Delaney estaba desesperada por tener clientes, desesperada por cualquiera que no entrara en la categoría de tercera edad, pero se había percatado del examen exhaustivo de la mujer, como si anduviera buscando defectos. A Delaney no le importaba si perdía a esta potencial clienta, así que le dijo, – Sí, pero cobro veinticinco dólares.
– ¿Eres buena?
– Soy lo mejor que encontrarás por aquí-. Delaney se puso los zapatos, un poco asombrada de que la mujer no se hubiera marchado ya, corriendo calle abajo a por un corte de pelo de diez dólares.
– Eso no dice mucho. Helen es horrible.
Quizá la había juzgado precipitadamente-. Bueno, no soy horrible, -dijo simplemente-. De hecho, soy muy buena.
La mujer cogió la cinta de la cabeza y se la quitó del pelo-. Quiero mechas y capas hasta aquí- dijo, indicando su mandíbula-. Sin flequillo.
Delaney inclinó la cabeza a un lado. La mujer tenía la línea de la mandíbula fuerte y pómulos altos. Su frente estaba en proporción con el resto de su cara. El corte que quería le quedaría bien, pero con esos grandes ojos azules, Delaney sabía que algo más corto y masculino le quedaría genial-. Acompáñame.
– Nos vimos brevemente en la fiesta del Cuatro de julio – dijo la gemela siguiendo a Delaney-. Soy Lanna Howell.
Delaney se detuvo delante de la zona de lavar el pelo-. Sí, te reconocí-. Lanna se sentó y Delaney puso sobre los hombros de la mujer una capa plateada y una mullida toalla blanca-. Tienes una hermana gemela, ¿no?- preguntó, cuando lo que realmente quería saber era si ésta era la hermana que se había pegado como una lapa a Nick la otra noche.
– Si, Lonna.
– Eso mismo -dijo analizando el pelo de su cliente entre los dedos y el pulgar. Luego colocó la capa sobre la parte posterior de la silla y con cuidado inclinó a Lanna hacia atrás hasta que su cuello descansó cómodamente en la hueco del lavacabezas-. ¿Qué sueles echarle al pelo?- cogió el grifo y probó la temperatura del agua con su mano.
– Sun-Inn y zumo de limón.
Delaney mentalmente puso los ojos en blanco ante la lógica de algunas mujeres que gastaban mucho dinero en cosméticos, y luego en casa utilizaban un champú barato para el cabello.
Con una mano protegió la cara, la nuca y las orejas de Lanna mientras con la otra mojaba el pelo con agua caliente. Usó un champú fresco y un acondicionador natural, y mientras trabajaba, las dos mujeres hablaron sobre el clima y los bellos colores de otoño. Cuando acabó, envolvió la cabeza de Lanna en una toalla y la dirigió a una silla del salón.
– Mi hermana me dijo que te vio la otra noche en Hennesey's, -indicó Lanna mientras Delaney escurría el agua de su pelo.
Delaney miró el gran espejo de la pared, estudiando el reflejo de Lanna. Entonces, pensó agarrando el peine, era la otra gemela la que había estado con Nick-. Bueno, estaba allí. Vino un grupo de blues bastante bueno desde Boise.
– Eso es lo que oí. Trabajo en el restaurante de la pequeña fábrica de cerveza, así que no pude ir.
Mientras Delaney desenredaba los nudos y disponía el pelo en cinco mechones que aseguró con pinzas, cambió de tema a propósito. Le preguntó a Lanna acerca de su trabajo, y la conversación derivó al Gran Festival De Esculturas de Hielo que el pueblo mantenía cada diciembre. Según Lanna, el festival se había convertido en todo un acontecimiento.
De niña, Delaney había sido tímida e introvertida. Pero después de años intentando que sus clientas se sintieran cómodas, había cogido el toro por los cuernos y hablaba con cualquiera de cualquier cosa. Podía soñar sobre Brad Pitt tan fácilmente como podía compadecerse de los dolores de barriga. Las peluqueras eran un poco como los camareros o los sacerdotes. Algunas personas parecía como si estuvieran compelidas a escupir sus vísceras y confesarle detalles bochornosos de sus vidas. Escuchar confesiones mientras peinaba era sólo una de las muchas cosas que había perdido en su vida cuando aceptó las condiciones del testamento de Henry. También había perdido la competencia y la camaradería entre peluqueras y todos los chismes jugosos que hacían que la vida de Delaney pareciera hogareña en comparación.
– ¿De qué conoces a Nick Allegrezza?
La mano de Delaney se detuvo, y luego siguió cortando un mechón de pelo en el centro de la nuca de Lanna-. Crecimos aquí en Truly al mismo tiempo.
– ¿Pero lo conoces muy bien?
Miró al espejo otra vez, luego a la espalda bajo sus manos, tijereteando una línea recta de izquierda a derecha-. No creo que nadie conozca realmente a Nick. ¿Por qué?
– Mi amiga Gail cree que está enamorada de él.
– Entonces tiene toda mi simpatía.
Lanna se rió-. ¿A ti no te importa?
– Claro que no-. Incluso si pensara que Nick era capaz de amar a alguna mujer, él no le concernía-. ¿Por qué me debería importar?- preguntó y quitó una de las pinzas de la cabeza de Lanna y la puso en el bolsillo de su tirolés.
– Gail me contó todo sobre Nick y lo que sucedió cuando vivías aquí.
Delaney ocultó su sorpresa mientras peinaba y cortaba el nuevo mechón-. ¿Qué versión oíste?
– La de que tuviste que dejar el pueblo hace años para tener al bebé de Nick.
Delaney sintió como si la hubieran golpeado en el estómago y sus manos se detuvieron otra vez. No debería haber preguntado. Había habido varios rumores recorriendo Truly cuando se había marchado, pero nunca había oído aquél. Su madre nunca lo había mencionado, pero claro que no lo haría. A Gwen no le gustaba hablar de la razón real por la que Delaney había dejado Truly. Su madre siempre hablaba de esa época en términos de “cuando te fuiste para estudiar”. Delaney no sabía por qué esas viejas noticias la deberían molestar ahora, pero lo hacían-. ¿En serio? Eso es nuevo para mí – dijo, la hizo inclinar la cabeza y deslizó el pelo de Lanna entre sus dedos. Abrió las tijeras y cortó en línea recta. No podía creer que el pueblo hubiera pensado que estaba embarazada. Bueno, en realidad, pensó que podría haber pasado. Se preguntó si Lisa o Nick conocerían el rumor.
– Lo siento-. Lanna interrumpió sus pensamientos-. Creía que lo sabías. Supongo que he metido la pata.
Delaney la miró. Lanna parecía sincera, pero no la conocía bien así que no estaba realmente segura. -Simplemente es un poco chocante oír que he tenido un niño cuando nunca he estado embarazada-. Soltó otro mechón y lo peinó. -Especialmente con Nick. Ni siquiera nos gustamos.
– Eso tranquilizará a Gail. También a Lonna. Las dos tienen una especie de competición por el mismo hombre.
– Pensaba que eran amigas.
– Lo son. Si salieses con Nick, te haría saber que el matrimonio no le interesa. A Lonna no le importa, pero Gail intenta conseguir la casa.
– ¿Conseguir la casa? ¿Cómo?
– Lonna dice que Nick nunca lleva a las mujeres a su casa para acostarse con ellas. Las lleva a moteles o a algún otro sitio. Gail cree que si consigue que la lleve a su casa para hacer el amor, conllevará otras cosas también. Como un diamante grande y recorrer el pasillo hacia el altar.
– Nick debe tener una cuenta enorme de motel.
– Probablemente-. Lanna se rió.
– ¿No te importa?
– ¿A mi? Puede, si estuviera saliendo con él, pero no lo estoy. Yo y mi hermana nunca salimos con los mismos hombres.
Delaney se sintió aliviada, aunque reconocía que no le debería importar si Nick practicaba el sexo en grupo con un par de bellas gemelas-. ¿En serio, eso no molesta a tu hermana?
– No realmente. No anda buscando marido. No como Gail. Gail cree que lo hará cambiar de idea, pero no lo hará. Cuando Lonna os vio a ti y a Nick bailando la otra noche, se preguntó si eras otra de sus mujeres.
Delaney movió la silla y aflojó la última pinza-. ¿Viniste aquí a arreglarte el pelo, o a conseguir información para tu hermana?
– Las dos cosas – Lanna se rió-. Pero me gustó tu pelo la primera vez que lo ví.