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Daniela mira a la hermana. Tiene las hombreras muy largas y para sus gustos esta muy seria.

‘Buenisimo.’ Ha entendido perfectamente como actuar con ella.

‘No es cierto, tengo las hombreras muy largas y soy demasiado perfeccionista como dices tu. Eres una mentirosa, y sabes que te digo? Por esto serás castigada. Andrea ni siquiera te mirara. Quizás si lo hará, pero con todo ese delineador no te reconocerá y se ira con Giulia.’

Daniela trata de responder, sobretodo con respecto a Giulia, su peor amiga. Pero Raffaella se entromete para terminar la discusión.

‘Muchachas, dejen de discutir, sino las regreso a la casa.’

‘Doy la vuelta?’ Claudio sonríe a la esposa, haciendo como si moviera el volante. Pero le basta una mirada para entender que no es el momento.

El es ágil y veloz, oscuro como la noche. Luces y reflejos van y vienen en los pequeños espejos de su moto. Llega a la plaza, vuelve a correr apenas ve que por la derecha no viene ninguno, después se va hacia Vigna Stelluti a toda velocidad.

‘Tengo unas ganas de verlo, son dos días que no se nada de el.’

Una bella muchacha de cabello marrón, ojos verdes y un buen posterior prisionero de unos pantalones Miss Sixty, sonríe a la amiga, una rubia alta como ella pero un poco más redonda.

‘Madda, sabes como es todo, aun si han estado juntos nunca quiere decir que ahora tienen una historia’

Sentadas en sus motos, fuman cigarrillos muy fuertes, tratando de dar una imagen fuerte y algunos años de más.

‘Que importa, sus amigos me dijeron que el normalmente nunca llama a nadie.’

‘Porque, a ti te llamo?’

‘Si!’

‘Bueno, quizás se equivoco de numero.’

‘Dos veces?’

Sonríe, feliz de haber puesto en su lugar a la amiga que, sin embargo, no pierde el ánimo.

‘De sus amigos no te puedes confiar. Has visto que hacen?’

Cercano a ellas, con sus motos potentes como sus musculos, Pollo, Lucone, Hook, El Siciliano, Bunny, Schello e muchos otros aun. Nombres improbables de historias difíciles. No tienen un trabajo fijo. Algunos siquiera mucho dinero en los bolsillos, pero se divierten y son amigos. Esto basta. Aman pelear, y eso nunca falta. Parados allí, en Plaza Jacini, sentados en sus Harley, sus viejas 350 Four con piezas originales, o con los clásicos cuatro en uno, del ruido mas potente. Soñadas, suspiradas y al final, obtenidas, gracias a continuas plegarias, de sus padres. O quizás con el sacrificio de la billetera desafortunada de un joven descuidado que la dejo en la gaveta de cualquier escarabajo o en el bolsillo interno de un Henri Lloyd, en fin, demasiado fáciles de robar durante el receso.

Como estatuas sonrientes, exhiben las peleas fáciles, las manos con cualquier rotura, recuerdo de una riña. John Milius los hubiera adorado.

Las muchachas, mas silenciosas, sonríen, casi todas escapadas de casa, inventando un dormir tranquilo donde una amiga, que en en vez de eso, esta sentada ahí cerca con ella, hija de la misma mentira.

Gloria, una chica con la licra azul oscuro y la camiseta del mismo color con pequeños corazones celeste, muestra una esplendida sonrisa.

‘Ayer me divertí un mundo con Dario. Hemos festejado seis meses que estamos juntos.’

Seis meses, piensa Maddalena, a mi me bastaría uno solo…

Madda suspira, después prosigue a soñar con las palabras de la amiga.

‘Fuimos a comer una pizza de Baffetto.’

‘En serio, yo también fui ayer’

‘A que hora?’

‘Behh… habrán sido las once.’

Odia a esa amiga que interrumpe el cuento. Siempre hay alguien o alguna cosa que disturba tus sueños.

‘Ah, no, ya nos habíamos ido.’

‘Entonces, quieren escuchar el resto?’

Un único ‘si’ sale de esas bocas de extraños sabores de brillo de frutas o rosados robados a vendedores distraídos o a baños maternos mas ricos que pequeñas perfumerías.

‘A un cierto punto llega el camarero y me lleva un ramo de rosas rojas enorme. Dario sonríe, mientras todas las muchachas de la pizzería me miran agitadas y un poco envidiosas’

Casi se arrepiente de esa frase, notando a su alrededor aquellas similares miradas.

‘Nunca por Dario… Por las rosas!’

Una repentina risa las une a todas de nuevo.

‘Después me beso en los labios, me agarro la mano y me dio esto.’

Le muestra a las amigas un sutil anillo con una pequeña piedra celeste, de reflejos alegres, casi como los de sus ojos enamorados. Versos de sorpresa y un ‘Bellisimo!’ reciben ese simple anillo.

‘Después fuimos a mi casa y hemos estado juntos. Mis padres no estaban, estuvo fabuloso. Ha puesto el CD de Cremonini que me encanta. Después nos fuimos a la terraza con una cobija y miramos las estrellas.’

‘Habian muchas?’ Maddalena es, sin duda, la más romántica del grupo.

‘Muchisimas!’

Un poco mas allá, una versión diferente.

‘Hey, anoche no supimos nada de ti…’

Hook. Una benda en el ojo, fija. Sus cabellos alborotados, ligeramente claros en la punta le dan un aire de ángel, si no fuera por su fama infernal.

‘Entonces, se puede saber que hiciste anoche?’

‘Nada. Fui a comer en Baffetto con Gloria, y después, como no estaban los suyos, fuimos a su casa e hicimos cosas. Como siempre, nada especial…Han visto que han arreglando el Panda?’

Dario trata de cambiar el tema. Pero Hook no para.

‘Cada tres, cuatro años arreglan todos los locales… entonces, porque no nos llamaste?’

‘Hemos salido sin pensarlo, así de repente.’

‘Que extraño, tu casi nunca haces algo así de repente.’

El tono no promete nada de bueno. Los otros se dan cuenta. Pollo y Lucone dejan de jugar fútbol con una lata aplastada. Se acercan sonrientes. Schello le da una tirada mas larga al cigarrillo, y hace su guiño de burla usual.

‘Saben muchachos, ayer Gloria y Dario cumplían seis meses y el ha querido celebrarlo solo.’

‘No es cierto.’

‘Como no? Si te han visto come la pizza. Pero es cierto que quieres enseriarte?’

‘Si, dicen que te gusta hacer de florista.’

‘Guau!’ Todos divertidos comienzan a darle golpes por la espalda, mientras que Hook lo agarra con el brazo alrededor del cuello y con el puño cerrado le presiona fuerte la cabeza.

‘Que tierno…’

‘Ay! Sueltame…’

Todos se le lanzan encima, riendo como locos, casi sofocándolo con sus fuertes musculos. Después Bunny, mostrando sus dos anchos dientes de enfrente que le han regalado ese apodo, grita de repente: ‘Busquemos a Gloria’

Los Converse All Star celestes, con la pequeña estrella roja en el centro del círculo de goma por el tobillo, bajan de la Vespa y tocan rápidamente tierra. Gloria da solo dos pasos pero se vuelve rápidamente la presa del Siciliano. Los cabellos rubios de ella hacen un extraño contraste con los ojos oscuros del Siciliano, con su ceja cosida malamente, con esa nariz lesionada y suave, golpeada en el hueso por un bello derechazo, cualquier mes atrás, en la cantina Fiermonti.

‘Sueltame, anda, déjame.’

Rápidamente Schello, Pollo y Bunny se ponen alrededor y fingen ayudarlo a lanzar en el aire a esos cincuenta y cinco kilos bien distribuidos, siempre pendientes de poner las manos en los puestos adecuados.

‘Paren, ya basta.’

Las otras muchachas se avecinan al grupo.

‘Dejenla quieta.’

‘Se han ido solos a hacer cosas, en vez de festejar con nosotros? Bueno, entonces celebramos ahora, a nuestro modo.’

Lanzan a Gloria de nuevo en el aire, riendo y bromeando.

Dario, aun si es poco más pequeño que los otros y regala rosas, se hace su camino a empujones. Agarra a Gloria por la mano justo cuando va bajando, y se la monta en su espalda.

‘Ahora basta, paren.’

‘Y sino, que?’

El Siciliano sonríe y se pone de frente a el, alargando las piernas. Sus jeans ligeramente más claros en sus gruesos muslos se tensan. Gloria, apoyada en la espalda de Dario, se agarra más fuerte. Hasta aquel momento había aguantado las lagrimas, ahora también la respiración.