Выбрать главу

Se sucedieron las generaciones, y los humanos fueron cientos, y luego miles, y luego cientos de miles, y no había ninguna ciudad de cavadores que no tuviera encima casas humanas, ni una aldea de ángeles que no tuviera humanos sumándose a la canción nocturna. El término con que ambas sociedades denominaban a los humanos era «gente media», porque estaban entre los ángeles del cielo y los cavadores de la tierra.

En el cielo, la nave estelar daba vueltas y vueltas, rebosante de vida. Shedemei y Zdorab dormían a menudo, pero al despertar usaban la lanzadera para explorar, para reunir especímenes e introducir nuevas variaciones, para mejorar y fortalecer los jardines de la Tierra. Con el tiempo, el cuerpo de Zdorab se consumió, y Shedemei lo puso a descansar en un campo donde crecían flores que ella había traído de Armonía. Luego, a solas, despertaba con menos frecuencia. Pero de cuando en cuando visitaba la Tierra, recogía especímenes, cuidaba los jardines, y observaba en silencio cómo la gente se esparcía por la faz de la Tierra, cada vez más inteligente y más fiera, y siempre en guerra.

¿Qué otra cosa cabía esperar? La raza humana había vuelto al hogar.