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– Siempre fuiste una mentirosa realmente mala-. Luego, antes de que Delaney supiese cómo ocurrió, estaba en el regazo de Nick y su boca estaba sobre la de ella, en un beso que comenzó suave y dulce pero que rápidamente hizo pedazos la patética resistencia de Delaney. Él llevó una mano detrás de su cabeza, la otra sobre su muslo, acariciando sus medias negras. Su lengua resbaladiza acarició la suya, urgiéndola a ser más cálida, a responder más apasionadamente, y ella le devolvió el beso enviando un estremecimiento de brutal lujuria a través de ellos. Ella deslizó sus manos por su cuello y quitó la goma elástica de su cola de caballo. La boina cayó de su cabeza cuando metió sus dedos entre su frío y fino pelo. Ella sintió sus dedos encima de su liguero por el borde de la falda, dibujando una línea de fuego ardiente entre sus muslos y llenando su abdomen de un hambre intenso. Luego sus dedos se sumergieron bajo el elástico negro y asieron su piel desnuda. Ella metió una mano dentro del cuello abierto de su camisa y tocó su hombro cálido, sus músculos duros, pero no era suficiente y abrió los botones hasta que su camisa estuvo abierta. Él era duro y suave, su piel estaba caliente y ligeramente húmeda. Bajo su bragueta, su erección gruesa se presionaba contra ella que se retorció más en su regazo. Sus dedos se metieron entre sus muslos, y ella sintió su intenso gemido contra la palma de la mano.

Él movió una mano a su cintura, y sus dedos firmes se metieron apretadamente a través del raso delgado. Un gemido surgió del pecho de Delaney mientras su palma se deslizaba hacia arriba, sobre su pecho, hacia su garganta. Sus nudillos acariciaron la clavícula y el borde del escote. Luego él deslizó su sensual boca hasta su garganta y su mano dentro del corsé de raso. Él acunó su pecho desnudo, y Delaney se arqueó, presionando su pezón duro contra su palma caliente. Sus manos se movieron hacia su hombro, y ella asió la suave tela de su camisa con los puños cerrados.

Le dolía por todas partes y, con el último jirón de cordura murmuró – Nick, tenemos que detenernos.

– Lo haremos, – murmuró mientras empujaba el corsé prácticamente a su cintura y bajaba la cabeza. Él rozó sus labios en la punta rosada de su pecho, luego la chupó con su boca, con su lengua caliente, mojada e implacable. Su ancha y cálida mano se metió entre sus muslos y él presionó la palma contra su carne sensible. A través de sus húmedas bragas de algodón, sus dedos la sintieron, y ella apretó las piernas, cerrando la mano en su entrepierna. Los ojos Delaney se cerraron y su nombre escapó de sus labios, en parte gemido y en parte suspiro. Era el sonido de la necesidad y el deseo. Deseaba que él le hiciera el amor. Quería notar su cuerpo desnudo presionando el de ella. No tenía nada que perder salvo el amor propio. ¿Pero qué era un poco de amor propio comparado con un orgasmo de gran calidad?

Luego su boca se apartó y el aire fresco rozó su pecho. Ella se forzó a abrir los ojos y prestar atención a su fogosa mirada sobre su reluciente pezón. Él deslizó su mano de sus muslos y cogió el final de su boa, deslizándola lentamente sobre su cuerpo sensible-. Dime que me deseas.

– ¿No es obvio?

– Dilo de todas maneras-. Él miró hacia arriba, sus ojos llenos de lujuria y determinación-. Dilo-. La boa pasó otra vez suavemente sobre sus pechos.

Delaney suspiró-. Te deseo.

Su mirada rozó su cara y se detuvo en su boca. Le dio un beso suave en los labios y tiró del corsé poniéndolo en su lugar, cubriéndole los pechos otra vez.

No iba a hacer el amor con ella. Por supuesto que no lo haría. Tenía bastante más que perder que ella-. ¿Por qué seguimos haciéndonos esto?- preguntó ella cuando él levantó su boca-. Nunca quiero que pase, pero siempre ocurre lo mismo.

– ¿No lo sabes?

– Desearía saberlo.

– Tenemos un asunto pendiente.

Ella respiró profundamente y se apoyó contra él.

– ¿De qué hablas? ¿Qué asunto pendiente?

– Esa noche en Angel Beach. Nunca pudimos terminar lo que empezamos antes de que huyeras.

– ¿Huir?- Ella bajó las cejas y las volvió a subir-. No tuve ninguna opción.

– Tenías opciones y elegiste una. Te fuiste con Henry.

Con toda la dignidad posible dada las circunstancias, Delaney se levantó de su regazo. Le faltaba el zapato izquierdo y su boa estaba prendida dentro del corsé-. Me fui porqué me estabas utilizando.

– ¿Cuando exactamente?- Se levantó e inclinó sobre ella-. ¿Cuándo me rogabas que te tocara?

Delaney tiró de su falda hacia abajo-. Cállate.

– ¿O cuándo mi cabeza estaba entre tus piernas?

– Cállate, Nick-. Tiró bruscamente de la boa para liberarla-. Sólo querías humillarme.

– No digas estupideces.

– Me estabas usando para vengarte de Henry.

Él se inclinó hacia atrás y su mirada se entrecerró-. Nunca te usé. Te dije que no te preocuparas y que te cuidaría, pero me miraste como si fuera una especie de violador y te fuiste con Henry.

Ella no lo creyó-. Nunca te miré como si fueras un violador, y recordaría cualquier palabra agradable. Pero no la dijiste.

– Lo hice, pero preferiste irte con el viejo. Y tal y como yo lo veo, tienes una deuda conmigo.

Ella recogió su chaqueta de detrás del sofá y se la lanzó-. No te debo nada.

– Será mejor que no estés cerca de mí después del cuatro de junio, de otra manera me cobraré la deuda que tienes conmigo desde hace diez años-. Se puso la chaqueta y caminó hacia la puerta-. Y pagar las deudas es una putada, Fierecilla.

Delaney miraba la puerta cerrada cuando oyó el ruido del Jeep en el callejón. Su cuerpo todavía ardía por sus caricias, y el pensamiento de algún tipo de deuda sexual no sonaba demasiado mal. Se dirigió a la sala y recogió la txapel de Nick del piso. Se la puso en la nariz. Olía a cuero y a la lana y a Nick.

Capítulo Trece

– Tío Nick, ¿viste esa película que echaron en la tele la otra noche sobre una chica que fue secuestrada de bebé y nunca lo supo hasta que tenía cerca de veinte años o algo así?

Nick clavaba los ojos en la pantalla del ordenador, repasando el presupuesto para una casa en la orilla norte del lago. Habían hecho los cimientos antes de que la tierra se congelara y el tejado antes de que nevara. La casa estaba casi terminada, pero el dueño había optado por instalaciones completamente diferentes, y la parte de carpintería se salía del presupuesto. Cuando en el negocio disminuía la actividad, Ann Marie y Hilda trabajaban sólo por las mañanas. Él y Sophie estaban solos en el edificio.

– Tío Nick.

– Hmm, ¿Qué?- Cambió varios números y luego introdujo el nuevo coste.

Sophie respiró profundamente y suspiró – No me escuchas.

Desvió la mirada de la pantalla y miró a su sobrina, luego volvió a su trabajo-. Lo hago, Sophie.

– ¿Qué dije?

Él continuó mirando una reposición de existencias y usando la calculadora que tenía al borde del escritorio, pero cuando miró a su sobrina otra vez, su mano se detuvo. Sus grandes ojos oscuros lo miraban como si hubiera pisoteado sus sentimientos con las botas de trabajo-. No escuchaba-. Movió la mano hacia atrás-. Lo siento.

– ¿Te puedo preguntar algo?

Sabía que no había ido de visita a su oficina al salir de la escuela para verle trabajar-. Claro.

– De acuerdo, ¿qué harías si te gustara una chica y ella no lo supiera?- Hizo una pausa y miró a algún sitio por encima de su cabeza-. ¿Y ella le gustara a alguien con ropas de mayor y cabello rubio y todas las que le gustan fueran animadoras y todo eso?- Lo volvió a mirar-. ¿Cederías?

Nick estaba alucinado-. ¿Te gusta un chico que se viste de animadora?

– ¡No! Caramba, me gusta un chico que sale con una animadora. Es bonita y popular y tiene el mejor cuerpo de octavo grado, y Kyle no sabe ni que existo. Quiero que se dé cuenta, ¿qué debería hacer?