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Matilde se dio cuenta de las intenciones de Estanislao la primera vez que lo vio entrar en la cocina. Ella untaba mantequilla con los dedos en el fondo de una flanera. Negrita se enredaba en sus pies. Aisha dejó de rallar limones y fue a coger a su gata para que Matilde no se asustara.

—¿Nicisitas algo el senior?

—Sí, por favor, un vaso de agua.

—Agua Aisha coloqué hielo tamién en el carrito de bibidas como siempre esta maniana, senior, o ¿olvidé?

Estanislao no respondió, se quedó absorto en las manos de Matilde, sus dedos resbalando en círculos, cremosos, acariciando el interior del molde. Matilde advirtió en su mirada su secreta lascivia. Se limpió en el delantal la mantequilla adherida a sus manos, sin lavárselas siquiera:

—Vamos, Estanislao. Le daré agua fresca.

Aisha se acercó a él, desconfiando de su posible despiste:

—¿Aisha olvidé agua, senior?

Él se marchó sin contestar mientras Matilde le servía un vaso.

Cuando Estanislao regresó al despacho, propuso trabajar en la escena donde Leopold Bloom prepara el desayuno para Molly. Planteó que podríais darle un ambiente sensual. Tú aceptaste su propuesta y comenzaste a escribir, sin saber que Estanislao te lo pidió pensando en Matilde.

Secuencia 2

Interior/día.

Leopold-Molly-Gata negra.

Leopold unta de manteca el fondo de una sartén para freír unos riñones. Los come con deleite. La gata ronronea, lustrosa y brillante, negra, pasea alrededor de la pata de la mesa haciendo sonar su cascabel. El sonido se funde a un tintineo de arandelas metálicas, de la cama de Molly, que espera su desayuno, semidesnuda. Tendida espera las tostadas que su marido unta de mantequilla en la cocina, una, dos, tres, despacio, la mantequilla se desprende del cuchillo y se adhiere cremosa al pan. Leopold deja el cuchillo, unta con los dedos la mantequilla que Molly se llevará a la boca, y se pasa la lengua por los labios.

Durante la comida, Estela quiso saber en qué secuencia habíais trabajado por la mañana. Preguntó a Estanislao. Y tú le contaste la escena delante de Matilde. Ella oyó de tus labios la sensualidad que pretendíais plantear, y se escandalizó al escucharte describir cómo Leopold Bloom untaba con los dedos la mantequilla. Se ruborizó, al escuchar a Estela:

—Genial, no es necesario dar más claves, Bertolucci ya usó la mantequilla como una referencia sexual.

En ese momento Aisha se disponía a servir el flan de limón que Matilde había preparado. Tú no supiste por qué Matilde se levantó mirando a Estanislao. Por qué le arrebató a Aisha el postre de las manos.

—Lo siento, Aisha. Perdónenme, acabo de recordar que no le puse azúcar, no podemos comerlo.

Se retiró con Aisha a la cocina y lo arrojó a la basura. No estaba dispuesta a que Estanislao se llevara el flan a la boca. Ahora lo sabes.

Desde entonces, Matilde huyó al jardín por la puerta de la cocina siempre que llegaba Estanislao. Aisha entró en el juego, la avisaba cuando le oía acercarse y la rescataba de su escondite cuando ya se había marchado. Las dos mujeres se divertían con la torpeza del director.

—Corre, corre, seniorita, oigo pies en suelo de senior que pide agua y no bebe agua.

Matilde escapaba y Negritase iba con ella. Cuando Aisha iba a buscarla, tu mujer regresaba con la gata en brazos.

—¿Ves? Nigritacarinio a ti. Aisha gusta que tú carinio a Nigrita.

Estanislao continuó yendo a buscar agua fresca y marchándose sin haber bebido, hasta que un día encontró a Estela a su regreso de la playa y abandonó sus excursiones.

—¿No estás trabajando, cariño?

—Vengo del baño —le contestó, señalando la puerta de la cocina.

—¿De qué baño?

—No, es que después he ido a beber agua —su turbación le delató.

—No mientas, Estanislao.