– No pienso dejar a papá.
Leo suspiró. Kay parecía exasperada. Stacy sintió lástima por ellos. Se volvió hacia Spencer.
– ¿Creéis que esto es seguro para Alicia?
Él frunció el ceño y luego asintió con la cabeza.
– De momento, sí. Pero eso podría cambiar.
Stacy miró a la muchacha.
– Si así fuera, ¿estarías dispuesta a irte?
– Tal vez -contestó ella-. Podríamos hablarlo.
Parecía mucho más mayor de lo que era. Poseía la capacidad de raciocinio de una persona adulta. Pero no lo era. Era una cría. Y no vivía en el mundo real. Debido a su intelecto. Y a su riqueza.
Alicia cuadró los hombros y miró fijamente a Spencer.
– Quiero ayudar. ¿Qué puedo hacer?
Leo le dio un beso en la coronilla.
– Tesoro, estoy seguro de que los detectives agradecen tu ofrecimiento, pero eres…
Stacy le interrumpió. La muchacha sabía lo suficiente como para estar asustada. Ayudarlos quizá aliviara sus temores.
– El detective Malone y yo tenemos una idea -dijo-. Quizá puedas ayudarnos, Alicia.
La chica se volvió ansiosamente hacia ella.
Stacy ignoró la expresión de pasmo de los Noble.
– Hemos llegado a la conclusión de que debemos meternos en la cabeza de ese individuo. Dice ser el Conejo Blanco, así que…
– Queréis jugar una partida -dijo Alicia-. Claro. ¿Qué mejor manera de anticiparnos a sus movimientos?
Capítulo 32
Sábado, 11 de marzo de 2005
2:00 p.m.
Leo se había resistido a jugar; decía que lo había dejado hacía años. Kay, por su parte, se había negado en redondo. Conejo Blanco pertenecía a una época de sus vidas que prefería no recordar.
Stacy había intentado vencer la desgana de Leo explicándole que Alicia tenía razón al decir que pensaban utilizar el juego para comprender a quién se enfrentaban. Introducirse en la cabeza de un asesino era una técnica tan vieja como el crimen y la investigación, una técnica que el FBI había perfeccionado durante los años ochenta.
Los federales le habían dado el nombre de “elaboración de perfiles criminales”, y a los investigadores que se especializaban en ella se los conocía como “perfiladores”. Aquello era lo más excitante que podía ofrecer el trabajo policiaclass="underline" mucha atención mediática, el respeto y la admiración de la ciudadanía y de las fuerzas de orden público, y espectaculares estadísticas de éxitos.
Aun así, al final había sido Alicia quien había convencido a su padre. Se lo había suplicado. Ella organizaría el juego. Lo único que Leo tenía que hacer era aparecer. Sería divertido.
Así que allí estaba Stacy. Alicia salió a recibirla a la puerta. Llevaba un chaleco de retales de colores parecido al del conejo en el relato de Carroll.
– Date prisa -dijo la chica-. Llegamos tarde. Muy, muy tarde.
Stacy se disponía a contradecirla (en realidad llegaba puntual), pero enseguida se dio cuenta de que Alicia ya se había metido en su papel.
– Sígueme… sígueme…
La muchacha se dio la vuelta y corrió dentro, conduciéndola a la cocina. Daba la impresión de que un camión de aperitivos había estallado dentro de la habitación. La isleta central estaba cubierta de bolsas y cuencos llenos de aperitivos variados. Entre las patatas, las cortezas y los M &M's había una pequeña nevera.
Stacy se acercó a ella y vio que estaba llena de refrescos y de bebidas de café.
Sonó el timbre de la puerta y Alicia se apresuró a responder sin dejar de rezongar sobre la hora.
Un instante después volvió a entrar seguida de Spencer, Tony y Leo. Entre tanto, daba golpecitos con el pie con impaciencia, refunfuñaba y miraba una y otra vez su reloj de bolsillo.
– No es que quiera ser grosera -explicó Leo-. Es que está metida en el personaje.
Alicia le sonrió.
– Exacto. Y ahora mismo estoy fuera del personaje.
– ¿Y todas estas guarrerías? -preguntó Tony, acercándose a la isleta.
– Son para los jugadores. Bebidas energéticas, cortezas, patatas fritas, cuanto más grasiento mejor.
– Estos juegos son los que a mí me gustan -dijo él, y metió la mano en el cuenco de las cortezas a la barbacoa.
– ¿Bebidas energéticas? -preguntó Stacy-. ¿Como Mountain Dew?
– Montones de cafeína. Y por insistencia de papá, también tenemos cafés dobles de Starbucks.
Allí estaban, en efecto. Stacy tomó un bote, le quitó la tapa y sirvió la bebida en un vaso lleno de hielo. Cuando todos se hubieron servido un refresco, se sentaron.
– Como sois todos novatos -comenzó Alicia-, he pensado que lo mejor sería jugar a una versión muy básica del juego.
Leo carraspeó.
– ¿Novatos, dices?
Ella se echó a reír.
– Excepto mi padre, claro -prosiguió-. Entre los diversos personajes y el Conejo Blanco se dan por separado situaciones distintas. La historia básica es ésta: el Conejo Blanco se ha apoderado del País de las Maravillas. En otro tiempo, el País de las Maravillas era un lugar donde el tiempo se había detenido, un lugar de enloquecedora pero benigna belleza que él ha convertido en el reino de la muerte. Y de la maldad. La naturaleza vuelta del revés. Usando la magia negra, domina a las criaturas que moran en el País de las Maravillas. Alicia y su banda de héroes deben destruir al Conejo Blanco, salvando de ese modo no sólo el País de las Maravillas y a sus reyes, sino también el mundo de arriba. Porque el Conejo Blanco está a punto de adaptar su magia negra a nuestro universo.
– Como en cualquier buen libro o en cualquier película interesante -intervino Leo-, los mejores juegos de rol narran una historia y sus héroes desempeñan una gran misión. Las apuestas son muy altas, y el reloj avanza.
– Vaya -dijo Tony mientras mascaba unas cortezas-. Y yo que pensaba que sólo tendría que darle una patada en el culo a algún chiflado imaginario.
Leo se echó a reír.
– Lo hará, detective. Pero Conejo Blanco es algo más que un juego de hachas y cuchillos.
– ¿Un juego de hachas y cuchillos? -preguntó Spencer.
– Así se llama a los juegos que consisten en poco más que una matanza infinita de personajes malvados… y de cualquier otra cosa que se ponga en el camino de los jugadores. A mí me parecen aburridos, pero algunos jugadores y maestros de juego no quieren otra cosa -Leo miró a su hija-. ¿Alicia?
Ella prosiguió.
– He elegido un personaje para cada uno de vosotros, cosa que suele hacer cada uno de los jugadores. La banda de héroes incluye a Alicia, claro. Ella es la líder. Los otros miembros del equipo de hoy son Da Vinci, Nerón y Ángel.
Recogió una bolsa de Crown Royal que había en el suelo, a su lado, la abrió, metió la mano dentro y sacó una figurita en miniatura. Hecha de cartón y pintada a mano, representaba a una niña.
– Es Alicia -dijo, y la deslizó hacia Stacy-. Tú eres la líder del grupo. Eres lista y valiente, y tienes una fuerza sobrehumana. Además de tu fortaleza física, vas armada con una ballesta. Alicia tiene corazón de guerrera y espíritu aventurero.
La muchacha sacó otra figura de la. bolsa.
– DaVinci -dijo, sosteniendo una réplica del famoso hombre vitruviano de Leonardo da Vinci. La puso sobre un soporte de plástico y se la pasó a Spencer-. DaVinci es un genio, un maestro en hechizos y pociones. También posee la habilidad de leer la mente, aunque se le puede engañar. Sin embargo, es todo cerebro y nada de músculo.
Spencer torció la boca.
– Qué sexy
Alicia sacó otra figurita: un hombre vestido con camiseta y vaqueros negros y gafas del mismo color.
– Nerón -dijo.
Algo en su tono picó la curiosidad de Stacy.
– Cuéntame su historia
– Nerón es el personaje más impredecible de todos. El más peligroso.