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– Mamá, ¿quieres sostener a Nicky un momento? -continuó Alik poniendo en sus brazos al niño-. Esta es, verdaderamente, una ocasión muy especial. El regalo de Blaire me ha convertido en el más feliz de los hombres, y ahora quiero agradecerle, delante de mi familia y mis amigos, todo el sacrificio que ha tenido que sobrellevar para tener a nuestro hijo. Por un cruel capricho del destino, yo no supe que estaba embarazada de mi hijo hasta hace pocas semanas, cuando ella me lo trajo. Evidentemente, no estuve presente en el parto. Ninguna mujer debería vivir esa experiencia sin el apoyo del hombre que la ama y que la ha sumido en esa condición.

«No, Alik, no».

– Puede que Blaire huyera de mí una vez, pero, por un milagro, ha vuelto. Y ahora no voy a dejar que vuelva a desaparecer de mi vida.

Antes de que Blaire pudiera darse cuenta de lo que Alik estaba haciendo, él le quitó el anillo de su tía y deslizó otro en su lugar. Luego continuó:

– Esta noche me gustaría anunciar nuestro compromiso. Nos casaremos en Laramie, Wyoming, en cuanto volvamos. Sé que todos vosotros nos deseáis mucha felicidad. Si alguno quiere visitarnos, será siempre bienvenido. Nuestro remolque siempre estará abierto para vosotros. Nos gustaría que Nicky creciera conociendo a sus abuelos, a sus tíos, tías y primos del Este. Algún día, cuando se hayan puesto los cimientos para que el tren de alta velocidad cruce Estados Unidos desde Nueva York hasta San Francisco, volveremos aquí de visita una vez más. Espero que, para entonces, nuestra familia sea algo más numerosa. Y ahora, si me disculpáis, nuestro hijo quiere irse a la cama. Saldremos para Denver mañana por la mañana a primera hora. Me alegro mucho de haberos visto a todos.

Alik alargó el brazo para recoger a un lloroso Nicky de brazos de su madre, y Blaire aprovechó el momento para soltarse y escabullirse por el salón. Los invitados y los hermanos de Alik se acercaban. La señora Jarman la alcanzó. Sus ojos brillaban de ira.

– ¿Sabías tú algo de esto? -exigió saber furiosa.

– ¡No! ¡Nada, te lo juro! Alik sabe muy bien que no tengo intención de casarme con él. Vamos a estar juntos solo dos semanas más, luego volveré a San Diego con Nicky.

– Te creo. Mi hijo se ha vuelto loco. Ven a mi dormitorio. ¡Inmediatamente!

Todo transcurría en una especie de nebulosa mientras Blaire seguía a la señora Jarman hasta su suite. Nada más cerrar la puerta, Blaire vio a dos hombres sentados frente a un escritorio con unas hojas de papel.

– Dame el anillo.

Era el mismo diamante que Alik había deslizado en su dedo en San Diego, un año atrás. Blaire se lo sacó y lo dejó sobre la palma de la mano de la señora Jarman.

– Siéntate. El señor Cox te mostrará dónde tienes que firmar. Ha traído al señor Stanton para que sirva de testigo. Yo voy abajo, a entretener a Alik para que te dé tiempo a volver a vuestra habitación antes que él.

– No será necesario, madre.

Blaire soltó un grito al escuchar la amenazadora voz de Alik desde la puerta.

Capítulo 10

Blaire se sintió enferma de pronto. Lentamente se volvió hacia la puerta. Para mayor shock, Alik iba acompañado del señor Jarman. No había ni rastro de Nicky.

– Señor Cox, señor Stanton, si no les importa esperar fuera, este es un asunto familiar. Por favor, quédense cerca por si necesito hablar con ustedes -dijo Alik.

– Por supuesto -contestó el abogado de más edad aclarándose la garganta.

Cuando los dos hombres alcanzaron la puerta, Alik tiró de los papeles que uno de ellos llevaba en la mano y s los quitó. Blaire cerró los ojos con fuerza.

– Esto nos va a llevar un rato -dijo Alik tras cerrar la puerta-. Sugiero que nos sentemos.

Blaire ya había encontrado una silla. Sus piernas apenas la sostenían. El señor Jarman agarró a su mujer del codo y la escoltó hasta un sofá. Alik se quedó de pie, leyendo los papeles que acababa de quitarle al abogado. Cuando levantó la cabeza, Blaire gritó viendo que se había puesto pálido. En sus ojos veía un inexplicable dolor.

– Según esto, si Blaire firma este documento, renunciará para siempre a cualquier reclamación de mi fortuna a través de su hijo ilegítimo. ¡Cómo te has atrevido a hacerle una cosa así, madre! -resonó la voz de Alik en la habitación.

– No te enfades con ella, Alik, ha sido idea mía -alegó Blaire comprendiendo que, si no defendía a la madre de Alik en ese momento, ocurriría lo peor.

– Gracias por intentarlo, cariño -intervino su madre, con una rápida sonrisa de gratitud.

Blaire comprendió que, por una vez, era sincera. Alik la miró atónito.

– ¿Idea tuya?

– Sí -respondió Blaire humedeciéndose los labios-. Hablamos de ello en Warwick. ¿Sabes?, es que me daba miedo que no creyeras que estaba comprometida con otro hombre. Me preocupaba el hecho de que pudieras pensar que te había dicho que eras padre solo para poder ponerle las manos encima a tu dinero. Todo el mundo sabe que vales millones, sería perfectamente normal que sospecharas lo peor de mí, por eso pensé que si podía darte una prueba legal de que no era así, entonces no te cabría la menor duda de que yo jamás he esperado tu generosidad.

– Es cierto, Alik -continuó su madre-. Blaire me dijo que pensaba quedarse contigo todo el mes para ayudarte a familiarizarte con Nicky, pero que luego iba a marcharse a San Diego para casarse con su novio.

– Yo soy su novio -soltó Alik-. Jamás ha estado comprometida con ningún otro hombre, se lo había inventado.

– ¿Es eso cierto? -preguntó incrédula la señora Jarman.

– Sí.

– Y entonces, ¿de quién es ese anillo que llevabas en el dedo?

– De mi tía. Pero eso no importa, señora Jarman, porque diga Alik lo que diga, no pienso casarme con él. Alik, por favor, dame esos papeles. Quiero firmarlos. Luego me iré con Nicky.

Alik se quedó mirándola como si no la hubiera visto jamás.

– Pero ¿es que no comprendes que no serviría de nada firmarlos?

– ¿Cómo… qué quieres decir? -parpadeó Blaire.

– Díselo, papá -exigió Alik ladeando la cabeza, con una agresividad que aterrorizó a Blaire. Ella miró al anciano, pero este permaneció en silencio-. Díselo. Si no lo haces tú, lo haré yo.

El padre de Alik se había puesto tan pálido como él.

– Decirme, ¿qué?

– Como, según parece, se ha quedado mudo, llamaré al señor Cox para que esté presente como testigo de lo que tengo que decirte -afirmó Alik.

– No, hijo -se negó el padre de Alik levantando una mano y sacudiendo la cabeza-. Esto es algo que tengo que hacer yo -añadió inclinándose hacia adelante y mirando a Blaire-. Jovencita, lo que mi hijo está tratando de decirte es que yo lo desheredé cuando cumplió dieciocho años.

Blaire se levantó de la silla de golpe, cayendo en la cuenta de lo que significaban esas palabras.

– Eso quiere decir que…

– Quiere decir que tengo un documento escrito, firmado por él, en el que renuncia a cualquier dinero o propiedad de la familia para el resto de su vida.

Las lágrimas corrieron por las mejillas de Blaire imaginando el dolor del corazón de Alik.

– Pero… ¿por qué? -gritó desde lo más profundo de su alma-. ¿Qué ha podido hacerte tu hijo para que le arrebates sus derechos de nacimiento?

El señor Jarman cerró los ojos por un momento, y luego contestó:

– No quería seguir siendo mi hijo.

– ¡Querrás decir que no quería seguir tus pasos! -exclamó Blaire en voz alta, profundamente apenada por Alik-. He oído hablar de la gente como tú. ¿Es que no te das cuenta de lo que has hecho? -preguntó casi a voz en grito-. Alik es el más noble, el más maravilloso, el más magnífico ser humano que yo haya conocido jamás -lo defendió con voz trémula-. Siempre ha sido una persona decente y honorable, es un científico brillante y un profesor ejemplar. Alik es una leyenda en la universidad. ¿Por qué crees que fue elegido para cubrir aquel puesto tan vital en el seminario de Kentucky, de entre todos los geólogos de los Estados Unidos? ¡Es porque no hay otro como él! Ahora está trabajando en un proyecto que va a revolucionar el mundo de los transportes en este país en el nuevo milenio. ¿Queríais que vuestro hijo pequeño continuara con la tradición familiar de los Jarman? Bueno, pues lo ha hecho, a pesar del poco apoyo que haya podido recibir de vosotros. Él ha ido mucho más allá de mantener el estatus. En lugar de llevar una vida al estilo de El gran Gatsby, jugando al polo o navegando en yate, ha elegido un camino más elevado. Quizá no tenga mucho dinero en el banco, pero lo que tiene lo ha conseguido al viejo estilo. Se lo ha ganado con su propia sangre, sudor y lágrimas. Yo soy testigo. ¡No es de extrañar que no quisiera venir aquí a celebrar un cumpleaños! Fui yo quien lo obligó a venir porque pensé que sería mejor para Nicky crecer viendo cómo dos familias enfrentadas dejaban a un lado sus diferencias.