– ¿No me digas que eres una de esas chicas que le gusta fingir que no sabe que es guapa?
¿Guapa? No, Delaney sabía que no era guapa. Era atractiva y podía sacarse mucho partido si lo intentaba. Pero si Steve quería decir que era guapa, que lo hiciera. Porque, artificial o no, no era un perro, ni figurada ni literalmente. Pasaba tanto tiempo con Duke y Dolores que si se dejaba llevar, podría derretirse bajo tal atención.
– ¿Cuántos años tienes?- le preguntó.
– Veintidos.
Siete años. A los veintidós Delaney estaba experimentando con la vida. Se había sentido como un convicto cumpliendo una pena de cinco años que de pronto obtuviera la libertad. Entre los diecinueve y los veinticuatro, había vivido la vida con un abandono temerario y libertad absoluta. Se había divertido de lo lindo, pero se alegraba de ser mayor y más sabia.
Volvió a mirar a las adolescentes de la playa haciendo gestos con sus manos y brazos y corriendo al borde del lago. No era mucho mayor que Steve, y no era como si buscara un compromiso. Delaney se llevó la botella a sus labios de nuevo y tomó otro trago. Quizá lo pudiera usar sólo para el verano. Usarlo y después deshacerse de él. Los hombres ciertamente la habían usado y se habían deshecho de ella. ¿Por qué no podía tratar a los hombres de la misma manera en que la trataban? ¿Cúal era la diferencia?
– El tío Nick ha vuelto – Sophie llamó a Louie, que se levantó de entre varias personas.
Delany dejó de pensar. Su mirada fue hasta el bote que lentamente navegaba al final del embarcadero, al hombre que se delineaba detrás del timón, sus piernas separadas, sus cabellos oscuros ondeando sobre sus hombros. La sombra de un pino con una altura imponente cruzó la superficie del agua y lo ocultó a él y a sus tres pasajeras en las sombras. Sophie llegó al muelle con sus amigas detrás de ella, su charla excitada sobreponiéndose al ruido del motor fuera borda. El sonido de la risa de Nick llegó a Delaney con la brisa. Colocó su cerveza en la barandilla y buscó a Lisa varios metros detrás; tenía una mirada culpable.
– Con permiso, Steve, -dijo y se acercó a su amiga.
– No me mates – murmuró Lisa.
– Me lo deberías haber dicho.
– ¿Hubieras venido?
– No.
– Entonces me alegro de haberte mentido.
– ¿Crees que una vez que esté aquí no me voy a ir?
– No seas cobarde. Necesitas superar tus sentimientos hostiles hacia Nick.
Delaney escudriñó los ojos de su amiga de infancia e intentó no sentirse herida por su comentario. Se recordó a sí misma que Lisa no tenía ni idea del testamento de Henry o de la noche en que Nick la había utilizado hacía diez años-. Sé que va a ser tu cuñado, pero tengo razones muy buenas por que sentirme “hostil” hacia él.
– Louie me las dijo.
Una miríada de horribles preguntas atravesó la cabeza de Delaney. Se preguntó quién sabía qué. Qué sabían, y quien se lo había dicho-. ¿Qué te dijo?
– Me contó lo del testamento.
Delaney miró por encima de su hombro a Louie, que miraba fijamente al lago. Hubiera preferido que nadie supiera nada del testamento, pero no era su mayor preocupación. Tenía la esperanza, de que su mayor temor aún permaneciera sepultado en el pasado-. ¿Cuánto hace que lo sabes?
– Hace un mes, y desearía que me lo hubieras contado. Quería que participaras en mi boda, pero estaba esperando que me dijeras que ibas a quedarte por aquí. Fingir que no lo sé ha sido bastante duro, pero ahora puedo preguntarte si quieres ser una de mis damas de honor. Quería que fueras mi madrina, pero no puede ser porque se lo tuve que pedir a mi hermana. Pero yo…
– ¿Exactamente qué te dijo Louie?- interrumpió Delaney agarrando a Lisa por el brazo y llevándola a una parte desierta de la terraza.
– Que si te vas de Truly, Nick hereda tu parte de la herencia de Henry y si los dos tenéis relaciones sexuales, tú heredas la suya.
– ¿Quién más lo sabe?
– Benita, que yo sepa.
Por supuesto.
– Y quizá Sophie. Dijo algo de que había oído sin querer a su abuela-. El temor se instaló en su estómago, y soltó el brazo de Lisa.
– Esto es tan humillante. Ahora todo el pueblo lo sabrá, y no podré ir a ningún sitio sin personas vigilándome para asegurarse de que no dejo el pueblo ni tengo sexo con Nick-. Sintió que su cabeza estallaba ante ese pensamiento-. Como si eso fuera a ocurrir en algún momento.
– Nadie más lo sabrá. Si te preocupa Sophie, hablaré con ella.
– ¿Y te escuchará?
– Si le digo que todos los rumores podrían lastimar a Nick, lo hará. Le adora. A los ojos de Sophie, Nick es un santo y no hace nada malo.
Delaney miró sobre su hombro vigilando a San Nick con su harén de hembras abriéndose camino por el embarcadero. Le dio un gran abrazo a Sophie, y ella y sus amigas corrieron hacia una mesa en la playa. Con su camisa abierta de color verde, el Levi’s gastado con un gran roto encima de la rodilla derecha, y las chancletas de goma, parecía como si acabara de salir de la cama. La mirada de Delaney se desvió a las tres mujeres. Tal vez lo acababa de hacer.
– Me pregunto donde las recogió – dijo Lisa, refiriéndose a la rubia que iba a su lado y a las dos morenas que lo seguían detrás-. Sólo iba a su casa a coger algunos cohetes para Sophie.
– Pues parece que cogió algo más que los cohetes. ¿Quiénes son esas mujeres?
– La rubia es Gail Algo, no sé su nombre de casada, pero su padre es el Juez Tanner. Las dos de atrás parecen las gemelas Howell, Lonna y Lanna.
Delaney recordaba a Gail Tanner. Era varios años mayor que Delaney, y sus familias ocasionalmente se habían relacionado. También la reconoció como la mujer con la que se había ido Nick del entierro de Henry. A las gemelas Howell no las conocía-. ¿Gail está casada?
– Divorciada.
Delaney se giró para ver mejor. Las mujeres llevaban puestos tops apretados metidos en los pantalones vaqueros. A Delaney le hubiera gustado ignorarlas como a vagabundos, pero no lo podía hacer. Parecían más modelos que busconas-. ¿Se ha puesto implantes? No recuerdo que tuviera unas tetas tan grandes.
– Implantes y también liposucción del trasero.
– Hmm-. la mirada de Delaney regresó a Nick y al triángulo de muslo visible a través del roto de sus vaqueros-. ¿Viste cuando hicieron esa liposucción en la tele? Demonios, me dolieron todos mis michelines sólo de pensarlo.
– Es asqueroso. Parecía grasa de pollo.
– ¿Te la harías?
– En un segundo. ¿Y tú?
Delaney miró a su amiga mientras se lo pensaba-. Creo que no, pero supongo que me arreglaré los pechos cuando los tenga caídos por debajo del ombligo. Tengo la esperanza de que no sea hasta dentro de veinte años-. La declaración de Delaney centró la atención de Lisa en su pecho.
– Siempre has tenido unas tetas estupendas. Las mías nunca fueron gran cosa, pero tengo un culo genial.
Las dos mujeres dirigieron su atención a la parte trasera de Lisa.
– Mejor que el mío -admitió Delaney, luego volvió a mirar a Nick y a sus tres mujeres que atravesaban la playa hasta la base de las escaleras que llevaba a la terraza-. Entonces, ¿cuál es su novia?
– No lo sé.
– Probablemente las tres.
– Probablemente – Estuvo de acuerdo Lisa.
– Ninguna – Habló Louie desde atrás.
Delaney gimió mentalmente y cerró los ojos.
La acababan de cazar cotilleando sobre Nick. Peor, la había atrapado Louie. Se preguntó cuánto tiempo llevaba parado allí. Se preguntó si las había escuchado hablar sobre operaciones de pecho, pero no se atrevió a preguntar. Lentamente se giró hacia él, haciendo un gran esfuerzo mental para decir algo.
Afortunadamente, Lisa no tuvo el mismo problema-. ¿Estás seguro de que no sale con las gemelas?
– No – contestó, luego añadió con una cara completamente seria – Nick es hombre de una sola mujer.