengo una deuda contigo, Zane.

– Bueno, solo hice un trabajillo de detective.

– Pues ese trabajillo de detective está despejando la niebla. Ahora lo veo todo más claro, tal y como tú dijiste, Dom.