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– Nick, -gimió y le sujetó la cabeza con ambas manos. El placer aumentaba, tensándose y cada toque de su lengua la empujaba hacia el pico del clímax. Él puso uno de sus talones sobre su hombro e inclinó sus caderas. La tomó totalmente con su boca rozando su carne sensible. Las increíbles sensaciones se fortalecieron y arrollaron su cuerpo, entonces la empujaron a la cima.

Las estrellas por encima de su cabeza se desdibujaron mientras se sentía deslizar sobre una ola de éxtasis ardiente. Gritó su nombre una y otra vez mientras el calor ardiente atravesaba sus pechos y sus muslos. Contracciones involuntarias la hicieron temblar, y cuándo acabó se sintió distinta. Se escandalizó por lo que había hecho y quien se lo había hecho, pero no estaba arrepentida. Nunca se había sentido tan cerca de ninguna otra persona en su vida, y quiso que la abrazase.

– ¿Nick?

Él con mucho cuidado le besó el interior de su muslo-. Mmm.-

Al contacto de sus labios, repentinamente se volvió muy consciente de su bochornosa posición. Se tocó las ardientes mejillas mientras quitaba el pie de su hombro y se incorporaba.

Él se levantó y ahuecó su cara entre sus manos-. ¿Más?

No era ni ingenua, ni estúpida y supo perfectamente lo que le preguntaba. Quería darle el mismo impresionante placer que él le había dado-. Más-. Sacó la camiseta de la cinturilla de sus pantalones vaqueros y abrió los botones de su bragueta. Sus manos la cogieron de las muñecas y la detuvieron.

– Espera un minuto -dijo antes de que un rayo de luz le golpease en plena cara-. ¡Joder!

Delaney miró por encima de su hombro y los dos focos de un coche dirigidos hacia ellos la cegaron. Adrenalina pura pasó como un relámpago por sus venas, y empujó a Nick y se bajó de un salto del capó al mismo tiempo. Su vestido yacía a sus pies y lo cogió al mismo tiempo que el Lincoln plateado de Henry se paraba al lado del Mustang. Se metió el vestido de verano por la cabeza pero sus manos le temblaban tanto que no lo podía abotonar-. Ayúdame -gritó a nadie en particular.

Nick giró e intentó abotonar los botones de la cintura del vestido. Le murmuró algo, pero no lo pudo oír sobre el martilleo de sus oídos.

– ¡Apártate de ella!- gritó Henry a voz en cuello y al segundo abrió la puerta del coche.

Cerró los dos botones de arriba pero estaba indefensa para controlar el pánico que fluía dentro de ella. Recorrió el suelo con la vista y vio el gran pie de Nick pisando sus bragas. Los pequeños sollozos llenaron sus pulmones.

– ¡Saca tus malditas manos asquerosas de ella!

Delaney levantó la mirada cuando Henry los alcanzó. Él apartó de un empujón a Nick y la apretó contra él. Ambos hombres eran de la misma altura, la misma constitución, los mismos ojos grises brillando intermitentemente. Los faros del Lincoln iluminaban cada penoso detalle. La camisa de vestir de Henry, su pelo plateado

– Nunca pensé que te rebajarías hasta este punto, -dijo Henry señalando a Nick-. Siempre he sabido que me odiabas, pero nunca pensé que caerías tan bajo sólo para vengarte de mí.

– Tal vez esto no tenga nada que ver contigo -dijo Nick, bajando las cejas.

– Y una mierda que no tiene nada que ver conmigo. Me has odiado toda tu vida, y has estado celoso de Delaney desde el día en que me casé con su madre.

– Cierto. Te he odiado toda mi vida. Eres un hijo de puta, y el favor más grande que le has hecho a mi madre fue negar que alguna vez te acostaras con ella.

– Y finalmente te quitaste la espina. La única razón de que follases a Delaney fue para vengarte de mí.

Nick cruzó los brazos sobre su pecho y apoyó su peso sobre un pie-. Tal vez la follé porque me pone como una piedra.

– Debería mandarte al infierno.

– Dame tu mejor golpe, viejo.

– Oh, Dios mío -gimió Delaney acabando con los botones de su vestido-. Henry, nosotros no…

– Vete al coche, -la interrumpió Henry.

Ella miró Nick, al amante tierno que la había hecho sentirse bella-. ¡Diselo!- Hacía unos momentos se había sentido muy cerca de él, ahora no le conocía del todo. Parecía relajado, pero era una ilusión. O tal vez si conocía a este Nick. Este hombre hosco ante ella era el Nick con el que había crecido; El hombre que la había recogido antes había sido una ilusión-. Por favor, dile que no ocurrió nada, – le suplicó, para que le echara una mano-. ¡Dile que no hicimos nada!

Una ceja se levantó en su frente-. ¿En qué exactamente quieres que le mienta, Fierecilla?- preguntó-. Te vio sentada sobre el capó de mi coche. Si hubiera llegado unos minutos antes, habría visto muchísimo más.

– Obtuviste tu venganza, ¿no es cierto?- Henry agarró el brazo de Delaney y la empujó hacia Nick-. Cogiste a una chica inocente y la ensuciaste sólo para ajustar cuentas conmigo.

Delaney miró la dura mirada de Nick y no supo qué creer. Quería creer que le importaba algo, pero los ojos que la miraban eran tan fríos. Varios minutos antes le habría dicho a Henry que estaba en un error, pero no sabía qué pensar ahora-. ¿Es cierto?- le preguntó mientras una lágrima se deslizaba por sus mejillas calientes-. ¿Me usaste para vengarte de Henry?

– ¿Es lo qué piensas?

Lo que le había hecho era tan privado, tan íntimo, que pensó que no podría soportar saber que la había usado. Quería que le dijera a Henry que estaba equivocado, que la había besado y acariciado porque la quería, no porque odiase a Henry-. ¡no lo sé!

– ¿No?

– No.

Él no habló hasta después de lo que pareció una eternidad, luego le dijo, – Entonces cree a Henry.

Un sollozo quedó atrapado en su garganta y se fue tropezando hacia el Lincoln. Sentía como si tuviera un agujero en el pecho, y logró meterse en el coche antes de que la segunda lágrima se deslizase por su mejilla. El frío cuero bajo su trasero desnudo le recordó que estaba completamente desnuda bajo el vestido. Miró fijamente a través de la ventana a ambos hombres, y por encima del latir de su corazón, oyó a Henry amenazar a Nick.

– Mantente lejos de mi hija -gritó-. O te mantienes alejado o haré de tu vida un infierno.

– Podrás intentarlo -dijo Nick, sus palabras eran apenas audibles a través del grueso cristal de la ventanilla-. Pero no hay nada que me puedas hacer.

– Ya lo veremos-. Henry se movió al lado del conductor del Lincoln-. Mantente lejos de Delaney – advirtió por última vez y se deslizó en el asiento delantero. Dio marcha atrás, y los focos iluminaron a Nick durante cortos segundos. Y en esos pocos segundos, su camiseta resplandeció de un blanco brillante, el algodón suave no estaba metido dentro de la cinturilla del pantalón, y el botón de arriba de sus pantalones vaqueros estaba desabrochado. Se inclinó para recoger algo, pero Henry hizo girar las ruedas y el coche giró hacia la carretera antes de que pudiera ver lo que había recuperado de la tierra. Pero no tenía que verlo, lo sabía. Cuidadosamente, ahuecó su vestido bajo su trasero desnudo.

– Esto va a matar a tu madre -se enfureció Henry.

Probablemente, pensó Delaney. Se miró las manos y una lágrima cayó en su pulgar.

– Fue a tu habitación a darte las buenas noches, pero no estabas allí-. El Lincoln aceleró encima de la carretera principal, y Henry revolucionó más el gran motor-. Está tremendamente preocupada. Tiene miedo de que te hayan secuestrado.

Delaney se mordió los labios para no soltar la acostumbrada disculpa. No le importaba haber preocupado a su madre.

– Pero espera que sepa la verdad será peor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado.

– ¿Cómo me encontraste?