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– ¿Trajiste las esposas?- preguntó rozando su oido izquierdo cuando cogió por delante de ella una botella de vino tinto vasco. La solapa de su esmoquin acarició su brazo desnudo.

Como una película erótica la envolvían continuamente visiones de su boca caliente en su pecho desnudo, las imágenes jugaban en su cabeza. Ni siquiera lo podía mirar sin sonrojarse como una virgen llena de vergüenza, pero no necesitaba verle para saber cuándo él llevaba el vino a sus labios, o cuando su pulgar acariciaba el tallo claro, o cuando se deshizo el nudo de su corbata de lazo negra y la metió en un bolsillo y cuando abrió el botón negro del cuello de su camisa. No tenía que mirarle para saber que llevaba la chaqueta de algodón y la camisa plisada del esmoquin con la misma facilidad casual que llevaba camisas de franela o vaqueros.

– Perdón-. Narcisa tocó el hombro de Delaney, y volvió su atención a la mujer mayor, que llevaba dos mechones blancos a los lados de su perfecto peinado de pelo negro. Sus cejas estaban bajas y sus ojos castaños estaban ampliados por un par de gruesas gafas con forma de octágono, haciéndola parecer como la novia miope de Frankenstein-. ¿Me puedes pasar la mantequilla, por favor?- preguntó y apuntó hacia un pequeño tazón al lado del cuchillo de Nick.

Delaney cogió la mantequilla, con cuidado de mantener cualquier parte de su cuerpo lejos de Nick. Contuvo la respiración, esperando que él dijera algo rudo, crudo o socialmente inaceptable. No dijo palabra, y ella inmediatamente sospechó, preguntándose que tenía él pensado para después.

– ¿Fue una boda preciosa, no crees? -preguntó Narcisa a alguien un poco más abajo en la mesa. Tomó el tazón de Delaney, y luego la ignoró completamente.

Delaney realmente no esperaba conversación agradable de la hermana de Benita y volvió su mirada a los novios, que estaban rodeados de padres y abuelos por ambos lados. Antes, había peinado el pelo castaño de Lisa en una pequeña corona. Le había añadido unas pocas ramitas de suspiros de bebé, y entretejido con un poco de tul. Lisa estaba genial de blanco con escote palabra de honor, y Louie era como la otra cara de la moneda, todo de negro. Todo el mundo sentado cerca de los novios parecía feliz, incluso Benita Allegrezza sonreía. Delaney no creía haberla visto nunca sonreír, y estaba sorprendida de cuánto más joven parecía Benita cuando no miraba con cólera. Sophie se sentaba al lado de su padre con su pelo estirado hacia arriba en una cola de caballo sencilla. A Delaney le hubiera gustado haber peinado con sus manos y sus tijeras todo ese oscuro pelo grueso, pero Sophie había insistido en que lo hiciera su abuela.

– ¿Cuándo es tu turno, Nick?- La brillante pregunta vino desde más abajo de la mesa.

La risa de Nick se oyó en toda la habitación-. Soy demasiado joven, Josu.

– Demasiado salvaje, quieres decir.

Delaney miró algunos pies que sobresalían de la mesa. Hacía mucho que no veía al tío de Nick. Josu era regordete como un toro y tenía las mejillas sonrojadas, en parte por el vino que había tomado.

– Es sólo que no has encontrado la mujer, pero estoy seguro de que encontrarás a una agradable chica vasca -predijo Narcisa.

– Nada de chicas vascas, tía. Todas vosotras sois excesivamente tercas.

– Necesitas a alguien terco. Eres demasiado guapo por tu propio bien, y necesitas a una chica que te diga que no. Alguien que no esté de acuerdo contigo en todo. Necesitas una buena chica.

Por el rabillo del ojo, Delaney observó los dedos romos de Nick acariciar el mantel de lino. Cuando respondió, su voz era ligera y sensual – Incluso las buenas chicas dicen que sí a veces.

– Eres malo, Nick Allegrezza. Mi hermana fue demasiado blanda contigo, y te has convertido en un libertino. Igual que tu primo Skip siempre cambiando de novia, también, tal vez sea genético-. Hizo una pausa y dejó escapar un sufrido suspiro-. Bueno, ¿Y qué pasa contigo?

Era probablemente esperar demasiado que Narcisa se dirigiera a otra persona. Delaney levantó su mirada a la tía de Nick y se quedó mirando sus ojos ampliados-. ¿Conmigo?

– ¿Estás casada?

Delaney negó con la cabeza.

– ¿Por qué no? -preguntó, luego miró a Delaney como si la respuesta estuviera escrita en alguna parte-. Eres suficientemente atractiva.

No era sólo que Delaney la pusiera enferma esa pregunta particular, es que estaba realmente cansaba de que la trataran como si tuviera algo malo porque estuviera soltera. Se inclinó hacia Narcisa y le dijo en un susurro – Un solo hombre no me satisface. Necesito más.

– ¿Estás bromeando?

Delaney contuvo la risa-. No se lo digas a nadie porqué tengo mis normas.

Narcisa parpadeó dos veces-. ¿Qué?

Acercó más su boca a la oreja de Narcisa-. Bueno, en primer lugar, tiene que tener dientes.

La mujer mayor miraba a Delaney con la boca abierta-. Señor.

Delaney sonrió y subió la copa a los labios. Esperaba haber asustado a Narcisa y que no le hablara de matrimonio por algún rato.

Nick le dio un codazo en el brazo y su vino se derramó-. ¿Has encontrado más notas desde Halloween?

Ella bajó el vaso y pasó la servilleta sobre una gota de vino en la comisura de su boca. Negó con la cabeza, intentando hacer lo que podía para ignorarle todo lo posible.

– ¿Te aclaraste el pelo?- preguntó Nick lo suficientemente fuerte para que lo oyeran los de alrededor.

Antes de la boda, se había hecho una raya en zig-zag, apartando el flequillo detrás de sus orejas, y lo había rematado con una pequeña corona. Con su pelo otra vez rubio, pensaba que parecía una chica go-go de los sesenta. Delaney levantó la mirada de su camisa de algodón, hacia su garganta morena. De ninguna manera iba a ser atraída por sus ojos-. Me gusta.

– Te lo teñiste otra vez.

– Me lo teñí de mi color-. Incapaz de resistirse, levantó la mirada y la posó en sus labios-. Soy rubia natural.

Las comisuras de su boca sensual se curvaron hacia arriba-. Recuerdo eso de ti, Fierecilla -dijo, luego cogió su cuchara y golpeó ligeramente en el borde de su copa. Cuando la habitación estaba en silencio, él se levantó, pareciendo un modelo de una de esas revistas de novias.-Como mi hermano es un buen hombre, es un deber y un honor brindar por él y su nueva esposa – comenzó-. Cuando mi hermano mayor ve algo que quiere, siempre va detrás con una determinación inquebrantable. La primera vez que se encontró con Lisa Collins, supo que la quería en su vida. Ella lo supo después, pero no tuvo ninguna posibilidad contra su tenacidad. Lo observé hacerlo con una certeza absoluta que me dejó desconcertado y, lo admito, envidioso.

– Como siempre, tengo miedo por mi hermano. Pero ha encontrado la felicidad con una mujer maravillosa, y me alegro por él-. levantó su copa-. Por Louie y Lisa Allegrezza. Ongi-etorri, Lisa. Bienvenida.

– Por Louie y Lisa, – Delaney brindó con los demás invitados. Luego echó una mirada hacia arriba y observó como Nick echaba hacia atrás su cabeza y vaciaba la copa. Luego se sentó otra vez, relajado y ligero con las manos en los bolsillos de sus pantalones de lana. Él presionó su pierna a lo largo de la suya, como si fuera casual. Pero ella lo conocía muy bien.

– Ongi-etorri, – hizo eco Josu, luego dio un grito vasco que empezaba como una risa burlona pero rápidamente se transformaba en una mezcla entre el uuh del aullido del lobo y el iiiooo de un burro ruidoso. Otros parientes masculinos se unieron a Josu y el comedor se llenó con los sonidos. Mientras en la familia cada miembro trataba de superar al otro, Nick se inclinó delante de Delaney y cogió su vaso. Lo llenó y luego el suyo, con el típico estilo de Nick: sin preguntar. Por un breve momento, la envolvió con el olor de su piel y su colonia. Su corazón golpeó más rápido y sintió la cabeza un poco más ligera cuando inspiró. Luego él se echó hacia atrás y ella casi pudo relajarse otra vez.

El padre de Lisa golpeó su cuchara contra la copa y el salón se quedó en silencio-. Hoy mi niñita…-. Comenzó, y Delaney separó el plato y puso los brazos sobre la mesa. Si se concentraba en el Sr. Collins, entonces casi podría ignorar a Nick. Si se concentraba en el pelo del Sr. Collins, que era bastante más blanco de lo que recordaba, entonces casi…