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‘Coño, esa rubia te la podías haber agarrado… estaba muy bien’

‘Si eres exagerado, Lucone. Siempre tienes que hacer todo al mismo tiempo. Con calma, no? Tienes que saber esperar. Hay un tiempo para todo.’

Esa noche Step va a la casa de Annalisa y sigue el consejo de Lucone. Muchas veces. Ella se lamentaba no haberlo llamado antes, jura que le desagrada, que quería haberlo hecho, pero ha tenido tantas cosas que hacer. En los días siguientes Annalisa lo llama a seguido. Step esta tan ocupado que no consigue el tiempo siquiera para responder el teléfono.

Una chica que vive cerca enciende una radio portátil que suena la clásica canción ‘Bambino’. ‘Cientonueve!’

Schello, un poco ebrio, salta sobre el techo bailando en sus zapatos Clark de piel, sudados y sin lazos, trata de hacer un descanso. Va mal. ‘Yahooo!’ mueve las manos con fuerza. ‘Cientodiez!’

‘Atencion, damos el premio a los mas sudados. En el numero uno conseguimos al Siciliano. Vistosas manchas debajo de las axilas, parece una fuente. Ciento once!’

Step, Hook y el Siciliano hacen un esfuerzo increíble. Llegan los tres abajo, emocionados, rojos y cansados.

‘En nuestro Hit Sudados el numero dos lo tiene Hook. Como pueden ver, la esplendida camiseta Ralph Lauren ha cambiado de color. Ahora es un verde descolorido, o mejor, verde podrido.’

Schello, agitando los puños cerca del pecho, sigue con la cabeza el pedazo que el DJ de la radio ha anunciado como suceso del año: Tardes Negras. Da un giro y continua:

‘Cientodoce!’ y naturalmente el ultimo es Step… casi perfecto, ligeramente despeinado pero es tan corto que ni se nota’ Schello se inclina para verlo mejor, después se alza moviendo las manos en el aire.

‘Increible, he visto una gota de sudor, pero les aseguro, era una sola! Ciento trece!’

Step sube, siente los ojos borrosos. Algunas gotas de sudor bajan por la frente esparciéndose en las pestañas como un colirio fastidioso. Cierra los ojos, siente los hombros adoloridos, los brazos tensos, las venas pulsantes, sigue empujando y lentamente sube de nuevo. ‘Siiii!’ Step mira al lado. El Siciliano también lo esta logrando. Estira completamente los brazos. Falta solo Hook.

Step y el Siciliano miran a su amigo-enemigo subir cansado y chillando, centímetro a centímetro, segundo a segundo, mientras los gritos de abajo aumentan:

‘Hook, Hook, Hook…!’

Hook, como paralizado, se detiene de repente, después temblando mueve la cabeza: ‘No, no lo lograre.’ Se mantiene por un momento inmóvil, y ese es su ultimo pensamiento. Cae de golpe, dando apenas tiempo de voltear la cabeza. Se golpea con todo el peso el pecho en el mármol.

‘Cientocatorce!’

Step y el Siciliano bajan, veloces, esperando solo el fin de la flexión, después regresan a subir rápidos, como si hubieran conseguido una nueva fuerza, nueva energía. Son ellos solos corriendo hacia la meta. O primer lugar o nada.

‘Cientoquince!’ Vuelven a bajar.

El ritmo aumenta. Como si hubiera entendido, Schello se pone serio.

‘Cientodieciseis!’ uno después del otro pronuncia solo los números. Veloz. Esperando que lleguen arriba para darles el sucesivo.

‘Cientodiecisiete!’ De nuevo abajo.

‘Cientodieciocho!’ Step aumenta aun, soplando.

‘Cientodiecinueve!’ Baja y de nuevo sube, rápidamente. El Siciliano lo sigue, esforzándose, gimiendo, cada vez mas rojo.

‘Cientoveinte, ciento veintiuno. Increíble, muchachos!’ Ninguno habla mas. Debajo solo reina el silencio de los grandes momentos.

‘Cientoveintidos.’ Solo la música de fondo. ‘Cientoveintitres…’

Entonces el Siciliano se para a la mitad, comienza a gritar, como si alguna cosa dentro de el lo detuviera.

Step, en lo alto de su flexión, lo mira. El siciliano es como inmóvil. Tiembla gritando, pero sus brazos no lo quieren escuchar, no lo escuchan más. Entonces da un ultimo grito, como una bestia herida que le hubieran arrancado un pedazo de carne. Su supremacía. E inexorablemente, lento comienza a caer. Ha perdido. Desde abajo se alza un grito. Alguno abre una cerveza: ‘Siii, aquí esta, el nuevo ganador es Step!’

Schello se le avecina festejando, pero Step mueve la cabeza.

Como una orden por aquel gesto, la plaza regresa a estar en silencio. Desde abajo, en la radio, casi una señal del destino: un pedazo de Springsteen, I’m going down. Step sonríe dentro de el, se lleva la mano derecha a la espalda y después baja, sobre una sola mano, gritando.

Toca el mármol, lo mira con los ojos entrecerrados y de nuevo para arriba, temblando y empujando solo con su derecha, con toda su fuerza, con toda su rabia. Un grito de liberación sale de su garganta:

‘Siii!!’ Donde no había llegado la fuerza, llego su voluntad. Se mantiene inmóvil así, de nuevo arriba, con la frente hacia el cielo, como una estatua gritona, contra de la oscuridad de la noche, la belleza de las estrellas.

‘Yahooo!’ Schello grita como un loco. En la plaza todos explotan siguiendo ese grito, encienden las motos y las Vespas sonando las bocinas, gritando. Pollo comienza a patear la caseta postal.

Lucone tira una botella de cerveza enfrente de una vitrina. Las ventanas de los edificios alrededor se abren. Una alarma lejana comienza a sonar. Viejos en camisas de noche salen a sus balcones gritando preocupados: ‘Que sucede?’ Alguno grita que hagan silencio. Una señora amenaza con llamar a la policía. Como por un hechizo, todas las motos se mueven. Pollo, Lucone y los otros se ponen a correr, saltando en sus asientos, mientras los tubos de escape dan humo blanco. Cualquier lata continua a hacer sonido rodando, las muchachas todas van a casa. Maddalena esta aun mas enamorada.

Hook se acerca a Step. ‘Buen duelo, no?’

‘Nada malo.’

Las otras motos también se acercan, ocupando toda la calle, sin importarle de cualquier maquina que suena pasándoles a lado velozmente. Schello se para encima de su vieja Vespa. ‘Se que hay una fiesta por Cassia. En el 1130. Es una residencia.’

‘Pero nos dejaran entrar?’

Schello les asegura: ‘Conozco a una que esta allá.’

‘Quien es?’

‘Francesca.’

‘Pero, ustedes tuvieron algo?’

‘Si.’

‘Entonces no nos dejaran pasar.’

Riendo, se montan casi todos al mismo tiempo. Frenando y acelerando giran a la izquierda. Algunos andan en una rueda, todos sin prestarle atención al semáforo. Después llegan la avenida Cassia a toda velocidad.

Un apartamento caliente, ventanas con largos vidrios desde donde se ve la avenida Olímpica. Buenos cuadros en las paredes, de un tal Fantuzzi. Cuatro cornetas en los ángulos de la sala difunden un CD bien mezclado. La música se apodera de los muchachos que, hablando, se tropiezan casi todo el tiempo.

‘Dani, hey! Casi no te reconocía’

‘No me eches broma tu también, eh?’

‘Hablaba de la ropa, estas muy bien, en serio…’

Daniela se mira la falda, Giulia ya la ha visto antes, se da cuenta del sarcasmo.

‘Giuliii!!’

‘Que te molesta? Te pareces la Bonopane, la gafa que vive en el 3B que en las mañanas llega toda desarreglada…’

‘Como logras ser así de simpática todo el tiempo, eh?’

‘Es por esto que somos amigas.’

‘Nunca dije que era tu amiga!’

Giulia se pone de frente.

‘Un beso, hacemos las paces?’

‘Daniela sonríe. Se dirige hacia a ella cuando ve a sus espalda a Palombi.