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– De donde tomó él la copa?

– No podría decirlo. El personal del catering estaba pasando con champán. Otras bebidas venían desde los bares que estaban instalados aquí y allá. La mayoría de nosotros llegó aquí alrededor de las siete. Bambi estaba frenética con que los invitados estuvieran en su lugar cuando Walter llegara a casa.

– Bambi?

– Su esposa. -replicó Vance. -Segunda esposa. Se habían casado hace un año más o menos. Ella había estado planeando esta fiesta sorpresa por semanas. Estoy seguro que Walter lo sabía todo. Ella no es lo que usted llamaría una persona inteligente. Pero él simuló estar sorprendido.

– A que hora dice que llegó él?

– Siete y treinta, en punto. Todos nosotros aullamos sorpresa! Por instrucción de Bambi. Nos reímos un buen rato de eso, y luego seguimos comiendo y bebiendo. Hubo algo de baile. Walt hizo las rondas. Su hijo hizo un brindis. -Vance suspiró. – Desearía haber puesto más atención. Estoy seguro que Walt estaba bebiendo champán.

– Usted lo vió bebiendo en ese momento?

– Yo creo… -El se frotó los ojos, como si eso lo hiciera recordar. -Me parece que lo hacía. No creo que no hubiera bebido después de un brindis propuesto por su hijo. Walt adoraba a sus hijos. Creo que debe haber tomado un vaso fresco porque me parece que estaba lleno cuando hizo su propio brindis. Pero no puedo decir con certeza si lo levantó de una bandeja o alguien se lo puso en la mano.

– Ustedes eran amigos?

La pena ensombreció su rostro otra vez. -Buenos amigos, sí.

– Algún problema en su matrimonio?

Vance sacudió la cabeza. -Era totalmente feliz. Francamente, la mayoría de los que lo conocíamos nos sorprendimos cuando se casó con Bambi. El había estado casado con Shelly por, cuanto sería? Más de treinta años, supongo. Su divorcio fue bastante amigable, como pueden serlo los divorcios. Luego de unos seis meses él se involucró con Bambi. La mayoría de nosotros pensamos que era sólo una locura de la mediana edad, pero resultó en serio.

– Su primera esposa estaba aquí anoche?

– No. Ellos no quedaron tan amigables.

– Alguien que usted conozca que hubiera querido verlo muerto?

– Absolutamente nadie. -Levantó las manos en un gesto de indefensión. -Sé que decirle que no tenía un enemigo en el mundo es absurdo, teniente Dallas, pero es exactamente lo que yo diría sobre Walt. La gente lo apreciaba, y una gran cantidad de gente lo amaba. Era un hombre de naturaleza dulce, un empleador generoso, un padre devoto.

Y uno muy rico. Pensó Eve después de liberar al doctor. Un hombre rico que había cambiado a la esposa número uno por una modelo jeven y sexy. Ya que la gente no andaba llevando cianuro a las fiestas, alguien lo había traído esta noche con el expreso propósito de asesinar a Pettibone.

Eve hizo la entrevista con la segunda esposa en una habitación de descanso fuera del dormitorio de la mujer.

La habitación estaba oscura, las pesadas cortinas rosadas corridas sobre las ventanas por lo que una sencilla lámpara desprovista de pantalla proveía una luz color caramelo.

Al entrar, Eve pudo ver la habitación, toda rosa, blanca y espumosa. Como el interior de un pastel cargado de azúcar, pensó. Había montañas de almohadas, armadas de baratijas, y la pesada esencia de demasiadas rosas en un solo lugar.

En medio de todo el esplendor femenino, Bambi Pettibone estaba reclinada en un sillón de satén rosado. Su cabello estaba rizado, trenzado y teñido en el mismo carnaval rosa del que salía una cara de muñeca. Vestía de rosa también, un brillante conjunto que colgaba bajo sobre un pecho y dejaba al otro coquetamente expuesto a no ser por un parche de material transparente que lo hacía brillante como una rosa.

Sus grandes ojos azules brillaban atractivamente con las lágrimas que caían en ordenadas y graciosas gotas bajando por sus suaves mejillas. El rostro hablaba de juventud e inocencia, pero el cuerpo que la acompañaba mostraba otra historia.

Tenía una esponjosa pelota blanca en su regazo.

– Sra. Pettibone?

Ella emitió un gorgoteante sonido y metió su cara dentro de la pelota blanca. Cuando la pelota lanzó un rápido quejido, Eve decidió que eso era, posiblemente, alguna especie de perro.

– Soy la teniente Dallas, NYPSD. Esta es mi ayudante, la oficial Peabody. Lamento mucho su pérdida.

– Boney está muerto. Mi dulce Boney.

Boney y Bambi, pensó Eve. Que es lo que está mal con la gente? -Sé que este es un momento difícil. -Eve miró alrededor y decidió que no tenía más elección que sentarse en algo esponjoso y rosa. -Pero necesito hacerle algunas preguntas.

– Yo sólo quería darle una fiesta de cumpleaños. Todos vinieron. Estábamos pasando un buen momento. Nunca llegó a abrir sus regalos.

Ella gimió al terminar de decirlo, y la pequeña pelota esponjosa produjo una lengua rosa y le lamió la cara.

– Sra. Pettibone… podría tener su nombre legal para el registro?

– Soy Bambi.

– Es real? Olvídelo. Estaba parada junto a su esposo cuando él colapsó.-

– Estaba diciendo un montón de cosas agradables sobre todos. Realmente le gustaba la fiesta. -Ella sorbió, mirando implorante a Eve. -Es algo, verdad? Estaba feliz cuando eso sucedió.

– Usted le dió el champán para el brindis, Sra. Pettibone?

– Boney amaba el champán. -Hubo un sentimental y empapado suspiro. -Era su verdadero favorito. Teníamos catering. Yo quería todo en el lugar. Le dije al Sr. Markie de que se asegurara de que sus servidores pasaran con champan todo el tiempo. Y canapés, también. Trabajé realmente duro para hacerlo perfecto para mi Boney. Luego se puso enfermo y todo sucedió tan rápido. Si hubiera sabido que estaba enfermo, no hubiéramos hecho una fiesta. Pero estaba bien cuando se levantó esta mañana. Estaba tan bien.

– Usted comprendió lo que sucedió con su esposo?

Ella abrazó al perro pelota esponjoso, enterrando su cara en él. -Se puso enfermo. Peter no pudo hacerlo poner mejor.

– Sra. Pettibone, pensamos que fue problemente el champán el responsable de la muerte de su esposo. De donde tomó el vaso que bebió antes de colapsar?

– De la chica, supongo. -Ella hipó, mirando a Eve con una expresión confundida. -Porque el champán lo haría enfermar? Nunca le pasó antes.

– Que chica?

– Que chica? -repitió Bambi, con su cara en blanco.

Paciencia, se recordó Eve a si misma. -Usted dijo que “la chica” le dio al Sr. Pettibone el champán para su brindis.

– Oh, esa chica. Una de las servidoras. -Bambi levantó un hombro, sacudiendo el pequeño perro. -Ella le dio a Boney un vaso nuevo cuando él quiso hacer su brindis.

– Lo tomó él de su bandeja?

– No. -Ella frunció los labios, sorbiendo despacio. -No, recuerdo que se lo puso en la mano y le deseó un feliz cumpleaños. Le dijo “Feliz cumpleaños, Sr. Pettibone”. Muy educada también.

– Usted la conocía? La había empleado antes?

– yo contraté al Sr. Markie, y él trajo a los camareros. Usted puede dejarle todo al Sr. Markie. Es un mago.

– Como se veía ella?

– Quien?

Dios, dame la fuerza para no sacudir de las solapas a esta cretina. La camarera, Bambi. La camarera que le dio a Boney el vaso de champán para su brindis.

– Oh. No lo sé. Nadie ve realmente a los camareros, no? -dijo confundida cuando Eve la observó fijamente. -Ordenada. -dijo después de un momento. -El Sr. Markie insiste en que su equipo presente una apariencia pulcra.

– Ella era mayor, joven, alta, baja?

– No lo sé. Se veía como uno de los camareros, es todo. Y tienen todos el mismo aspecto, realmente.

– Vió si su esposo hablaba con ella?

– Le dijo gracias. Boney es muy educado también.

– No pareció que él la reconocía? A la camarera. -agregó Eve rápidamente cuando la boca de Bambi empezó a fruncirse en que seguramente sería otro Quien?

– Porque lo haría?

Nadie, decidió Eve, podía simular tener ese nivel de idiota. Eso era sincero. -Está bien. Sabe usted de alguien que hubiera querido dañar a su esposo?

– Todos amaban a Boney. Usted lo haría también.

– Usted amaba a Boney mientras él estaba casado con su primera esposa?

Sus ojos se agradaron y redondearon. -Nosotros nunca, nunca la engañamos. Boney ni siquiera me besó hasta después de haberse divorciado. Era un caballero.

– Como lo conoció?

– Yo trabajaba en uno de sus negocios de flores. El que está en Madison. El acostumbraba ir a veces y mirar el stock, y hablar con nosotros. Conmigo. -agregó con una temblorosa sonrisa. -Entonces un día el llegó justo cuando yo estaba saliendo y ofreció llevarme a casa. Me tomó del brazo mientras caminábamos. Me dijo que estaba tramitando el divorcio y deseaba invitarme a comer con él alguna vez. Me imaginé que era sólo una línea que los tipos dicen en momentos como esos, usted sabe, cuando están dejando a su mujer, o como ella no los hacen felices, y todo ese tipo de cosas para llevarte a la cama con él. No soy estúpida.