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– Cuéntame lo de las notas.

– ¿Cómo lo supiste?- Él la siguió subiendo las escaleras detrás ella, sus pisadas fuertes, hundía las escaleras bajo las plantas de sus pies-. ¿Te lo dijo Ann Marie?

– No. Oí tu conversación con Helen esta noche.

Delaney se preguntó cuanta gente más la habría oído. Su respiración formaba vaho delante de su cara cuando rápidamente abrió la puerta. Como habría sido un gasto inútil de saliva, ni se molestó en decir a Nick que no podía entrar-. Helen me ha escrito un par de notitas-. Entró en la cocina y encendió la luz.

Nick la siguió, abriendo la cremallera de su chaqueta y llenando el estrecho lugar con su tamaño y su presencia. Colocó la bolsa en el mostrador-. ¿Qué dicen?

– Léelas tú mismo-. Metió la mano en el bolsillo de su abrigo y le dio el sobre que había metido allí antes-. La otra ponía algo parecido a “te vigilo”-. Ella pasó rozándole y se movió hacia el pequeño vestidor del dormitorio.

– ¿Has llamado al Sheriff?

– No-. Ella colgó el abrigo en el armario, luego regresó-. No puedo probar que Helen es la que las manda, aunque estoy segura de que es ella. Y además, las notas no son realmente amenazadoras, solamente molestas-. Desde la puerta, le miró estudiar la nota en su mano. Su txapel le hacía parecer un guerrero por la libertad.

– ¿Dónde encontraste esto?

– Debajo de la puerta.

– Todavía tienes la otr…- la miró de arriba abajo y se interrumpió en medio de la frase. Sus ojos se abrieron un poco, luego su mirada la recorrió del pelo a los tacones. Por primera vez en su vida, había dejado mudo a Nick. Cuando iba disfrazada de prostituta.

– ¿Qué ocurre?

– Absolutamente nada.

– ¿No tienes una pulla ni un encantador comentario ofensivo?- Había tratado de quedarse perfectamente quieta y callada, como si no pudiera sentir su mirada tocándola en todas partes. Pero al final le había soltado eso y movió la boa de plumas para cubrirse el escote que sobresalía sobre el corsé.

– Una.

– Por qué no estoy sorprendida.

Él apuntó hacia su cintura-. ¿Para qué son las esposas?

– Lo sabes mejor que yo.

– Fierecilla -dijo, con una sonrisa rapaz inclinando su boca -yo no necesito material extra para rematar la faena.

Ella puso sus ojos en blanco y miró al techo-. Ahórrame los detalles de tu vida sexual.

– ¿Estás segura? Podrías aprender algo bueno.

Ella cruzó los brazos bajo sus pechos-. Dudo que sepas algo que quiera aprender-. Luego rápidamente agregó – Y no fue un desafío.

Su risa suave llenó la corta distancia entre ellos-. Fue un desafío, Delaney.

– Lo que tú digas-. Él dio un paso hacia ella, y ella colocó su mano como un policía de tráfico-. No quiero hacer nada contigo, Nick. Creía que subiste para echarle un vistazo a la nota de Helen.

– Lo hice-. Él se detuvo cuando su palma golpeó su pecho. El frío cuero contra su mano-. Pero haces realmente duro que uno piense en otra cosa que no sean tus cremalleras.

– Eres un adulto. Trata de concentrarte-. Delaney dejó caer la mano y pasó ante él hacia la nevera-. ¿Quieres una cerveza?

– Claro.

Quitó las tapas, luego le dio una cerveza de calabaza que había comprado en el microbrewery. Él miró el brebaje como si realmente no supiera qué hacer con él-. Está realmente bueno – lo animó y tomó un gran trago.

Nick puso la cerveza en sus labios, y sus ojos grises la miraron sobre la parte superior de la botella mientras tomaba un trago. Inmediatamente bajó la cerveza y se pasó el revés de la mano por la boca-. ¡Jesus, María y José! ¡Qué mierda!.

– A mi me gusta-. Ella sonrió y tomó un trago más largo.

– ¿Tienes cerveza de verdad?- Él colocó la botella y la nota en el mostrador.

– Tengo una cerveza de frambuesa.

Él la miró como si estuviera sugiriendo un filete de criadillas-. ¿Tienes una Bud?

– No. Pero tengo una Coca-Cola en esa bolsa-. indicó con su botella la bolsa de plástico, después de cogerla Nick pasó a la sala de estar.

– ¿Dónde encontraste la primera nota?- la llamó.

– En la peluquería-. Encendió una luz encima del estéreo, luego otra encima de la mesa al lado del sofá-. En realidad, la encontraste tú.

– ¿Cuándo?

– El día que me cambiaste las cerraduras-. Lo miró por encima del hombro después de tirar de la cadenilla de la lámpara. Nick permaneció en el centro del cuarto bebiendo de la Coca-Cola que ella había comprado en el Value Rite-. ¿Lo recuerdas?

Él bajó la botella y chupó una gota oscura de su labio inferior-. Perfectamente.

Inesperadamente, el recuerdo de sus labios presionando los de ella y la textura de su piel caliente bajo sus manos inundó sus sentidos-. Hablaba de la nota.

– Yo también.

Él no lo hacía-. ¿Por qué crees que es cosa de Helen?

Delaney estaba sentada en el sofá, asegurándose cuidadosamente de que su falda de raso no se deslizara entre sus piernas y la hiciera parecer una estrella del porno-. ¿Quién más podría ser?

Él colocó la Coca-Cola sobre la mesa de café y se encogió de hombros-. ¿Quién más quiere que te vayas?

Delaney no podría pensar en nadie además de Nick y toda su familia-. Tú.

Él puso su chaqueta en el brazo del sofá y la miró desde debajo de sus cejas-. ¿Realmente crees eso?

En realidad no-. No lo sé.

– ¿Si crees eso, que amenazo anónimamente a las mujeres, por qué me has dejado entrar en tu apartamento?

– ¿Hubiera podido detenerte?

– Tal vez, pero no dejé esas notas y lo sabes-. Se sentó al lado de Delaney y se inclinó hacia adelante para apoyar los codos sobre las rodillas. Se había remangado las mangas de su camisa en los antebrazos, y llevaba un reloj con la negra correa gastada-. Alguien está realmente cabreado contigo. ¿Le has cortado el pelo mal a alguien últimamente?

Sus ojos se entrecerraron, y colocó su cerveza de calabaza en la mesa para café con un fuerte golpe-. Ante todo, Nick, nunca corto mal el pelo. Y en segundo lugar, ¿qué crees, que algún psicópata enfadado me deja notas porque le corté de más el flequillo o le ricé demasiado el pelo?

Nick la miró por encima del hombro y rió. Comenzó muy bajo y se incrementó, alimentando el temperamento de Delaney-. ¿Porqué estás tan cabreada?

– Me has insultado.

Él colocó una mano inocente en la parte delantera de su camisa, empujando la tela suave a un lado y dejando expuesta un trozo de pecho moreno-. No lo hice.

Delaney levantó la mirada hacia sus ojos divertidos-. Claro que sí.

– Lo siento-. Luego estropeó la disculpa añadiendo un insulto a la frase – Fierecilla.

Ella le pellizcó el brazo-. Imbécil.

Nick agarró su muñeca y la apretó contra él-. ¿Nadie te ha dicho que pareces una prostituta realmente buena?

El perfume del jabón del sándalo y la piel caliente llenó sus sentidos. Sus dedos firmes cosquillearon como alfileres por el interior de su brazo, y ella trató de apartarse. La dejó volverse sólo para agarrarle la boa con ambas manos y acercarla más. Su nariz chocó con la suya y se sintió atrapada por su mirada gris. Ella abrió la boca para decir algo punzante y sarcástico, pero su cerebro y su voz la traicionaron y lo que salió en su lugar fue un suspiro – Joder, gracias, Nick. Apuesto a que le dices eso a todas tus mujeres.

– ¿Eres una de ellas?-preguntó justo encima de su boca, manteniéndola quieta con nada más que la boa de plumas rosas y su voz.

Ella no creía habérselo dicho en ese sentido, ni nada por el estilo…-. No. Sabes que nunca podremos estar juntos.

– Quizá no deberías decir nunca-. Las plumas le rozaron la mejilla y el cuello cuando levantó una mano a la parte superior del corsé-. Tu corazón late muy deprisa.

– Tengo la tensión alta-. Sus párpados eran pesados y se tocó el labio inferior con la punta de la lengua.