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Tú llegaste a tiempo de escuchar las indicaciones que Ulises le daba a Estanislao:

—La Almazara de los duques de Arcona, al final del paseo marítimo. Pedro sabe ir, pueden seguirle. Yo iré después, tengo que esperar a Fisher.

—¡Esos moritos también están invitados a la fiesta! —te susurró Estela—, ¿no le parece extravagante?

A ti no te parecía nada, sólo pensabas en Matilde, en que Ulises llegaría tarde, en que quizá podrías recuperarla.

Ulises hizo ademán de marcharse, Aisha lo detuvo después de que Yunes y Farida le hablaran al oído.

—Muy bunita pilícula senior Ulises gracias. Yunes y Farida gracias tamién a ti.

No, no te parecía una extravagancia. Recuerdas la ternura que Aisha ponía siempre en cada una de sus palabras. La recuerdas ahora, en este insomnio, su gesto, sus manos menudas buscando hacia atrás las de sus amigos. Aisha se acercó a Ulises flanqueada por Yunes y Farida, que habían delegado en ella porque era la que hablaba mejor.

—Senior Ulises, ¿puedes que Aisha, Yunes y Farida hablan a muchachitos de pilícula? Gustara mucho a nosotros. Y a Pedro. ¿Puedes?

—Claro que sí, Aisha, en la fiesta se los presentaré. Nos veremos allí.

No, la invitación de Ulises no tenía nada que ver con la extravagancia, ahora lo ves con claridad, y lo viste entonces, en el cariño profundo con que Ulises habló a Aisha. Los invitó por cariño, y se arrepentiría siempre de haberlo hecho, porque quizá, si no hubieran asistido a la fiesta, podría haberse evitado la tragedia.